Sexo en la ciudad (2008)

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Sex and the City
Dir. Michael Patrick King | 145 min. | EE.UU.

Intérpretes: Sarah Jessica Parker ( Carrie Bradshaw), Kim Cattrall (Samantha Jones), Kristin Davis (Charlotte York), Cynthia Nixon (Miranda Hobbes), Chris Noth (Mr. Big), Candice Bergen (Enid Frick), Jennifer Hudson (Louise), David Eigenberg (Steve Brady), Evan Handler (Harry Goldenblatt), Jason Lewis (Jerry ‘Smith’ Jerrod), Mario Cantone (Anthony Marentino), Lynn Cohen (Magda), Willie Garson ( Stanford Blatch), Joanna Gleason (Therapist)

Estreno en Perú: 31 de julio de 2008

Desde el punto de vista del marketing es evidente que los productores se dirigen a un público femenino de mediana edad (40 a 50 años, pero con discutible apariencia treintona) y presentan a mujeres profesionales y exitosas en sus carreras, lo cual les acarrea emparejamientos más o menos tardíos y de cierta complejidad emocional; motivo por el cual también deben estar preocupadas por el mantenimiento de su cuerpo y apariencia. Lo interesante es que estas mujeres son muy distintas entre sí, pero al mismo tiempo, buenas amigas y compañeras solidarias; tolerantes de sus diferencias de caracteres, en parte debido a que su objetivo no es acceder a los placeres de Lesbos, sino atender o conseguir marido o pareja.

“¡Vuelven Carrie, Miranda, Charlotte y Samantha y en pantalla grande!” pareciera decirnos el afiche de esta película, que muestra a las populares protagonistas de la serie televisiva del mismo nombre, pisando fuerte e impetuosamente las calles de Nueva York, con sus resueltas sonrisas cuarentonas. Pero lo de pantalla grande no es muy exacto, ya que el tratamiento audiovisual de esta cinta sigue básicamente la misma pauta de la serie; es decir, antes que un filme para el cine parece una película para la pantalla chica. Y otra pequeña objeción tiene que ver con el título, ya que en todo el metraje no llegamos a ver sexo en ningún momento; es más, en la serie televisiva encontramos escenas más, digamos, explícitas –dentro de lo que cabe– que en esta versión cinematográfica. En cambio, lo que sí vemos son relaciones, o sea que un título más correcto sería “relaciones en la ciudad” o “amores en la ciudad”.

Precisados estos puntos, ya podemos ubicarnos en el terreno pantanoso de la comedia melodramática, espacio adecuado para revisar las relaciones de género y la imagen de la mujer que vende este filme. Desde el punto de vista del marketing es evidente que los productores se dirigen a un público femenino de mediana edad (40 a 50 años, pero con discutible apariencia treintona) y presentan a mujeres profesionales y exitosas en sus carreras, lo cual les acarrea emparejamientos más o menos tardíos y de cierta complejidad emocional; motivo por el cual también deben estar preocupadas por el mantenimiento de su cuerpo y apariencia. Lo interesante es que estas mujeres son muy distintas entre sí, pero al mismo tiempo, buenas amigas y compañeras solidarias; tolerantes de sus diferencias de caracteres, en parte debido a que su objetivo no es acceder a los placeres de Lesbos, sino atender o conseguir marido o pareja. En cuanto a los varones, estos caen dentro de un perfil corregido y aumentado de “varón domado” que pintó hace ya casi cuatro décadas Esther Vilar; la parte “corregida y aumentada” es el notable éxito profesional de las mujeres; pero con respecto a los hombres, estos son poco menos que sus esclavos. Así, los varones de estas alegres damas son ultracomprensivos, están sometidos sexualmente a sus mujeres y viven –en diferente grado y condición– bajo la amable tutela de éstas. Eso no significa que sean perfectos. Por ejemplo, uno de ellos se saca una canita al aire, luego de lo cual se lo confiesa a su mujer, hace una penitencia fuera de casa por algunas semanas y luego llega –oh milagro– la reconciliación. A otro se le ocurre mostrar su fragilidad emocional bajo un atisbo de duda y también debe padecer una expiación que durará más bien algunos meses; pero luego llegará también el perdón, con un par de zapatos de por medio.

Pero el gran atractivo de la película son, ciertamente, las mujeres. Su principal punto a favor es su solidaridad, incluso cuando una de ellas genera el principal problema de pareja en la cinta. El segundo es la “unidad en la diversidad”, es decir, la tolerancia y convivencia de mujeres de distintos perfiles bajo el manto de una amistad de hierro. Y el tercero es la idea de que el desarrollo profesional de las mujeres no se contradice con el consumo suntuario de bienes y servicios destinados a resaltar un determinado de atractivo patrón físico; enfundado en características personales muy diferentes. A veces tengo la impresión de que esas características provienen de estudios de mercado, los que habrían modelado una figura de mujer dominante, pero con característica adicionales muy diversas; por ejemplo: una extremadamente conservadora y partidaria del amor emocional y la familia (Charlotte), otra lo contrario: partidaria del amor libre y del sexo (Samantha). En el filme, Carrie resulta siendo la más equilibrada y cuestionadora, la intelectual del grupo; no obstante, esto no impide que revele una tremenda vulnerabilidad hacia su novio cuarentón, Mr. Big.

Otros puntos que promueve la película, más discutibles, tienen que ver con un enfoque más bien conservador. El primero es la firme defensa de la relación de pareja monogámica y del matrimonio. Incluso Samantha, quien no cree ni practica el matrimonio, en el filme defiende fieramente la lealtad con su amante, pese a su evidente deseo por su vecino. Este es el episodio más inverosímil de toda la trama, ya que se supone que esta amiga es la “todoterreno” del grupo y, sin embargo, no hace honor a su fama. Y, luego, decide separarse para a festejar su medio siglo de vida. O sea, que la película defiende la relación de pareja tradicional, monógama, cuando no el matrimonio, pese a todos los aires “liberales” que adoptan sus protagonistas (en la serie, que no en esta película). En segundo lugar, en la cinta el enfoque sobre los homosexuales es también estereotípico, ya que aparecen como hombres que quieren ser mujeres; quizás porque un perfil distinto les emparentaría con… ¿las parejas de estas simpáticas tías? Nuevamente, esa tolerancia con opciones sexuales distintas a las propiamente patriarcales, resulta aparente, ya que inclusive no se muestra –como en la serie– los afanes de alguna de las protagonistas por el lesbianismo.

En fin, una comedia sentimental, poco innovadora y más bien conservadora (al menos, con respecto a la serie), que se cuida mucho de hablar de sexo (¡y mostrarlo!), quizás para aprovechar la fama relativamente controversial de la serie y llegar a un público más amplio y hasta puritano.

Esta entrada fue modificada por última vez en 27 de enero de 2009 11:52

Ver comentarios

  • Me parece una mini serie de mucho exito en la actualidad, y hablando de los actores y actrices son muy buenos al menos Sarah y Chris.

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