Entrevista a Rosita Rodríguez (Parte 1)


1. El Refugio: una plataforma y una forma de aprendizaje

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Cinencuentro: A inicios de los noventa formas parte de la revista de cine “El Refugio”, cuéntanos cómo fue esa aventura.
Rosita Rodríguez: En esa época, te estoy hablando de 1990, 1991, era muy difícil acceder a la realización porque todo era en celuloide. O empezabas a participar en algún rodaje, o conocías a alguien o simplemente no entrabas nunca, y nosotros éramos un grupo de amigos que nos encontrábamos siempre en la Filmoteca, que nos soplábamos todos los ciclos ¿no?, nos reuníamos siempre allí, nos tomábamos lo de la cinefilia como una forma de aprendizaje. Dentro de nuestro grupo habían personas que habían desarrollado el área de crítica y análisis muy bien, entonces nos explicaban todo lo que nos parecía difícil, cineastas que no conocíamos, cine de autor ¿no? Entonces realmente lo tomábamos como un proceso de aprendizaje.
Y a mí en particular me toco trabajar en la biblioteca de lo que había sido la antigua OCIC, que era la Oficina Católica Internacional del Cine, que ya no existía, pero quedaba la biblioteca, entonces descubrí el primer número de Hablemos de Cine que era mimeografiado y era una cosa como ésta (enseña el primer número de El Refugio) entonces se lo conté a los amigos y les dije “oigan esta gente ahora tiene una revista, muchos de los que escribieron ahí ahora son cineastas, ahora realizan, entonces ha sido un camino para acceder, por lo menos los han conocido, si nosotros queremos que por lo menos nos conozcan salgamos como grupo, hagamos una revista”, y así fue.
Empezamos a convocar a gente que se podía interesar, además del grupo de amigos, que éramos como seis o siete, empezamos a llamar a amigos que por su cuenta tenían cine clubes, otros que se dedicaban a la fotografía, etc. y así fue que nos reunimos un día en mi casa y preparamos El Refugio, éramos como doce o trece y decidimos hacerlo así (estilo fanzine), o sea realmente no nos daba pudor el que fuera así porque por ejemplo el primer número de Hablemos de Cine era mucho peor, entonces si habían llegado a estar tanto tiempo y de ahí habían salido cineastas que en ese momento eran reconocidos, si nosotros empezábamos así estaba super bien ¿no? Nos reunimos un día en mi casa, quedamos en hablar con la Facultad [de Comunicación de la Universidad de Lima] para que nos patrocinaran por lo menos en el costo mínimo, en esa época “Chacho” León estaba de decano. Le llevé el primer número de Hablemos de Cine y le dije “mira esto salió mimeografiado, nosotros lo que queremos es que por lo menos salga como un fanzine” y dijo, “bueno, bueno, está bien los vamos ayudar” y así fue que sacamos los primeros números de El Refugio.
Y estuvo muy bien porque hacía unos años que Hablemos de Cine había dejado de salir, entonces no había ninguna revista, no había nada dedicado al cine, solamente las publicaciones que sacaba la Universidad de Lima que eran libros muy costosos y un programa de radio que sacábamos Jaime Nieto y yo que era un espacio en Radio Solarmonía. Se llamaba El Meridiano y tenía que ver con cine. Claro, en esa época no había acceso a ningún tipo de información, por entonces lo único que me llegaba a mí a través de la conferencia episcopal, de CONAMCOS, era una revista francesa. Entonces la única información que teníamos era de la revista francesa y luego estaba Eddy Gonzáles con Cinemanía y nada más, entonces con las notas que salían ahí y en la revista francesa sacábamos la información para el programa de radio. Y de ahí pasamos a El Refugio.

