Lima 2017: Una película de ficción


Los últimos días hemos sido protagonistas de algunas escenas que nos recuerdan películas vistas por muchos, y no me refiero a los desastres en sí, sino al caos que se ha propagado por muchos de los distritos céntricos de la capital.

Efectivamente no hay agua, el corte ha sido por varios días y la desesperación cundió en los habitantes de una ciudad, que lastimosamente ha optado por el beneficio personal antes que el bien común. Pero estamos acostumbrados a eso, lo vemos en cada escena de películas que nos muestra una apocalipsis zombi, una terrible epidemia, o las invasiones más terribles que pudiera afrontar nuestro planeta. Si Hollywood nos lo ha mostrado, entonces debe estar bien.

La diferencia es que… no nos invaden los zombis, ni vienen extraterrestres y mucho menos hay una epidemia, lo que sucede es que el país sufre eventos climatológicos para los que no estamos preparados, pero que a pesar de todo estamos afrontando. La epidemia de la que estamos siendo víctimas no es más que nuestro propio egoísmo, nuestra incapacidad de prevención desde el hogar, desde la educación y la despreocupación por más personas que uno mismo. Basta ver cómo las personas acapararon las filas de los supermercados, con sus botellas de agua, para recordar las escenas más terribles de las películas, y con ellas no me refiero a el ataque en sí o el exterminio, me refiero a la naturaleza humana. Vemos esas escenas y nos espantamos de lo que somos capaces, cuando las mismas escenas han sido escritas y filmadas pensando en una cruda realidad: Nuestro temor a la muerte y el instinto de supervivencia por encima de los demás.

No hay zombis, ni ovnis ni mucho menos una ola gigante que nos alcanzará, hay una necesidad de apoyo al prójimo que realmente está padeciendo. Sí hay una escena de terror en las zonas de emergencia, la gente lo pierde todo y esa es la verdadera tragedia. El gobierno trabaja, pero nosotros criticamos, las personas ayudan como pueden y nosotros acaparamos. Exigimos a las grandes marcas de las que siempre nos quejamos que hagan algo distinto, pero nosotros no lo hacemos. Nos espantamos con los precios que han subido por la escasez, porque queremos comprar más para nosotros.

No nos asusta el huaico, no asusta la incomodidad, el no poder bañarnos dos veces al día para aplacar esta calor, o tener que lavarnos los dientes con una botella de agua en vez usar un grifo que bota y bota agua sin parar mientras nos miramos al espejo sonriendo y cepillándonos.

Paremos el caos y pensemos, seamos parte de la solución, no acaparemos, recolectemos, encontremos formas de pasar esta situación de emergencia, porque no nos cortan el agua porque quieren, nos cortan porque tienen que hacerlo. Y sobre todo, dejemos de acabarnos las reservas que pueden ir a quienes realmente lo necesitan. Ellos no son zombis, son personas.

A ver si mañana, cuando repongan el agua (ojalá), no se nos olvida lo que es estar así, a ver si empieza a tener más sentido una marcha por cuidar los reservorios naturales. A ver si nos cuidamos más entre nosotros.

Entra al sitio web UnaSolaFuerza.pe, y toma nota de las indicaciones para realizar donaciones e inscribirte como voluntario para ayudar a los que más nos necesitan.

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