James Whale fue un de los tipos más excéntricos y misteriosos del Hollywood de los años ’30. Tal vez por ello la extraña sensibilidad que se desprende de sus cintas de terror sobrevive en la memoria mucho mejor que las películas con las que tentó otros géneros. De entre todas, quizá la que más destaca es La novia de Frankenstein, la segunda película que realizó inspirado en el personaje de la escritora Mary Shelley.

Si bien la primera se mantenía un tanto más fiel al texto original y más ortodoxa al estilo impuesto en el cine de ese entonces, esta otra película se desmarcaba irrespetuosamente hasta convertirse en un delirio supremo. La melancolía y desarriago del protagonista, encarnado por Boris Karloff, convivía con la locura megalómana del Doctor Pretorius, un antecedente de todos esos locos que abundan en las ficciones contemporáneas sobre la paranoia científica. La cumbre del experimento de Whale resultó siendo esta prometida de peinado psicodélico, que le dio a la actriz británica Elsa Lanchester, un lugar en el corazón de innumerables cinéfilos en épocas posteriores.

Ahora el recuerdo de esa obra maestra parece sacudirse un poco ante el anuncio de la Universal y la productora Image, de que vienen trabajando en una nueva versión de esta historia. Es más incluso se ha corrido el rumor de que desean delegarle las funciones de director y guionista al ilusionista Neil Burger. La verdad es que con su nombre de por medio suena interesante la idea. Necesaria un relectura o no, podemos recordar que el amante de los trazos gruesos, Mel Brooks, hizo a su modo una suerte de homenaje en la memorable Frankenstein Jr en 1974.

(Vía Extracine)