Grand Central es una película coescrita y dirigida por Rebecca Zlotowski, que fue presentada el 2013 como parte de la selección oficial de «Un Certain Regard» del Festival de Cannes.

«Grand Central» es una historia de amor prohibido como otras tantas, sin embargo lo que la hace distinta es el escenario donde se desarrolla: una central de energía nuclear. Gary, interpretado por Tahar Rahim, es un joven que encuentra en la planta nuclear un trabajo que le da satisfacciones: Una buena paga y algo de lo que él no goza, una familia. Yendo en contra de lo que muchas personas le dicen y explican sobre los problemas que trae la radiación, se embarca en este trabajo.

La directora nos lleva así por la vida de este chico en la planta y fuera de ella, caracterizada básicamente porque las personas con las que interactúa en el trabajo son también con quienes comparte casa, barrio, salidas a bares y amor.

Así pues, ya insertado en el mundo radioactivo de la planta, es que conoce a Karole, interpretada por Léa Seydoux, y que es la mujer de Toni, que no es solo su compañero de trabajo, sino su casero, su vecino y también una especie de mentor en todo lo que se refiere a las labores de la planta: una especie de “hermano mayor”.

Trama complicada pero a esto falta sumarle el ingrediente que la hace diferente: la radioactividad. A medida que la relación entre la pareja prohibida se va afianzando, la radioactividad y la planta empiezan a tomar mayor protagonismo. Vemos a más personas que se van infectando, accidentes, que no llegan a ser letales, pero que nos van haciendo notar una crítica sutil a este trabajo, y al uso de estas energías. Tomas cortas de las grandes chimeneas humeantes de contaminación, en contra posición a momentos cotidianos de la vida de los protagonistas, son claramente un esfuerzo de la directora por hacer notar su punto. La facilidad con la que se puede falsear el control de radioactividad en el cuerpo y la creencia que con una buena ducha puedes luchar contra ello siguen sumando a la crítica.

Además de su trama destaca la dirección de fotografía de Georges Lechaptois, quien a mi parecer hace un gran trabajo con los encuadres, sin abusar pero utilizando muchas interferencias, siendo casi voyerista en muchos casos. Movimientos de cámara y puntos de vista como temiendo ser descubierto cuando relata las escenas de coqueteo entre Gary y Karole, o también cuando hay alguna discusión en el camerino de la fábrica.

Al ser una película que se desarrolla entre los exteriores del campamento y en la planta, la iluminación siempre te da esa sensación de ser trabajada con luz natural: Puntos de luz reales de alguna farola por la noche, que generan claroscuros. Sombras generadas en los personajes por los arboles cuando hay sol, o una clínica iluminación fluorescente en los interiores de la planta.

Amor, tragedia, crítica social y una destacada fotografía nos es entregada en esta película donde cada personaje secundario le suma a la historia y que retrata las locuras que uno puede sentir cuando está intoxicado por el amor prohibido.