Cinencuentro

Entrevista a Walter Rodríguez, realizador peruano en Estados Unidos


Walter Rodríguez llegó a mediados de la década pasada a Estados Unidos y se adaptó al audiovisual gringo, donde ha hecho sus propias producciones luego de trabajar para otros y grabar de todo. Conversamos con él para que nos cuente su experiencia y transmita su visión de lo que significa participar en esa plaza.

Walter, trabajas ya una década en el audiovisual estadounidense. ¿Cómo ha sido la evolución de tu presencia ahí?
Precisamente, llegué hace unos diez años a Miami. Yo ya tenía algunos años en el Perú trabajando como segundo asistente de cámara en el mundo publicitario y mi oportunidad no llegaba, así que empaqué mis cosas y me mandé a probar suerte en las «ligas mayores». Al comienzo fue muy difícil entrar al circuito, es un medio muy competitivo y hay gente muy capaz y profesional, lo único que me quedó fue empezar desde super abajo, como asistente de producción. Poco a poco me gané la oportunidad y pasé a ser luminotécnico, luego asistente de cámara, camarógrafo y así llegué a ser Director de Fotografía.

Estos años he podido trabajar con artistas como Shakira, Mickey Rourke, Don Omar, Rihana, Rick Ross, Li’ll Wayne, Diddy, Birdman, Drake; actrices como Kate Del Castillo, Gaby Espino, Sonya Smith. He hecho comerciales, cortos, telenovelas, videoclips, largometrajes, series de TV y reality shows, en inglés, francés, ruso y español. Logré posicionarme como director–fotógrafo a través de mi página web: www.walter-rodriguez.com.

¿Cómo te has adaptado al ritmo de esa industria?
En el medio audiovisual, los gringos tienen mentalidad práctica y de negocios, si ven que vas en serio te dan la oportunidad. Los sets de filmaciones parecen sesiones de las Naciones Unidas, hay gente de cada uno de los países que te imaginas, todos trabajando juntos, algunos con papeles, otros indocumentados. Es increíble, al gringo no le importa de dónde vienes o cuál es el color de tu piel, en tanto sepas tu chamba. Yo he visto mucha más discriminación en el medio peruano que en EE.UU.

Por ejemplo, ya llevaba varios meses jalando cables y cargando trípodes como asistente de iluminación cuando en un largo, en una escena complicada que no se podía repetir, iban a hacer llover y los actores se iban a mojar el pelo. El director decidió usar dos cámaras; el problema es que solo tenían un foquista. Cuando me enteré, me acerqué al productor y le dije «yo sé hacer foco». El productor me llevó sin pestañear donde el director de foto para que me haga un test. Estábamos en pleno bosque y había pájaros revoloteando sobre nosotros. Yo encuadré uno y lo seguí hasta su nido sin perder el foco: esa noche pasé al área de cámara.

¿Qué conceptos debiste asimilar?
Una de las cosas que más me costó asimilar fue que, por cuestiones sindicales, las áreas no interfieren entre sí. Por ejemplo, si a una luz se le cayó un filtro, solo un asistente de luces puede ponerlo de vuelta. Un Director de Fotografía no puede cambiar setting alguno de la cámara sin comunicarlo a su asistente. Se respetan los protocolos. El lado bueno es que las chicas de producción no están pidiendo a los técnicos que les ayuden a mover muebles y cosas pesadas.

El otro concepto que me sorprendió más es que en los sets verdaderamente «el tiempo es dinero». En el Perú a veces filmábamos 18 ó 24 horas sin parar, y si al director se le ocurría hacer una tomita extra «por si acaso», seguías dándole igual. Acá me conmueve, ya a veces me da pena, ver cómo el director corre y se pone nervioso cuando se está retrasando en el cronograma. Si se van a horas extras, a veces sale del sueldo del director mismo. Y, claro está, los más felices son los técnicos. Tiempo después, cuando me tocó ser el director de mi propia película, ya sabía lo que me esperaba si me ponía «creativo». La planificación es demasiado importante.

La ambigua religiosidad en ‘Decalogue’.

