Guión: Paul Schrader
Intérpretes:
Robert De Niro (Travis Bickle), Cybill Shepherd (Betsy), Peter Boyle (Wizard), Jodie Foster (Iris Steensma), Harvey Keitel (‘Sport’ Matthew), Leonard Harris (Senador Charles Palantine), Albert Brooks (Tom)
Martin Scorsese ha sido desde los años 70 uno de los nombres capitales dentro del cine norteamericano en plena reconstrucción y experimentación de nuevas posibilidades. El enorme suceso de esta furiosa y espiritual película habría de definir una de las obras más notorias de las últimas décadas, cuyo inquietante poder se mantiene intacto con el paso del tiempo. Como el personaje del conflictuado Travis, protagonista de esta exploración sobre la insatisfacción absoluta, la lucha consigo mismo por establecer un orden y por imponerla mas allá de su frontera individual. Búsqueda del paraíso personal que bien puede conducir al infierno de la locura. Su tránsito y rutina por el mundo se verán resumidos en esos recorridos mayormente nocturnos por la incandescente y malvada (como cualquier otra) ciudad de New York. Universo pequeño y a la vez infinito que como arcángel o misma divinidad se propondrá purificar.
Travis Bickle es el taxista del título. Noche tras noche pasea su alma autotorturada por la inmensa, bulliciosa y multicultural ciudad en busca de algo que no puede definir con claridad. Para él, que viene de la disciplina y orden militar (si es que la hubo en Vietnam), no puede haber espacio para preguntas sin contestar (por más que sus respectivas respuestas sean por demás contradictorias), ni problemas sin solución. Así que su itinerario mental rápidamente habrá de llevarlo tan lejos como su profunda soledad se lo permita. La suciedad y maldad que habitan a su alrededor serán acaso las primeras y obvias respuestas a la pregunta. Sus recorridos asqueados son enfatizados por el director con todas aquellas reflexiones en off. Lamentos por el imperio de “las putas, los drogadictos, los maricas”, que han transformado la tierra del Edén con todo y una coraza de concreto y humedad turbia. Sueña con que algún día sobrevendrá un gran diluvio que arrasará con todo signo de corrupción o en general con todo aquello que conforma la caótica y polisémica vida.
El trance depresivo del protagonista se extiende a todo el paisaje neoyorquino (fotografiado magistralmente por Michael Chapman y con la nota justa del score jazzístico de Bernard Herrmann) y todas aquellas conversaciones con los colegas del volante llenas de chismes y fanfarronadas.
La mayor osadía es intentar contradecir el orden establecido, dice Scorsese, y en ello no está ajeno su credo católico. La historia creada por Paul Schrader se reviste de una universalidad absoluta casi al punto de lo abstracto en manos del director. La firme convicción de que finalmente se enfrenta al orden establecido por Dios. Inquietante presencia en la colectividad y a la cual Travis clama, tal vez sin darse cuenta, ser su único elegido. Completamente incapaz de creer que la vida trasnochada que lleva es lo único que el supremo ha preparado para él. La cercanía de sus constantes pensamientos en la vigilia lo harán ya rozar el límite del delirio. La absoluta soledad es la perfecta compañera para mucho de la lucidez del hombre pero también para la ilusión y los cimientos de la locura. Las pretensiones de Travis por fin encontrarán un camino: el de extender su proyecto del orden hasta afuera, al mundo práctico. Con las armas a su alcance se autoconvierte en un nuevo caballero. Se reviste de una aureola y se alista para la misión pontificadora (alusión a tantos magnicidas, orates absolutos vistos a simple vista).
Robert De Niro en magistral actuación da vida a este en apariencia ordinario pero excepcional personaje, retrato mismo de tantas almas en conmovedora búsqueda de su lugar en el mundo. Se puede encontrar rápidamente en esta cinta un retrato sobre el germen del fascismo y toda esa obsesión por el control total de las voluntades.
Esta secuencia cargada de una sobrecogedora violencia culminará el ritual de purificación, el extasiado final del proyecto tan largamente acariciado por el errante caballero. Recorrido existencial en medio de salpicones de sangre y balazos retumbantes. Alcanzado el objetivo, al parecer no hay más para este ser de otro mundo. Tal afirmación es negada por su dios (y director). El camino habrá de continuar ya satisfecho el ansia por escapar de lo ordinario. El errante taxista continuará su recorrido de idas y venidas. Quien sabe si aún insatisfecho o no (punto realmente inquietante), pero cargado con un preciado don: sabiduría. El único que el divino podrá conceder al hijo pródigo vuelto al hogar. Dimensiones gigantescas y complejas que extraemos de este tablero que aparenta para muchos ser sólo cine criminal atípico y retrato social a partes iguales. En fin, un Scorsese perfecto e inolvidable.
Jorge Esponda
Esta entrada fue modificada por última vez en 1 de septiembre de 2011 15:00
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el personaje interpretado por de niro en taxi driver es el mejor....
Para mi la mejor actuaciòn de Robert De Niro es sin duda alguna la de Taxi Driver por que es en esta en la que su actuaciòn de veras se ve muy natural,sin mencionar la escena improvisada de "you talkin to me",que,simple y sencillamente,es genial
La mejor pelicula de De niro es taxi driver, creo q muestra todo su potencial en esa pelicula, sobretodo cuando esta frente al espejo hablando solo, quien no hizo eso alguna vez?. Bueno nada mas,De niro es un grande para mi el mejor actor q conocio el mundo q se le va a hacer....
Cuando se lanzan una critica-analisis a para mi la mejor pelicula del trio Scorsese-De niro-Pesci que se llama Raging bull (Toro salvaje).