La 24 edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG24), en México, tuvo fin el viernes pasado por la noche. Como ya sabrán, La teta asustada se llevó el premio a la mejor película iberoamericana y de mejor actuación femenina (Magaly Solier). Valentino y el clan del can, igualmente, se trajo un premio a casa en la categoría de mejor animación. Como le comentaba a Lucho Ramos, cuando me inscribí a esta primera edición del DocuLab no tenía expectativas sobre el taller ni el festival, pues no soy precisamente un erudito en lo que a festivales respecta. Mandé una carpeta con mi corto sobre la Oroya (La Oroya, aire metálico), además del proyecto de un largo documental en el que estoy trabajando (y espero terminar para fin de año): Pasco, herida abierta. Para gran sorpresa fui seleccionado y además de eso me ofrecieron ¡un pasaje de avión ida y vuelta! Sólo entonces me di cuenta de la magnitud del festival de Guadalajara, sin embargo aún me faltaba mucho por conocer de este monstruo.
Eduardo Cayo y yo fuimos los dos peruanos seleccionados al taller de formación documental, entre una gran cantidad de mexicanos y colombianos, principalmente, pues era el año conmemorativo del cine colombiano y una gran delegación suya estaba presente en tierras tapatías. En total 40 alumnos participamos del DocuLab, el cual se dividía en mesas redondas con realizadores de no ficción, talleres con especialistas en foto (Gerardo Barroso, mexicano); sonido (Jaime Baksht, mexicano); producción (Martha Orozco, mexicano); edición (Claudio Hughes, británico); distribución (Peter Broderick, norteamericano), además de las disecciones de 7 proyectos de documentales de los chicos y no tan chicos del laboratorio.
Asomarse a las fiestas por las buenas, o invadirlas por la puerta de atrás, resultó ser una buena opción para conocer a los programadores de festivales internacionales y dejarles tu trabajo como tarjeta de presentación. Sin querer me tropecé con los programadores del Festival de Cine Las Americas en Austin, Texas, del Festival de Munich, y del Festival Latinoamericano de Video de Rosario («no tenemos un peso, pero la vas a pasar increíble»). Huelga decir que, después de 10 horas de talleres y conversatorios, las fiestas al amanecer con todo incluido son la mejor forma de descansar hasta el día siguiente e integrarse a los condiscípulos del taller.
Y ya saben para la próxima: «El cine en marzo, en Guadalajara!»
Esta entrada fue modificada por última vez en 17 de enero de 2013 14:14
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