Dir. Manuel Pérez Paredes | 135 min. | Cuba

Intérpretes:
Rolando Brito
Blanca Rosa Blanco
Larisa Vega Alamar
Enrique Molina
Carlos Enrique Almirante
Gilda Bello
Raúl Eguren
Maria Elena Molinet

Festival de Lima: Sección Oficial Ficción

Melodrama revolucionario cubano que llega casi hasta la autoindulgencia, el filme gira en torno al héroe anónimo acuciado por las dudas e incertidumbres que rodean el proceso revolucionario de su país tras la caída del comunismo en Europa, a la cual debe sumarse los padecimientos producidos en la vida sentimental del protagonista, las frustraciones amicales y las dolorosas relaciones con los hijos. Historia efectiva pero un poco larga, que brindan una serie de elementos de contexto político y social, antes no vistos, sobre lo que ocurre en la isla caribeña.

Esta película cubana es un melodrama revolucionario que llega casi hasta la autoindulgencia.

Como producto audiovisual tiene el aspecto de una película de televisión con muy buenos diálogos que componen una sucesión de conversaciones adultas muy logradas en torno a una efectiva estructura melodramática. Como varias películas cubanas, el filme gira en torno al héroe revolucionario anónimo acuciado por las dudas e incertidumbres que rodean el proceso revolucionario de su país, pero que finalmente se mantiene firme al lado del gobierno de la isla; sólo que, en este caso, también es acosado por un conjunto de dramas humanos producto de los cambios y presiones políticas a las que ve se ve sometida Cuba hasta la actualidad. De aquí se deduce que paralelo a la línea argumental, efectiva pero un poco larga, se brindan una serie de elementos de contexto político y social, antes no vistos, sobre lo que ocurre en la isla caribeña.

El filme transcurre desde poco antes de la caída del Muro de Berlín hasta el año 2000. Es decir, un amplio periodo en que el régimen cubano vio caer al comunismo y desaparecer a la Unión Soviética, con las difíciles consecuencias que acarrearon tales acontecimientos (fin de la subvención económica a la isla); hasta la recomposición (y estancamiento) actual de la economía cubana. El nexo entre ambos niveles, el personal y el político social, son las secuencias de noticias deportivas, la mayoría catastróficas para el “deporte revolucionario”; en disciplinas tales como baloncesto, atletismo y voley.

Como en otros casos de esta cinematografía, los temas de la pérdida de identidad por la migración temporal, voluntaria e involuntaria, juegan un papel central en las decisiones que debe tomar el héroe y quienes le rodean. A ello debe sumarse los padecimientos producidos en la vida sentimental del protagonista, las frustraciones amicales y las finalmente dolorosas relaciones con los hijos.

Pese a ser una película eficaz en términos de gusto del gran público latinoamericano por el melodrama, se pueden objetar algunos puntos a este filme. El primero, de orden técnico, son las varias escenas sorprendentemente grabadas fuera de foco; lo cual es inusual en un país que –aunque de economía precaria– tiene montada una industria cinematográfica solvente. Antolín Prieto, por su parte, objeta que muchos parlamentos de la voz en off del protagonistas debieron presentarse como acciones del filme. En tercer lugar, tenemos la excesiva duración del relato, con algunas incidencias (sobre todo al final) que podían haberse obviado para obtener un resultado más efectivo. Interpreto esto como una concesión de la parte dramática a los contenidos ideológicos, que quizás exigían mayor duración para la exposición de las disensiones sociales y los conflictos humanos de allí derivados. En cierta forma, el exceso de detalle en las vicisitudes del protagonista pareciera sugerir no sólo una lenta agonía personal sino también una lenta agonía política del régimen castrista o, en todo caso (si nos atenemos al final abierto), un “triste y solitario final” del protagonista y su hijastra.