Tu largometraje «Decálogo» luce diversas caras de la migración, ansiosa, sufrida, inescrupulosa, por el «sueño americano». ¿Refleja tu transición personal de migrante a residente?
Definitivamente Decálogo fue mi primera impresión de la decadencia de una sociedad perdida en el consumismo. Y en una sociedad tan fría donde solo importa el dinero, los que más sufren son los inmigrantes, los ciudadanos de segunda clase. Tres de las cinco historias son, precisamente sobre ellos, gente que viene a los Estados Unidos a prosperar y que se encuentran con que tienen que venderle el alma al diablo para sobrevivir. Para el inmigrante la posibilidad de regresar al terruño está siempre sobre la mesa, pero volver no es una opción.

Decálogo está compuesto por cinco historias entrelazadas y hay diálogos en ruso, inglés y castellano. Una pequeña torre de babel como la que es Estados Unidos. En cada una se rompen dos de los diez mandamientos. En la película, éstos no aparecen como preceptos morales a seguir, sino como obstáculos que saltar en la carrera por salir adelante. Y en cuyos desenlaces, al igual que en la vida real, el karma es un mito.

Por ahora la cinta está siendo distribuida mayormente en la televisión por cable de Europa y los Estados Unidos.

¿Cuáles son los retos y las posibilidades que afrontan ahora los cineastas latinos en Estados Unidos?
Yo diría que el problema más grande de los cineastas latinos empieza en cuanto se identifican como tales. Spike Lee se vende como «cineasta negro», esa es la etiqueta que se pone, así es como él se ve y así es como todos lo ven. ¿Alguien recuerda alguna otra película de él, además de Malcolm X?: No. Si él quiere cerrar su mundo en torno al 12% de la total población de los Estados Unidos, se está limitando como artista y como comunicador.

Lo mismo sucede con el «cineasta latino». Cuando una película está en cartelera nadie se pregunta «¿de qué país es el director?». Si eso importara, ¿qué habría pasado con Fritz Lang, Chaplin, Kazan, Wilder y Polanski? Kazan no se vendía como «cineasta turco» y Wilder no se vendía como «cineasta austro–judío», y ellos son padres del cine clásico americano. Si Cuarón se sintiera «filmmaker latino», jamás le hubieran dado una historia completamente anglosajona como Harry Potter o Gravity, los productores dirían que no va a entender la mentalidad gringa porque es «latino». Un cineasta es un cineasta, y punto.

Es cierto que los artistas latinoamericanos tenemos un feeling y una visión del mundo muy especial, que las otras culturas no tienen. Pero yo considero que, en vez de encerrarnos en nuestras propias comunidades y privar a Hollywood de nuestra peculiar visión del mundo, lo que tenemos que hacer es integrarnos y enriquecer, precisamente, la cultura del país que nos está abriendo las puertas.

La autoexplotación de inmigrantes en ‘Decalogue’.

¿Qué margen tienen de poder realizar una producción propia y moverla en festivales y acceder a un estreno comercial al menos local, restringido?
Cuando vine a este país me tocó llegar en una etapa de explosión creativa, como la que está pasando en el Perú. Salieron al mercado las cámaras Z1U y la famosa P2. Era increíble, con 3000 dólares podías filmar en Alta Definición, el arte del cine se hizo verdaderamente popular. Fue el nacimiento de lo que llamamos «Guerrilla Filmmaking». Hoy en día contamos con la tecnología DSLR y hasta las cámaras Red y Arri están haciendo opciones de alta calidad a precios ridículos. Yo hice Decálogo en 17 días y con 3000 dólares. Virtualmente hoy en día, no hay excusa para no filmar.

Ahora con respecto a la distribución y aceptación en festivales eso depende de la película. Solo en los Estados Unidos hay un promedio de 1200 festivales de los cuales unos 50 deben ser de temática solamente latina. Ese es el margen de probabilidades que tiene el cineasta latino: un 4% de aceptación, y ni siquiera garantizada. Y lo mismo sucede con las salas.

¿Qué proyectos estás emprendiendo actualmente?
Estoy escribiendo una comedia negra llamada Beg, Borrow and Steal («Suplica, préstate y roba»), sobre las prerrogativas de un joven soñador que quiere hacer su película «guerrilla». Está basada en muchas de las chistosísimas y, a veces, frustrantes anécdotas que los cineastas independientes pasan por estos lares.


3 respuestas

  1. […] 9, 7:30 p. m.: Decálogo (EE. UU., 2011) de Walter Rodríguez. Con Miguel Paneke, Alyn Darnay, Yas Giraldo, Maili Nomm, […]

  2. […] director peruano radicado en EE.UU. presenta su nuevo cortometraje en el SFC. Pueden leer esta entrevista que le hicimos a Walter el año […]

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