Festival de Lima 2010: Norteado

rigoberto perezcano

rigoberto perezcano

Es un tanto ocioso considerar a Norteado como una reflexión simpática y relajada de la problemática sociopolítica entre México y EE.UU. por la cuestión fronteriza. Sería tomarla muy someramente y quedarnos apenas en su primera capa. Muchos podemos sentir hastío del tema de la inmigración mexicana, los culebrones de Televisa y las canciones gruperas de eso se encargaron, pero no son los temas los que se desgastan sino las repeticiones de planteamientos y discursos que se hacen peroratas.

Ser pobre en México es estar destinado a intentar cruzar el desierto fronterizo, es una ruta de obligación sedimentada durante décadas por muchas historias de éxito. El relato presenta a Andrés (Harold Torres), uno más de los atraídos a Tijuana por el afán migratorio, empero no movilizado por el amor a su familia ni por anhelos económicos. Los motivos suyos parecen impulsarse por su determinación de nunca abdicar frente a una pesquisa.

Bienhumorado, el director Rigoberto Perezcano, cineasta que deambula entre «el límite de lo profundo y lo ridículo», agrega al relato del ineludible destino de Andrés, romanticismo y comedia, aunque con poca pericia. El autor falla en sólo detalles: es malo dirigiendo conversaciones, las hace largas y explicativas, redundantes; curioso, porque es todo lo contrario filmando gestos, silencios incómodos y guiños conductuales.

Las primeras secuencias están correctamente llevadas: presentan, contextualizan y definen al personaje sin decir mucho. Sin embargo, es cuando se quiere excavar en sus afectos que se da pase al parloteo y a los flirteos cursis. En lo sucesivo, situaciones hay muchas, pero todas intrascendentes e, inclusive, perjudiciales para el buen traer de la película. Todo lo construido en silencio en la primera parte, se describe, explica, posteriormente entre copa y copa, entonces la narración se estanca en pos de volverse simpática con devaneos amorosos. Su mayor despropósito es el segundo romance de Andrés, con Cata, cuya presencia cuasi fantasmal del inicio la hacía enigmática, etérea, testigo taimada de todos los pasantes y caídos en la frontera.

En su breve paso por Tijuana, el emigrante protagonista encuentra trabajo y goza de afecto, dejando claro que ambos aspectos no son sus motivaciones de viaje, sino más bien la culminación de su aventura, el fin de su peregrinación. Las cuestiones de fe están por encima de las humanas. Andrés no lo justifica pero sabe que debe irse.

Norteado recobra el paso al final, sus errores la difuminan pero no la desdibujan. Su desenlace, tan gracioso como conmovedor, nos habla de ir hacia nuestro espacio en el mundo adónde pertenecemos por cualquier medio posible.


Una respuesta

  1. […] otorgó el premio a la Mejor Película de Ficción del 14° Festival de Lima a la obra mexicana Norteado, opera prima de Rigoberto […]

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