Lo visto y lo bailado: The Wolf of Wall Street, La vida secreta de Walter Mitty, Frozen, Diana y más


Ben Stiller y Sean Penn en ‘La vida secreta de Walter Mitty’.

Enero del 2014. El último mes del año de la serpiente, periodo de recambios. La temporada de premios ya se encuentra completamente presente, sobre todo una vez se anuncian las nominaciones a los premios de la Academia. En las cinco semanas de este mes se estrenaron veinte títulos en la cartelera chilena, un número abultado, que contiene algunas «puestas al día», de películas que llevaban un tiempo dando vuelta y que decidieron finalmente exhibir, junto a otros filmes muy en boga y recién estrenados mundialmente.

El año, era que no, empezó con fuegos artificiales. El lobo de Wall Street de Scorsese podría dar por cerrado el año inmediatamente. La biografía autorizada, al estar basada en el libro autobiográfico de Jordan Belfort, inversionista–estafador (no son lo mismo), que vendiendo acciones de empresas inexistentes se hizo multi–millonario durante los años 90. Esta fábula de excesos ha sido criticada por «simplemente» exhibir las múltiples y exageradas formas de gastar dinero que existen, y por no criticar moralmente lo errado de las acciones de este joven vende humo. A mi parecer, ese no enjuiciamiento es el principal logro de esta obra maestra del buen Marty: al no poner un manto de moralidad, le exige al espectador que él mismo decida qué es lo correcto o no; qué es lo que uno haría en ese lugar. Cuando una obra logra profundos auto–cuestionamientos es sin duda todo un logro, digno de premiar. Al menos Leo Di Caprio puede que se lleve su estatuilla.

Enough Said, la comedia romántica de cuarentones, cuenta la historia de un romance adulto entre James Gandolfini (QEPD) y Julia Louis–Dreyfus. Película ideal para nuestros padres, que por lo general están divorciados y con el síndrome del nido vacío rodeándolos. Una pequeña gran comedia romántica no tradicional, donde destacan sus protagonistas y sus cuerpos y caras «normales», permitiendo y ampliando la identificación, sobre todo para los que superan las cuatro décadas de edad. Además, ver a James Gandolfini en esta su penúltima película es un lujo, y cuesta no derramar al menos un par de lágrimas, al pensar que este gran actor ya no está entre nosotros.

James Gandolfini y Julia Louis–Dreyfus en ‘Enough Said’.

Frozen, de Disney, es una película contradictoria, ya que su sorpresa está en ser tradicional. Luego de más de una década de hegemonía Pixar en el mundo del cine animado, con sus historias y personajes más bien satíricos y fuera de lo común, esta historia de una princesa que tiene el poder de crear hielo, logra llamar la atención por su enorme «clasiquísimo»: dos princesas, hermanas, un príncipe versus un tipo común y corriente, un animal divertido, un ser de nieve para el comic relief, y muchas canciones muy contagiosas. Mientras veía Frozen pensaba que si fuera una niña de nueve años, probablemente esta sería una de las películas de mi infancia. Tal como fueron los clásicos de antaño de Disney que vimos en nuestras infancias. A ojos cerrados, este clásico instantáneo probablemente ganará el Oscar a mejor película animada, en un año que destaca por no haber nominado ningún título de la fábrica Pixar. No siempre hay que innovar. En una época ya demasiado postmoderna, retornar a lo más clásico puede llegar a ser un ejercicio de alto coraje creativo.

Entre los estrenos acumulados, esos títulos casi malditos que habían sido relegados dada la pobre respuesta de público en otros territorios donde ya se estrenó, llegan casi por obligación a la cartelera. Por algo será.

2 Guns, la buddy–cop movie con Denzel Washington y Mark Wahlberg, no logra despegar de un promedio de situaciones ya vistas decenas de veces en el género en que se enmarca: traiciones cruzadas, curvas sensuales de las personajes femeninos, villanos de otras nacionalidades (es el turno del latino), y mucho diálogo cruzado entre sus parlanchines protagonistas. Ni el genio cómico de Mark Wahlberg, quien se ha consolidado como un gran comediante (gracias a Ted y The Other Guys, entre otros), logra hacer que esta película logre trascender de alguna manera.

