[Crítica] «Star Wars 7: The Force Awakens»: Un espectáculo lleno de emoción, energía y nostalgia


Tratándose de una saga como Star Wars, que ha dejado un legado tan grande en el séptimo arte y ha engendrado un inmenso culto de fanáticos alrededor del mundo, las expectativas eran gigantes antes del estreno de El despertar de la fuerza. Incluso, las expectativas se tiñeron en algunos casos de desconfianza cuando Disney compró la franquicia.

Felizmente, en la silla del director está J.J. Abrams, un cineasta competente y con probada experiencia en la resurrección de otras sagas de ciencia ficción (Star Trek). Este pupilo de Spielberg ha logrado hacer de «Star Wars: El despertar de la fuerza» un evento cinematográfico, que rompe taquillas y domina la discusión en cafés, medios de comunicación y redes sociales.

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El resultado es una cinta sumamente entretenida, enérgica, nostálgica, respetuosa con la trilogía original y también comprometida con encontrar nuevos y fascinantes rumbos. No se trata de una película revolucionaria ni perfecta, pero sus desaciertos son ampliamente opacados por sus logros.

Treinta años después de la victoria de la Alianza Rebelde sobre la segunda Estrella de la Muerte, una nueva República se ha levantado, pero la Primera Orden ha resurgido de las cenizas para representar el lado oscuro de la Fuerza. La General Leia lidera la Resistencia y envía a un su mejor piloto, Poe Dameron, en busca de una pista crucial al planeta Jakku. Allí, el destino de Finn, un ex Stormtrooper renegado y Rey, una aguerrida chatarrera, se entrelazan en una aventura que los lleva a convertirse en los héroes de esta nueva entrega.

Es un gran acierto de casting y, a la vez, un signo de los tiempos, que tres de los protagonistas representen la igualdad de género y la revalorización de las minorías. Para comenzar, Rey (la inglesa Daisy Ridley) es una mujer independiente, inteligente e instintiva. Finn (el inglés John Boyega, hijo de inmigrantes nigerianos) es un Stormtrooper que renuncia a luchar por una causa que él considera injusta y se pasa al bando de la Resistencia. Y Poe Dameron (el guatemalteco Oscar Isaac) encarna los valores de lealtad y valentía.

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Daisy Ridley y John Boyega emanan carisma y logran una adecuada química, resultando convincentes tanto en las escenas dramáticas como en las peleas y persecuciones. Rey y Finn tienen un mejor arco narrativo que Poe, así que queda pendiente la deuda de desarrollar más este personaje en las secuelas venideras.

Por su parte, Kylo Ren (Adam Driver) es un villano ciertamente complejo, pero imperfecto. A su favor, puedo decir que es interesante ver cómo se muestra temeroso, confundido y hasta quebrado en ciertos momentos, eso lo hace un personaje más atractivo y menos acartonado. Sin embargo, es un exceso poco acertado que sus reacciones airadas lo lleven a destruir todo lo que encuentre a su paso con su espada láser, como un niño caprichoso incapaz de contener sus pataletas.

Los otros representantes del lado oscuro son incluso menos convincentes. El General Hux (Domhnall Gleeson) tiene un permanente rictus de enojo y muestra una actitud que denota cierta rivalidad con Kylo Ren, pero nunca se explica por qué. Gwendoline Christie está totalmente desaprovechada como la Capitana Phasma, es un personaje que casi pasa desapercibido. Y el malvado Líder Supremo Snoke (voz de Andy Serkis) es apenas un holograma gigante que se dedica a dar órdenes, ¿pero cuál es su historia, sus antecedentes?

En cuanto a los personajes “digitales”, el droide BB-8 es un digno sucesor de C-3PO y R2-D2. No dice ni una sola palabra, pero se gana la simpatía del público inmediatamente y se convierte en un nuevo ícono de la cultura popular por mérito propio. Maz Kanata (voz de Lupita Nyong’o) es una pequeña pirata contrabandista que transmite una paz y sabiduría milenarias, por lo que recuerda a Yoda.

Aunque ya no ocupan la mayor parte del metraje, el trío de protagonistas de la trilogía original (Han Solo, Leia y Luke), emocionan con su sola presencia y son presentados como figuras casi legendarias, que estratégicamente pasan la posta a los nuevos protagonistas transmitiendo sus conocimientos y consejos, a la vez que mantienen posiciones de poder y autoridad.

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Mucho se ha escrito, analizado y renegado sobre las evidentes similitudes entre la estructura narrativa del Episodio 4 y el 7. Es verdad que J.J. Abrams ha tomado prestados los planos del modelo original para construir este nuevo edificio, pero la decoración y los acabados tienen una identidad propia. Y los nuevos habitantes del inmueble se adaptan muy bien a la convivencia con los anteriores, logrando un conjunto atractivo.

Star Wars: El despertar de la fuerza nos ofrece un espectáculo emocionante, que es al mismo tiempo un homenaje al legado de la saga y, a la vez, es la introducción de unos nuevos herederos de ambos lados de la Fuerza, tan poderosos como enigmáticos, que nos invitan a esperar con ansias las siguientes aventuras que se vivirán en esa galaxia que de tanto visitar ya se ha vuelto muy, muy cercana a nosotros.

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