[Crítica] «Creed»: El legado de Rocky sigue vivo


Luego de haber visto Creed, imagino a los miles de acérrimos fanáticos de Rocky se habrán levantado más que satisfechos de sus asientos, porque esta es la secuela (o spin-off, en verdad), que deben haber esperado por muchos años, ya que aquí se ve el verdadero legado del clásico de 1977. Igualmente, dejando de lado la admiración que tengo por Sylvester Stallone o por los personajes que encarnó, no se le puede reprochar absolutamente nada y su nominación al Oscar es más que merecida.

Estoy casi seguro que los ejecutivos de MGM y Warner no preveían que el filme sería ovacionado y bien recibido no solo por los fanáticos de la saga, sino por la crítica en general, y es en gran medida porque la historia posee alma y corazón, que fue lo nos dio el primer Rocky. A estos elementos recurrió el director Ryan Coogler para establecer la atmósfera de su ambicioso proyecto, y el resultado terminó siendo más que positivo.

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El argumento principal deja de lado, por un momento, la vida de Rocky Balboa y se concentra en la vida de Adonis Johnson, quien desde muy niño se sintió rechazado y aislado del mundo por tener un comportamiento violento, algo que utiliza como defensa no solo para pelear sino contra la gente que lo rodea, vemos que le cuesta mostrar afecto hacia los demás hasta que se reencuentra con la viuda de su padre, quien le explica quién es él en realidad, lo que lo lleva a reencauzar su vida. Con el pasar del tiempo, a pesar de haber tenido una buena educación y un trabajo tan normal como cualquier otro, no sabe cómo encajar en el mundo y decide convertirse en boxeador profesional al igual que lo fue su padre, el gran Apollo Creed.

Adonis quiere lograrlo a toda costa y es así que decide viajar a Filadelfia a encontrarse con Rocky para que se convierta en su entrenador. ‘Rocco’ acepta a regañadientes, tomándolo más como un gran favor, sobre todo porque aún se siente culpable del terrible final que tuvo Apollo y quiere enmendarlo ayudando a su hijo a cumplir su deseo. Es así que Adonis y Rocky emprenderán una lucha de supervivencia para obtener lo que cada uno desea, tratando de vencer las adversidades que se les presenten pero manteniendo el espíritu y las ganas bien en alto.

Es imposible no hacer comparaciones con el Rocky original porque el personaje de Adonis es su fiel reflejo, con algunas ventajas, claro, ya que ambos son hombres solitarios, que empezaron siendo “nadie” en el mundo, pero debido a la casualidad (una pelea contra el campeón mundial) tomaron la gran oportunidad de su vida, se arriesgaron y pusieron todo lo que debían para salir adelante. Muchos podrán decir que esto no es del todo cierto ya que Adonis lleva el nombre Creed en las venas, pero él no se deja llevar por ello para lograr su fines ya que el objetivo es lograrlo por sí mismo.

El personaje interpretado por Michael B. Jordan -quien aquí de paso se sacude el desastre comercial que significó «Los Cuatro Fantásticos»- logra darle la identidad necesaria a Adonis para que no solo se quede inmerso en las casi dos horas que dura la película, sino que su imagen trascienda fuera del ecran y que se le reconozca (con el tiempo) como un ídolo a seguir. Pienso que Jordan mereció un mayor reconocimiento en los distintas premiaciones de la temporada.

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Sylvester Stallone por su parte tiene aquí su papel más sentido desde 1977, porque se ve que el ídolo y héroe también sufre y es tan vulnerable como cualquiera de nosotros. Se sabía que su esposa Adrian había muerto desde hace buen tiempo y él solo espera el momento de reunirse con ella, ya que ni siquiera tiene a su hijo al lado pues él ha decidido apartarse de su padre y comenzar su vida desde cero. Al encontrarse con Adonis, además de un Creed, Rocky ve algo que lo motiva a ayudarlo como si fuera el motor que necesitaba en su vida y, tal vez, tener una segunda oportunidad de entrenar a alguien luego de la desagradable experiencia que resultó ser Tommy Gunn en «Rocky 5».

Stallone deja de lado los estereotipos que lo han acompañado, para bien, en su carrera tanto en sus “Rambos”, como en las distintas secuelas de Rocky, donde se empeñó en explotar sus personajes como íconos de la cultura pop, persiguiendo ser una de las más grandes estrellas de acción de la historia del cine. Pero en «Creed» recobra todo aquello que había dejado en el camino e interpreta un papel que nos confirma que detrás de ese ídolo del cine de masas hay un actor digno de apreciarse.

Creed no es del todo perfecto porque la manera en que trascurre la narración de la historia, al menos la primera parte, va muy deprisa dejando la sensación que se pudo haber desarrollado más algunos personajes. Aún así, estamos ante el “Rocky del siglo XXI”. Ya se ha empezado a rumorear, luego de las muy buenas críticas y las buenas ganancias que ha obtenido en taquilla, de una eventual secuela. Solo esperamos que el legado de Rocky se mantenga vivo como bien lo han hecho en esta recomendable película.

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