El quinto poder, la película sobre Wikileaks, fue maltratada tanto por la crítica como por el público. Es larga y confusa. A pesar de eso, tiene un encanto revolucionario subversivo y de modernidad tecnológica que está presente (aunque sea muy en el fondo). Lamentablemente, dada su poco clara realización, estas características se pierden entre tanto código binario, titulares de diarios y saltos temporales, lo que lo convierte en una mediocre película sobre un gigante tema.

Benedict Cumberbatch en ‘The Fifth State’, rápida llegada de Assange al cine.

Diana, a su vez, no es un biopic tradicional. Cuenta la historia de un romance que tuvo la difunta Princesa con un cirujano, una vez ya estaba en trámites de divorcio. Si bien es convencional y previsible, me parece que cumple con lo que se propone: contar una historia de amor de una de las mujeres más famosas del mundo. El problema está en que las expectativas frente a una obra de esta temática siempre le ganarán la batalla. Si no haces el biopic definitivo, siempre quedarás en deuda, tal como en este caso.

Este mes también tuvo dos títulos que destacan por un «moralismo» extremo, que deja mal parado a sus realizadores. Lee Daniels’ The Butler, la película sobre el mayordomo de la Casa Blanca, levemente basada en la vida real de Eugene Allen, quien durante 34 años y cinco presidentes fue uno de los sirvientes personales de estos hombres de alto poder. Su diseño de personajes no tiene matices, los malos son malos con la maldad más pura y profunda, y los seres sacrificados solo sufren y dejan todo por el bien mayor. Lo único bueno es que logra ser una clase de historia express de varias décadas, específicamente del Movimiento por los Derechos Civiles. El tono meloso y condenatorio hacia ciertos abusos hace parte del estilo de su director, Lee Daniels, quien en Precious dejó más que claro sus búsquedas y temas.

La vida secreta de Walter Mitty es una historia de nostalgia, con metáforas tan evidentes que le podrían dar pudor a un niño de diez años: Walter Mitty es un administrador de negativos fotográficos (trabajo en extinción) en la revista Life, que está a punto de publicar su último número impreso, para pasar a la era digital. Su protagonista no tiene grandes aspiraciones, pero sobre todo es un cobarde que no se atreve a perseguir sus sueños. Eso sí, tiene ensoñaciones (que vemos en pantalla) que le permiten tener una vida más colorida y animada. Pero una acción lo lleva a salir de su nido, lo que permite que tengamos película y que el equipo de filmación haya podido conocer Islandia y los Himalayas, por ejemplo. A pesar de todo, es una película que se deja disfrutar, aunque con mucho pudor, dado el nivel de sus metáforas y algunas obviedades. Tiene momentos logrados, sobre todo los musicales (el uso de Space Oddity de Bowie deja todos los pelos de punta), y su mensaje de fondo de atreverse más, puede servirle mucho a gente que ha logrado poco en su vida (o no se ha atrevido). Ahora, si eres snob, probablemente la odiarás, dada su basicidad mencionada anteriormente.

El otro gran estreno del mes, American Hustle, está en las nubes. Muchos creen, y con razón, que podría ganar el Oscar a mejor película del año. Ojalá que no. No porque sería bueno que 12 Years a Slave no lo gane, sino que porque el filme de David O. Russell es una película sobrevalorada, y para peor, por puros motivos estéticos. No solo eso, esta cinta contiene un mensaje peligrosísimo, el cual a punta de pelucas y escotes, distrae de la moraleja que entrega, en la cual está bien cagarse al otro, para salvarse a uno mismo. Por lo demás, tiene un aspecto aspiracional patético, dado que sus personajes son nuevos ricos con un gusto mediocre. Y no como en El Lobo de Wall Street, aquí estos comportamientos se aprueban: está bien perjudicar al otro, más aún si el envase es agradable. Un póster–parodia puede valer mejor que mil críticas.

Bendito enero. Al fin llegaron películas de peso a la cartelera. Aún quedan varias por estrenar en esta carrera por premios. De aquí hasta el 2 de marzo dura la competencia. Si la película que usted esperaba no tuvo nominaciones (All is Lost, por ejemplo), habrá que resignarse a la improbabilidad de verla en pantalla grande. Por lo menos, estamos mejor que en otros meses, llenos de pavadas, ridículos samuráis y rayos láser. Así, lo visto y lo bailado…

El otro poster de ‘American Hustle’.

Archivado en:


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *