Cannes 2014: «Saint Laurent», de Bertrand Bonello


Saint Laurent inicia proponiéndose como un ejercicio de exploración sobre los años que constituyeron la formación de la fama mundial del modista entre los fines de los 60 e inicios de los 70 y de paso la concreción de su filosofía. Así en un momento la película aborda una contradicción sobre la vacuidad del mundo de la moda y su reflexión como un oficio artístico. Yves Saint Laurent, tal cual es abordada la película, cruza muchas veces esta cuestión, incluso a un nivel formal teniendo un montaje paralelo entre los eventos políticos por año y la presentación de sus respectivas colecciones.

Gaspard Ulliel es ‘Saint Laurent’, biopic de Bertrand Bonello.

Mas Yves, a pesar de tratar de reflejarse como un hombre que emite grandes preguntas, se hace con variables vistas o revistas, cosa que es además reforzado por una grandilocuencia en los diálogos que el director ha querido justificar con un ejercicio que hacía el buen Andy Warhol y que deriva en el kitsch, osea de darle una amplitud de la puesta en escena, y luego de cámara, que diga que dado que las variables del arte (sí, porque Yves se dice a sí mismo estar tras la persecución de ello en los dibujos que luego serán sus trapos) se hacen de cualquier referencia en el contemporáneo–post–modernista, él puede usar cualquier mecanismo cinematográfico por lo que veremos un zoom y sus referencias en la telenovela, o cómo dividirá la pantalla en varios planos como hace la publicidad o la publicidad de la moda anclando en un curioso guiño a Mondrian.

Y Bertrand Bonello estuvo cerca de llegar a la reflexión triunfante deslizando lo siguiente: el mercado puede llegar a hacerse de cualquier persona como materia de comercio, hacerse de dos o tres características de ellos, borrar el resto y de paso su humanidad, y entonces solo queda una materia acuosa que ya ha cumplido con lo que se espera de él y por ende se vuelve un remanente infecto que deambula tal cual lo hace Yves entre drogas, sexo, alcohol y mucha verborragia de dos pesos. De estos cuatro elementos las drogas y el sexo parecen haber sido una materia importante para el director dado que le ha dado una cantidad de secuencias importantes por lo que queda claro que 1, Yves se drogó y fornicó mucho, 2, A Yves le gustó mucho drogarse y fornicar.

Pero Bonello acercándose a una actitud reflexiva ha olvidado que hay cuerdas que atar en el camino y ha sido displicente en resolver la película haciéndola, hacia al final, navegar entre flashforwards, largas secuencias de montaje y un inexplicable flashback donde se trata de entender cómo es que Yves ha dedicado su vida a vestir gente. Lo que ha pasado es que, a diferencia del relato donde el personaje, llueve o truene, siempre ha sido consciente de la necesidad de seguir trabajando para llegar a algo en su oficio, el director ha soltado la rienda para darle una importancia inmensa al vaciamiento espiritual para luego darse cuenta, hacia al final, que está haciendo una película, una que además tiene la difícil carga de ser una biográfica, que es de los más difíciles trabajos para el oficio del guionista por siempre estar en la orilla del fracaso. Y entonces él mismo se ha quedado con una película vacía por no ser rígido y darle tanto aire a la nada. Aunque se nota el apuro, probablemente no se ha enterado del resbalón.


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