Sympathy for Mr. Vengeance: Compasión y venganza (II)


  1. Sympathy for Mr. Vengeance: Compasión y venganza (I)
  2. Sympathy for Mr. Vengeance: Compasión y venganza (II)

En este punto retomamos las ideas pendientes del final de la reseña sobre Oldboy. Luego de ver la trilogía completa, comprobamos que no estuvimos tan descaminados en el análisis de esa película. El tema aquí es el del artista que advierte sobre tendencias profundas y poco felices de nuestra época, lo que creemos hace Chan-wook Park.

Sympathy for Mr. Vengeance

En tal sentido, la extrema violencia que se aprecia en los filmes de la trilogía de la venganza tiene su razón de ser. Para empezar, la mayor parte del repertorio de muertes que se presentan en sus películas las hemos tenido en nuestro país, el Perú, hace menos de una década, durante el conflicto armado interno generado por la insurgencia de Sendero Luminoso. Pero también en otros países se ha visto una violencia semejante y a mucha mayor escala (vg las dos guerras mundiales y las guerras civiles en la ex URSS y China durante el siglo pasado). Así que esto no es un fenómeno de los países supuestamente “atrasados”, sino realidades que han ocurrido y nos acechan sobre todo desde el hemisferio norte. En todo caso, “la guerra es un monstruo grande y pisa fuerte”, como dice la letra de una conocida canción de León Gieco.

Pero necesitamos generalizar tanto. Corea misma es un ejemplo de violencia extrema en su historia reciente. La invasión japonesa (que incluyó episodios de violencia extrema y violación y esclavización de mujeres) y la posterior guerra civil que desangró a la península en los años 50 nos instalan en un contexto de violencia casi permanente. La guerra fría dejó también su impronta bajo la figura de sucesivos gobiernos militares y dictatoriales que mantuvieron al país “secuestrado” desde el punto de vista de la libertad política y sometido a una compulsiva (aunque exitosa) estrategia de desarrollo; todo ello sin duda produjo heridas profundas en la sociedad coreana. De hecho, hubo una resistencia, básicamente estudiantil, extremista y violentista; de la cual Simpatía por el señor Venganza ofrece un ejemplo en el caso de Cha Yeong-mi, la novia de Ryu y su grupo. Otro rezago de ese pasado en la vida cotidiana de los surcoreanos es el fanatismo por los videojuegos, la mayoría extremadamente violentos. Hace poco tuve ocasión de ver por la televisión –en el programa de Anthony Bourdain– lo común que es no sólo para los jóvenes sino también para parejas de enamorados, pasar el rato en cubículos donde comparten caricias amatorias viendo, al mismo tiempo, chorros de sangre en esos juegos. Todo muy divertido, en tanto supuesta sublimación de una violencia estructural que se mantiene en ese y otros países asiáticos “emergentes”.

Estos no sólo son condicionantes que explican la ultraviolencia en estos filmes y su éxito de taquilla en su país de origen y similares. La violencia en la obra de Chan-wook Park no sólo mira al pasado, sino también al presente. Estamos acostumbrados a pensar que desde la caída del muro de Berlín vivimos en una etapa de pacificación, en la cual los conflictos son de “baja intensidad” o se restringen a guerras limitadas dentro de una tendencia general basada en una economía global boyante; la llamada “pax americana”. Algo parecido a lo que el mundo vivió entre 1870 y 1914, época de la expansión imperialista europea, de paz general apenas entorpecida por guerras muy limitadas o incidentes diplomáticos, pero que apenas lograban ocultar el armamentismo creciente que llevaría al primer conflicto mundial. Hoy tenemos una expansión económica de ese tipo, pero con gastos militares crecientes e inimaginables. Según cifras del Banco Mundial para 2005, los Estados Unidos habían gastado 478.2 miles de millones de dólares en su presupuesto militar. Monto 10 veces superior a los de sus inmediatos seguidores, el Reino Unido, Francia, Japón y posiblemente China. (Ver Military expendidure: Appendix 8A; en PPP Rates: World Bank, World Development Report 2005: A Better investment Climate for Everyone, tablas 1 y 5, pp. 256-57 y 264). Y el presupuesto militar estadounidense no ha dejado de crecer desde entonces, debido al mayor involucramiento yanqui en Irak. Por otra parte, y según esta misma fuente, Corea del Sur figura en el puesto 11 del ránking de presupuestos militares en el mundo, con 16,4 miles de millones de dólares destinados para este fin; apenas un poco menos que sus antecesores, Rusia y la India, ni más ni menos. La historia enseña que tales gastos no son por gusto, sino que esos armamentos están allí para ser utilizados. Finalmente, Corea del Sur también sufre la presión permanente de su vecino del norte, un país pobre y aislado, que no ha resuelto aún el problema del hambre, gobernado por un dictador estrafalario y que –sin embargo– ya ha fabricado y probado su primer artefacto nuclear.

Sympathy for Mr. Vengeance

En un escenario de este tipo ¿podemos pensar que la violencia en los filmes del surcoreano Chan-wook Park son un juego gratuito o un mero entretenimiento para producir “estupefacción”, como sostiene Lipovetsky?

Para terminar, la historia de la cultura también ofrece ejemplos que vienen al caso. Me viene a la mente el famoso y polémico ensayo de Leonard Bernstein sobre la música de Gustav Mahler. Autor de sinfonías y canciones muchas veces deprimentes y angustiosas, cuando no negativas; pero compuestas en esa época optimista, feliz y pacífica de comienzos del siglo pasado, a la que hacíamos referencia. Años antes de morir, Mahler dijo “mi tiempo está por venir” y Bernstein, tomando esa frase escribió que “sólo después de haber pasado por la experiencia de los humeantes hornos de Auschwitz, los bombardeos fanáticos a las junglas de Vietnam, después de [la represión soviética a la revolución en] Hungría, Suez, la Bahía de Cochinos, el juicio farsesco [a los disidentes soviéticos] Siniavsky y Daniel…, el asesinato en Dallas, la arrogancia de [la política de segregación racial en] Sudáfrica, el escándalo Hiss-Chambers, las purgas a trotskistas, el Poder negro, la Guardia Roja, el acoso árabe a Israel, la plaga de macartismo, la… carrera armamentista– –sólo después de todo esto podemos finalmente escuchar la música de Mahler y entender de qué se trata todo esto” (“Mahler: His Time Has Come”, en High Fidelity Review, Septiembre de 1967).

De manera similar, es posible que tengamos que esperar acontecimientos iguales o peores para entender esa violencia que aparece una y otra vez en la obra de este notable director coreano. Y esperemos estar vivos (o haber sobrevivido) para entonces. Quizás este sea, en medio de todos nuestros problemas, uno de los pocos consuelos para quienes vivimos y pernoctamos en el sur.

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3 respuestas

  1. Avatar de stAin..

    aun vengo digiriendo OLDBOY pero si me muero de ganas de ver las otras dos, y mas aun “Im a Cyborg but Thats OK” que se ve delirante…
    estrenaran las otras partes de la trilogia? las traeran con un titulo decente?
    alguien dijo?
    venganza mortal I? y
    venganza mortal II?

  2. Avatar de Alex

    Señor Beteta,acabo de ver «Im a Cyborg but Thats OK» de Park Chan Wook y usted tendría para desmenuzarla como merece….un cambio de giro radical de Park Chan Wook quien se introduce en el mundo de la comedia romantica en el amor de dos orates (una mujer que se cree cyborg y un hombre que considera que puede robar «el poder» de cada persona) todo desarrollado en el universo de un manicomio, lleno de color y fantasia…

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