Pietro Sibille es un hombre encerrado en sí mismo. Mantiene unas escotillas abiertas a la ciudad, pero en general vive sumergido en un mundo propio, que sólo él conoce y que no consigue transmitir a quienes lo rodean. Incomunicación casi total. Y es que ha ido a la guerra. Ha combatido contra los “monos” y los “terrucos”. Se ha asomado al abismo y se ha sentido llamado y hasta arrastrado por ese torbellino cuyo único triunfo es sobrevivir. Después de ver el horror cara a cara, reacciona y retrocede… pero ¿hacia dónde?
Sibille es una mosca encerrada dentro de una botella y para chocando rudamente con muros transparentes. Incomprensión total. Pero no nos engañemos. Su mirada no está alienada sino que nos muestra una ciudad violenta, en el taxi, en su familia, en la academia y en la misma disco. Su propia vivienda está semi vacía, los reposteros están desiertos, a la cómoda del dormitorio le faltan cajones y tampoco hay cortinas en esa casa. Eso nos describe soledad, desamparo, abandono. Por otra parte, todo es precario en la vivienda de sus padres (en lo físico y en lo emocional) y su propia vida carece de perspectivas: estudiar una carrera de tres años le resulta demasiado largo.
Sobreviene entonces la paranoia. El abismo de la guerra es ahora el abismo de la ciudad, donde las más sencillas relaciones sociales son leídas por nuestro héroe como trampas que el mundo le tiende para probar su valor; en otros casos, como agresiones. Santiago se mueve por la ciudad como si estuviera en medio de la jungla y peleando contra enemigos encubiertos. Sibille está siempre en tensión, midiendo, calculando, desconfiando de todo y de todos. Su cuerpo, su mirada, los ojos nos sugieren un cyborg de pueblo joven. El montaje tiende a seguir sus movimientos abruptos. Muchas veces los cortes son sobre la misma imagen, cámara en mano, presentando las discontinuidades (los momentos ocultos o inciertos del protagonista); mientras que la combinación de tomas en blanco y negro y color sugiere el contraste concurrente entre esos mundos dislocados en los que se mueve Santiago y las pulsiones instintivas que lo agobian. Hay también buenos contrastes lumínicos (el suicidio del amigo) o tramos casi documentales que muestran el vértigo de la Lima emergente del nuevo siglo.
¿La falla? Quizás faltó una estructura dramática más convencional como eje narrativo (por ejemplo: la lucha por rescatar a la cuñada o el conflicto con su esposa – por cierto, insuficientemente desarrollado), lo cual debilita un poco la intención acumulativa que justifica –a manera de crescendo dramático– la secuencia final. Pero, claro, entonces sería otra película; y esta de por sí es muy buena. No necesariamente un tratamiento más común hace que una película sea mejor.
Juan José Beteta
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Solo una cosa: el padre de Santiago no es adultero, es un violador y pedófilo. Sorry si suena a spoiler, en este caso, ese detalle no es más que la corrección.
wenizimaaaaa :)
se ve interesante la pelicula seria bueno poner los correos de cada actor asi sabrian k opina e publico !!!