Dir. Stephen Daldry | 124 min. | EE.UU. – Alemania
Intérpretes: Ralph Fiennes (Michael Berg), Jeanette Hain (Brigitte), David Kross (Michael Berg joven), Kate Winslet (Hanna Schmitz), Susanne Lothar (Carla Berg), Alissa Wilms (Emily Berg), Florian Bartholomäi (Thomas Berg), Friederike Becht ( Angela Berg), Matthias Habich (Peter Berg), Frieder Venus (Doctor), Marie-Anne Fliegel (Vecino de Hanna)
Estreno en España: 13 de febrero de 2009
Viajamos, otra vez, a los años cincuenta, más hacia el ocaso. Da igual si la película procede en realidad del quasi presente, 1995, porque una vez se asienta en 1958/59, allí permanece en nuestras retinas, aunque luego oscile entre la Alemania de los sesenta y de los ochenta. El lector es una película de esas que yo califico de valientes. Hay desnudos que le dan naturalidad a la interrelación entre los protagonistas. Oh, sí, algo inusitado hoy día en el cine. Hay contención y libros, (no me digan que esto no es coraje), hay ausencia de lo superfluo y de palabrería zumbona.
Me gusta esta temporada cinematográfica, porque las salas nos agasajan con gran cine, porque los Festivales se suceden con sus glorias y descubrimientos, sumando un cúmulo de citas que nos nutren como si fuera menester en este frío invierno. Estamos en el halo que extienden las nominaciones, a las que yo llamo premios, de la Academia y su parafernalia de estrenos. Además acaba de ganar el Berlinale otra película latinoamericana, la de Claudia Llosa, La teta asustada, que se ha alzado con el Oso de Berlín, y Perú está de fiesta. Me gusta Stephen Daldry, experimentado en la dirección teatral, que debutó en cine con la curiosa Billy Elliot; clavó una pica en Hollywood, gustó mucho a la crítica y al espectador con Las horas, literatura y cine, (premio mejor actriz para Nicole Kidman), y está luchando por conseguir adaptar el Pulitzer de Michael Chabon, Las asombrosas aventuras de Cavalier y Clay, más literatura y cine. Es británico. Me gusta Kate Winslet, hija del teatro, que se lleva todos los premios (bien merecidos), es arriesgada y real. Es británica. Claro que a ustedes les da un tanto igual lo que a mi me guste, pues esperan que les de cierta guidance y orientación sobre el nuevo estreno, halo galáctico de los Oscar (5 nominaciones) y Globo de oro 2009 para Winslet: El lector, (The reader), adaptación de la novela de Bernhard Schlink.
Viajamos, otra vez, a los años cincuenta, más hacia el ocaso. Da igual si la película procede en realidad del quasi presente, 1995, porque una vez se asienta en 1958/59, allí permanece en nuestras retinas, aunque luego oscile entre la Alemania de los sesenta y de los ochenta. En un recorrido cuyo motor son los recuerdos de un maduro Michael Berg (Ralph Fiennes, a quien cuesta ver comedido y sin taras psicológicas), nos situamos en la Alemania de la posguerra que intenta reconstruirse bajo impronunciables y secretos sentimientos de vergüenza. Arropada de colores acaramelados y suaves ambarinos (en la misma línea de la primera parte del Benjamin Button de Fincher), contrarrestando con el azul metálico del tiempo posterior, se desarrolla la secreta y muy trascendente relación de un muchacho de 15 años (un estupendo David Kross) y una mujer madura, Hanna, rígida, tendente a la desconfianza, atractiva y celosa de su privacidad, guardiana en todos los sentidos y con una necesidad entre imperiosa y expiatoria de que le lean libros que ella no puede leer, por ser analfabeta, algo que oculta a todos, y motivo por el cual deja los trabajos cuando es ascendida, y recibe una cadena perpetua. Un día del verano de su relación, Hanna desaparece de la vida de Michael abruptamente, sin avisar, sin despedirse casi, para volver a encontrarse en los tribunales 8 años después, en medio de los revueltos y revolucionarios sesenta, cuando los jóvenes echaban en cara a sus mayores la ceguera de todo un pueblo ante la barbarie nazi. En realidad es Michael quien encuentra a Hanna, sin que ésta sepa que el muchacho está observándola entre el público asistente a la vista por la que es juzgada por crímenes de guerra, junto a otro grupo de mujeres, por haber sido guardiana de campos de concentración. Michael la observa medio escondido, avergonzado, pero a la vez siniestramente lacerado aún por su deseo.
El lector es una película de esas que yo califico de valientes. Hay desnudos que le dan naturalidad a la interrelación entre los protagonistas. Oh, sí, algo inusitado hoy día en el cine. Hay contención y libros, (no me digan que esto no es coraje), hay ausencia de lo superfluo y de palabrería zumbona. Hay actores superlativos, y una Winslet vacía y dura, germánica en su cumplimiento del deber, aunque sea inmoral, férrea y sensual, fría y ardiente, trabajada con todo detalle en su personaje, auténticamente actriz, merecedora de un oscar que aúne su metamorfosis en Hanna Schmitz y la April Wheeler de Revolutionary Road. Me gustan estas películas de tono tan europeo e intimista, pero no menos apabullantes en su comunicado, que no reposan sobre elementos estéticos, muy al contrario en el minimalismo expresivo y la piel que dejan sus actores, en la implicación personal y talento de su director. Nútranse este invierno. No sé, digo.
Esta entrada fue modificada por última vez en 21 de diciembre de 2009 18:41
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Vengo de ver The Reader el fin de semana, y tengo que decir que me hizo cambiar de pelicula preferida para el Oscar. Primero, porque con una filmacion que no tiene la dosis de virtuosismo de B.Button o Slumdog, ni la denuncia expresiva de Milk o Frost/Nixon, se logra una historia que es seductora e intima y a la vez brutalmente honesta con justicieros, victimas y victimarios. Y segundo, porque Kross y especialmente Winslet trascienden los duelos actorales para darle a sus personajes un caracter casi literario, entrañable.
The Reader es el tipo de historia medida que - ojala me equivoque - la academia no suele premiar. Ironicamente, lo dice Lena Olin al final: "Quiere hacer catarsis? Vaya al cine."