En El Refugio desde el inicio plantean un rumbo diferente, al hablar, por ejemplo, de la producción en video y los cortometrajes. (Leer los editoriales de las primeras ediciones de la revista) ¿Cómo definieron esta postura?
rosita04¿Cómo fue eso? Había dentro de nosotros un grupo que era como el más radical, que eran Roberto Ortigas, Julio Tokomura y Pepe Torres, que realmente estaban muy entusiasmados con lo que era el cine francés de aquellos años, que era muy rompedor y con los trabajos en video, sobretodo con los trabajos de la movida más subterránea, el No Helden y todo eso. Entonces todo eso ellos lo querían añadir a la revista, o sea las ediciones de la revista eran como asambleas democráticas, porque todo el mundo ponía sobre la mesa lo que debía de ir y eran peleas a muerte para ver qué salía y qué no salía. Siempre la apuesta fue por gente nueva yo creo que eso si estaba muy claro y la gente nueva ¿cómo accede a la realización? pues accede a través del cortometraje y del video, en esa época en VHS o Hi-8, el Hi-8 era lo máximo ¿no? porque no había más.
En esa época había mucho movimiento de cortometraje, la Asociación de Cineastas tenía su festival de cortos donde habían premios para mejores técnicos, mejores actores… se acabó la Ley de Cine y también se acabó todo eso, entonces digamos que la actividad cinematográfica natural, normal, estaba ligada al cortometraje. Lo que si criticábamos y creo que todo el mundo criticó fue ese tipo de cortometraje facilista llamado el “corto de los huacos” que consistía en irse a grabar todo el día a un museo y luego pegar y cortar, pegar y cortar, simplemente así. Entonces cuando empiezan a aparecer cortometrajistas más interesantes, era para nosotros una apuesta, pues ese era el camino que nosotros íbamos a seguir.
Creo que todos lo hacíamos con el interés de ser realizadores en algún momento, como una plataforma, porque no habían más modelos.

¿Y esta experiencia de sacar «El Refugio» marcó a los que pasaron por ahí? ¿Cómo fue eso?
Sí, yo creo que fue algo así como consolidarnos en ese momento y a partir de allí ir para adelante. Cada uno tomó su camino, por ejemplo una de las chicas que hacía fotografía se dedicó a la fotografía fija, otra gente se dedicó a la televisión. No teníamos muy claro tampoco nuestros perfiles, yo no sabía qué quería hacer, yo sabía que quería ser cineasta pero no sabía muy bien qué hasta que después me decidí por la edición. Pero también cada edición de la revista era como un proceso, un proceso educativo, porque íbamos aprendiendo, íbamos afinando cosas, discutíamos mucho, muchísimo para sacar cada revista y la sacábamos cuando podíamos. Pero, claro, cada revista era consolidar algo, porque ¿qué muestras a los demás?, muestras aquello de lo que estás seguro y después de muchas reuniones llegas a conclusiones y esas conclusiones eran las que mostrábamos ¿no?, entonces tenías que defenderlas. Porque no era simplemente la conversación a nivel de Filmoteca, que claro, podías decir cualquier cosa, pero si ya tenías que defender algo en público tenías que estar muy seguro de lo que estabas diciendo.

Recordamos que en esa época, alrededor de la revista se armó una polémica con Ricardo Bedoya ¿nos puedes contar en qué consistió? (Leer artículos al respecto)
Eso fue en relación a un artículo sobre la postmodernidad en el cine. Lo que pasa es que, claro, cuando tu defiendes una postura y sobretodo si no hay muchos grupos con los cuales discutir, sólo hay un grupo de críticos que llevan mucho tiempo en esto, que vienen de Hablemos de Cine, que tienen una manera de entender el cine, porque la gente de una generación anterior a la nuestra había sacado algunas pequeñas publicaciones pero habían quedado ahí y nada más, por ejemplo “Cartucho” Guerra creo que estuvo en una publicación. Entonces si no tienes contra quien enfrentarte y hay un cine que está apareciendo y del que nadie habla pues hay que hablar de él. Hay que hablar de él y con todas sus consecuencias. Todo este cine que empezaba a hacer Almodóvar, que hacía Win Wenders, muchos de los franceses, pues a todos los metieron dentro del saco del cine postmoderno ¿no? y se volvió una bandera, para alguna gente del grupo se volvió una bandera. Y claro, es que es así, es como para marcar tu personalidad, es como para marcar: “hasta aquí hay un punto y de aquí en adelante somos otras personas, somos distintos”, pero a mí la discusión me pareció muy saludable y cada cierto tiempo habían polémicas, no solamente con Bedoya, habían polémicas con cortometrajistas, recuerdo por un artículo que sacamos sobre el Festival del Cusco, donde muchos de los cortometrajistas que estaban ahí mencionados saltaron en cólera. Pero era lo único que había, en las reuniones de cineastas sólo se hablaba de eso y era como que el ambiente estaba vivo.

1. El Refugio: una plataforma y una forma de aprendizaje
2. Cuba: entre ballenas y radioaficionados
3. «Cuando tú te hayas ido me envolverán las sombras»
4. Venga, o salimos todos del hoyo o no sale nadie
5. Cinemaperú: una gran plaza

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