Críticas de la semana


Esta semana el tardío estreno comercial de Capote acapara las páginas de crítica locales. En El Comercio Alberto Servat comenta sobre la perfomance de Philip Seymour Hoffman: «Se le ha alabado tanto que incluso se ha perdido un poco la perspectiva misma del filme, pretendiendo que el gran espectáculo es la caracterización más que el producto cinematográfico.» En El Dominical Ricardo Bedoya la aprueba así: «Capote tiene los componentes que se echan de menos en el cine norteamericano de hoy: personajes bien definidos; un conflicto centrado y fuerte; claridad expositiva; sentido del encuadre y de la progresión dramática; idea definida de la puesta en escena. No es una película excepcional, pero sí interesante, atractiva, apasionante por momentos».

Por su parte, en La República, Federico de Cárdenas dice: «La puesta en escena de Miller presenta una estructura peculiar que trabaja las secuencias como unidades estancas, sin privilegiarlas dramáticamente y con una utilización de la cámara que tiende a apoyarse en las tomas frontales y en un soberbio claroscuro que se vale muy bien de los espacios claustrofóbicos».

En Luces, La dama en el agua es vapuleada por Rául Cachay: «El argumento parece bastante estúpido. Y en realidad lo es. Se agradece la voluntad de brindar algo enteramente nuevo en tiempos en los que la industria de Hollywood experimenta la peor crisis creativa de toda su historia, pero hay ficciones que son sencillamente intragables. Esta es una de ellas».

En Correo, Enrique Silva pasa revista a las argentinas Crónica de una fuga e Iluminados por el fuego, estrenos que se dan gracias al efecto positivo del 10º Festival ElCine: «Ambas están unidas por el recuerdo imborrable de acontecimientos que marcaron una época en la historia argentina: la dictadura militar en un caso, la guerra de las Malvinas en el otro. Claro está que con resultados distintos y desiguales».

En AgenciaPeru.com Paco Pulido Spelucin disfrutó de Monster House: «La película tiene una dirección muy ágil y versátil. Los ángulos y planos junto a la fotografía nos hace olvidar que es un filme animado. La luz se expresa en la pantalla de forma muy verosímil. Los rostros de los niños, utilizando el Facial Action Coding System, funciona a la perfección» .

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