El curioso caso de Benjamin Button (2008)


the_curious_case_of_benjamin_buttonThe Curious Case of Benjamin Button
Dir. David Fincher | 160 min. | EE.UU.

Intérpretes: Brad Pitt (Benjamin Button), Cate Blanchett (Daisy), Tilda Swinton (Elisabeth Abbott), Taraji P Henson (Queenie Barker), Julia Ormond (Caroline), Elias Koteas (Monsieur Gateau), Jason Flemyng (Thomas Button), Jared Harris (Captain Mike).

Estreno en Perú: 22 de enero de 2009

Un primer punto sobre esta película es, pese a su anécdota central (tomada de un cuento de F. Scott Fitzgerald), su poca originalidad. Por otra parte, vi esta película luego de un saturante menú de películas surcoreanas, las que pese a su extrema estilización parecen realistas en comparación con este típico producto hollywoodense. Por más esfuerzos que hacía, no podía desprenderme de esa sensación de asepsia y fría perfección técnica (léase, cartón piedra) que caracteriza el cine industrial norteamericano. Sin embargo, si usted logra superar estos puntos débiles de la película, encontrará varios puntos de interés que hacen soportable y hasta relajante las casi tres horas que dura el filme.

The Curious Case of Benjamin Button

Un primer punto sobre esta película es, pese a su anécdota central (tomada de un cuento de F. Scott Fitzgerald), su poca originalidad. Perversamente, nuestro colega Antolín Prieto había apuntado hacia parecidos con Forrest Gump y Titanic; en ambos casos, por nexos marítimos y de carácter sentimental. A lo que podríamos añadir Meet Joe Black, otro filme –más meloso que los dos anteriores– en el que Brad Pitt interpreta a una muerte (masculina) enamoradísima, que llega para resolver los problemas de un millonario interpretado por Anthony Hopkins y que termina en un enredo inverosímil con su hija.

Por otra parte, vi esta película luego de un saturante menú de películas surcoreanas, las que pese a su extrema estilización parecen realistas en comparación con este típico producto hollywoodense. Por más esfuerzos que hacía, no podía desprenderme de esa sensación de asepsia y fría perfección técnica (léase, cartón piedra) que caracteriza el cine industrial norteamericano. De hecho, el comienzo es moroso y los primeros flashbacks son francamente lamentables y me recordaban a esos spots publicitarios que se retrotraen a la belle epoque para promover la compra de cervezas o cigarros. Incluso el principal «gancho» de esta cinta –el notable trabajo de maquillaje y los efectos especiales destinados a mostrar al protagonista con su reloj vital invertido– resultan, valga la redundancia, cosméticos y conforme avanza la historia, ciertamente van perdiendo su «efecto sorpresa».

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Sin embargo, si usted logra superar estos puntos débiles de la película, encontrará varios puntos de interés que hacen soportable y hasta relajante las casi tres horas que dura el filme. El principal es el ritmo que el director David Fincher impone a la acción; el cual es lento, pero no demasiado como para resultar aburrido. Hay una delicadeza y momentos de verdadero encanto en esta revisión vital de un personaje que, en otras manos, podría haber resultado anodino. Ello se acompaña por una partitura musical notable por su belleza y sutileza. También cabe resaltar un buen manejo narrativo, del tipo biopic, que muestra toda la odisea vital del protagonista. En general, es admirable cómo el guión logra prolongar la acción sin dejar de resultar interesante (por ejemplo, la coronación del aprendizaje sentimental de Button en Murmansk).

En este sentido, supera con creces a El amor en los tiempos del cólera, otro filme que trata de un amor que se posterga (aunque por muchos más años) y que marra lamentablemente por su sometimiento a una imposible adaptación pretendidamente leal a la famosa novela de García Márquez. Fincher, en cambio, toma un relato o narración menos pretenciosa para desarrollar a partir de ella una obra distinta, que no lo ate a condicionamientos que sólo pueden funcionar en la literatura (como es el caso en la cinta de Mike Newell).

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Y ya que –creo– no he logrado ser del todo imparcial en esta reseña crítica, concluiré con una apreciación totalmente subjetiva y personal. Lo que más me agradó de esta película fue la idea de que la muerte no es sólo (ni principalmente) el acto de morir, sino que ella se lleva de encuentro toda la vida; es decir, lo que hicimos o dejamos de hacer, lo que amamos, lo que aprendimos o conocimos, nuestros sueños… No importa que para ello se estructure una biografía en torno a una circunstancia disparatada. Todo ello desaparece; y lo triste es cómo el tiempo –en sentido correcto o no– se lo va llevando todo junto a la decadencia física o mental. Esta conclusión es ilustrada con tal sobriedad que justamente por ello llega a conmovernos. Rara sensación de autenticidad, pese a varios lugares comunes a los que nos tiene habituados este cine.

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3 respuestas

  1. […] ese sentido, la cinta que comentamos va más allá de lo logrado en El Curioso Caso de Benjamín Button, película que también se despliega a lo largo de una vida y que es narrada con calma y […]

  2. […] El curioso caso de Benjamín Button trata de la muerte, Solo un Sueño nos habla de la vida o, mejor dicho, de la muerte en vida. Lo […]

  3. […] Yo serví al rey de Inglaterra (Obsluhoval jsem anglického krále), vuelve sobre sus característicos temas del director. Adpatando nuevamente a Hrabal, Menzel nos presenta la historia de Jan Dítě quien solo tiene una obsesión en la vida, la de convertirse en un hombre elegante, disfrutar de los placeres del lujo aunque sea de pasada, olfateando manjares o deleitarse con la presencia de gente de sociedad. Su sueño arribista parece cumplirse cuando consigue trabajo en el hotel más lujoso de Praga. Ahí lo veremos metiéndose en diversas situaciones incluso cuando la era del nazismo se instala. Sin duda la mejor opción de la cartelera junto con la notable Changeling de Eastwood y a pesar de la llevadera pero sobrevalorada El curioso caso de Benjamin Button. […]

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