La crítica especializada le dedica sendos artículos al estreno de la semana, El nuevo mundo. Sebastián Pimentel reflexiona en Somos acerca del film de Terrence Malick: «Hay que destacar que El nuevo mundo sabe escapar de las unilateralidades para establecer un concierto de puntos de vista que ponen en el centro al encuentro de dos culturas, de dos visiones del mundo. Un encuentro que arroja a los personajes a lo impredecible, al vacío, a un amor imposible, a la pérdida».
Federico de Cárdenas en La República confiesa: «Imposible no apreciar la belleza de este filme y del pensamiento que lo informa, en una puesta en escena que aspira a recrear, como Murnau en Tabú (1931), la pérdida del paraíso. Ahora bien –y es la primera vez que nos ocurre con una cinta de Malick– estamos ante una obra devorada por su desmesura, de una frialdad marmórea y que se puede admirar como ciertas catedrales, sin que gane nuestra adhesión».
Por último, Alberto Servat en El Comercio le dedica más elogios a la cinta: «En un hermoso ejercicio narrativo, Malick se aleja de las reglas del género y nos ofrece una íntima ilustración de tan fascinante capítulo histórico. En vez de contarnos la heroica gesta, el encendido romance y la posterior consagración de la princesa en la corte inglesa, el director prefiere introducirse en las personales visiones de sus tres protagonistas».
Por otro lado, dos críticos se ocupan de un estreno menor, Viviendo con mi ex. Ricardo Bedoya en El Dominical destaca sus pros y contras: «Y así transcurre la película: entre diálogos escritos con gracia, rabietas de Vaughn, avances de Aniston, agresiones y revanchas. El director Peyton Reed filma con limpieza y corrección, pero nada más. Todo es igual para él: lo humorístico y lo dramático. La risa y el llanto dan lugar al mismo tratamiento blando, soso y comedido».
Mientras que Raúl Cachay en El Comercio parece haber disfrutado un poco más el film: «Viviendo con mi ex tiene algunas sorpresas que la distancian un poco de las arquetípicas comedias románticas de Hollywood que últimamente llegan con alarmante frecuencia a nuestras salas. […] No es gran cosa, pero evade ciertos clichés que parecían instalados para siempre en este tipo de películas. Y eso se agradece».
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