Festival de Venecia 2015: Crítica de «Italian Gangsters», de Renato De Maria


A diferencia de películas como Gomorra (2008) o «Salvo» (2013), el tema sobre la mafia en Italian Gangsters (2015) se aborda desde una mirada fascinada por los rostros que décadas atrás fueron los principales decorados de las palestras mediáticas, los mismos que posteriormente el cine de Elio Petri, Mario Bava o Fernando Di Leo se encargarían de mitificarlos a través de épicas llenas de violencia que se perfilaban a una explotation.

El documental de Renato De Maria tiene como propósito hacer una remembranza a estos individuos. Es a través de declaraciones y fuentes fílmicas, tanto reales como ficticias, que este filme va representando los perfiles y anales de un grupo de ex líderes de la mafia italiana, villanos que cometieron sus fechorías para la década de los 50 y 60. Es decir, una generación que nació y fue criada bajo el seno de la posguerra. Es en base a esto que la película se encarga de rememorar una época en crisis, aquella que engendró una prole desencantada con su realidad.

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Bajo dicha perspectiva, Italian Gangsters, además de ser asumida como una radiografía a esa primera mafia italiana, es una radiografía a la sociedad de la posguerra. De María para esto sienta en el banquillo a estas cabezas de la mafia, los cuales serán interpretados por actores. Es a través de estos testimonios en primera persona que se va manifestando en principio la testificación de habitantes por entonces comunes. Son los hijos de albañiles o comerciantes, víctimas del hambre y la miseria, viviendo entre las ruinas de un país devastado.

La situación, sin embargo, solo es precaria para los pobres. Cual protagonista del neorrealismo italiano, estos abrazan con optimismo sus sueños. Muy a pesar, el trabajo promedio no amerita, las políticas proletarias parecen no funcionar y el fracaso cada vez más parece inminente. Es así como se da el origen de la mafia; según dictan sus propios autores. Todo es causa de un síntoma social o histórico.

Ya más adelante, los narradores cuentan sus primeros actos infringiendo la ley. De los inicios a este oficio se salta a sus momentos cumbre. La mafia ya es parte del cotidiano y algunos además se las arreglaron para que sus famas cruzaran las fronteras. Son en estos momentos en que los metrajes de ficción toman valor, los mismos que reproducen para cuando los locutores cuentan sobre tal robo o aquella fuga. Es el cine que va acotando sus dotes de la memoria, por ejemplo, al inmortalizar una temporada violenta.

«Italian Gangsters» no apunta a la crítica de una época ni tampoco crea una conexión con la mafia actual a fin de promover una reflexión. Renato De Maria prefiere indagar en la mafia italiana de forma contemplativa. El director inclusive cede a que las mismas biografías de estos personajes reales por sí solo se rediman.

La película termina con una serie de epitafios. Son los mafiosos que pasaron una corta o larga temporada tras las rejas, tiempo que les sirvió para curar sus resentimientos, volcando sus fantasías a rutinas por fin divorciadas de la violencia. Es el caso de uno que se volvió un pintor e incluso ganó algunos premios por su arte.

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