[Crítica] «Hija única», de Santiago Palavecino (Argentina)


Hija única (2016), es un drama argentino con toques fantásticos, realista en su ejecución. Se trata de una película que le exige mucho a su espectador, presentando su historia en tres tiempos diferentes, y mezclando secuencias y tomas de cada uno para crear sensaciones particulares y desarrollar una narrativa por momentos confusa, pero en general intrigante. No es una película redonda, pero tiene sus momentos fascinantes.

Juan Barberini interpreta a Juan, un nieto de las Abuelas de la Plaza de Mayo —es decir, alguien que de niño, durante los años de la dictadura, fue secuestrado y criado por extraños, sin saber de sus verdaderos orígenes. En 1992, se entera de la verdad y decide buscar a su familia original. Ahí, tiene un amorío con Julia (Ailin Salas). En el año 2005, se entera de una extraña relación entre su hija, Delfina, y su antiguo amor, noticia que alterará a su esposa, Berenice (Esmeralda Mitre). Y en el futuro cercano del año 2017, una Delfina ya adulta (Ailin Salas nuevamente) y su padre finalmente confrontarán una curiosa verdad.

Si hay algo que «Hija única» no es, es ser una historia previsible. Fui a ver la película sabiendo poco sobre la trama, pensando que se trataría de un drama relativamente sencillo; no pude estar más equivocado. Al ver un filme de este corte, independiente y de estética realista, uno usualmente piensa encontrarse con una historia sin elementos fantásticos, pero «Hija Única» rompe con estos estereotipos. Como no quiero malograr los detalles más interesantes de la trama, solo diré que el filme maneja su premisa con elegancia, otorgándole una verosimilitud que productos inferiores serían incapaces de alcanzar; uno jamás cuestiona la veracidad de lo que se ve en pantalla, por muy confuso que pueda ser a veces.

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Porque para ver «Hija Única», uno tiene que tener paciencia y estar bien despierto. La película se hace un poco lenta durante el segundo acto, pero en general disfruta mezclando escenas y líneas temporales, desarrollando secuencias muy sensoriales, pero también enredando un poco la narrativa. Las motivaciones de algunos personajes no son claras —especialmente en el caso de la Delfina adulta—, así como sus reacciones. El toque magistral, sin embargo, está en el desenlace; es un gran ejemplo de cómo un guion puede lograr que las piezas caigan, elegantemente, en su lugar. No es un final agradable, necesariamente, pero se siente lógico y merecido.

Juan Barberini hace un gran trabajo desarrollando a un protagonista que vemos en tres diferentes épocas —como un joven enamoradizo que no sabe qué hacer con su vida, como un guionista cinematográfico creativo pero por momentos frustrado, y como un señor de barba y canoso, lleno de experiencias y resentimientos. Ailin Salas, aquella actriz con rostro bello y expresivo, es genial tanto interpretando a Julia como a Delfina; lamentablemente, no puedo revelar la razón por la cual hace de ambos personajes. La única que no me terminó de convencer es Esmeralda Mitre; no hace un mal trabajo, necesariamente, pero tiende a exagerar en las escenas más dramáticas, otorgándoles una innecesaria cualidad telenovelesca a su personaje.

Visualmente, Palavecino apuesta por un tono realista. Utiliza mucho la cámara en mano, y planos sensoriales llenos de flares al lente de la cámara. A veces abusa un poco de la «tembladera» —hubo un par de momentos en los que los personajes incluso se le iban del encuadre— pero en general se trata de una propuesta que le otorga mucho realismo a la película, y que le permite a uno meterse en la historia. El uso de música clásica en las escenas más dramáticas es genial —contrasta mucho con la relativa quietud del resto de la cinta.

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El ritmo de «Hija Única» es deliberadamente pausado; Palavecino se toma su tiempo para contar la historia de Juan, por lo que hay que tenerle paciencia a la película. No obstante, la trama es tan intrigante, y las revelaciones se van haciendo de forma tan efectiva, a través de los tres tiempos en paralelo, que resulta difícil aburrirse con el filme. A diferencia de otras películas independientes con ínfulas “artísticas”, la dirección de actores aquí tiene carácter, tiene pasión —los personajes expresan sus sentimientos, y uno puede identificarse con frecuencia con lo que sienten, con lo que piensan.

«Hija única» es una película argentina distinta a las que he tenido la oportunidad de ver anteriormente. Se desarrolla en una Argentina del pasado y del futuro cercano que se siente como la Argentina contemporánea, llena de referencias a su historia y a su sociedad, pero tiene un toque fantástico que le da un carácter diferente, singular. Bien actuada y visualmente vistosa, «Hija Única» es una película que vale mucho la pena ver en la pantalla grande; solo consideren que no podrán despegarse de la pantalla un solo segundo. El filme requiere de su atención absoluta para que no se pierdan de un solo detalle importante.

Nota: Vi esta película como parte de la cartelera comercial de Buenos Aires, en noviembre de 2016.


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