Festival de Lima 2011: Música campesina

Musica campesina

Musica campesina
Pablo Cerda es Tazo, Alejandro Tazo, un chileno perdido en Nashville

Música campesina: irse para volver (o nunca más volver)

Creo que uno vale en este oficio no tanto por lo mucho que presume de las películas que ha visto, sino por lo capaz que es de demostrar su amor por el cine (y, claro, por la vida). Y al final, las grandes carreras cinematográficas son memorables por lo que son capaces de desvelar, por su extraordinario talento para mostrar una moral, una cosmovisión individual (que resulta siendo un anhelo colectivo, una suerte de conjunción cósmica).

Música campesina, el tercer largo de Alberto Fuguet (que se estrena en el Festival de Cine de Lima), es una película que me ha afectado. Mucho. Más de lo que hubiera esperado. Luego de Se arrienda y Velódromo, llega esta cinta, rodada en Nashville, en una semana, con bajo presupuesto y moral garage (en la onda Cinépata, que Fuguet ha contribuido a popularizar en el cine latinoamericano en estos últimos tiempos), que narra la historia de Alejandro Tazo, un chileno que intenta sortear las peripecias y avatares del exilio (y una relación sentimental abruptamente concluida) en los Estados Unidos, pero también encontrarse consigo mismo en este trayecto inesperado, con tiempo de expiración incierto.

Tazo (interpretado por un soberbio Pablo Cerda) intenta olvidar, pero se nutre de la nostalgia. Un amor que se fue, que partió (y lo partió) da vueltas en su cabeza, pero lo conecta con episodios de soledad, los cuales a su vez se unen con el desarraigo y la búsqueda de un lugar. La necesidad material a la que Tazo se ve sometido (que lo fuerza a transitar por las fases más duras de la inmigración) se agudiza por el vacío y la incapacidad de conectar con los demás (también con el idioma inglés, que lo habla apenas, pero lo agota mentalmente). Perdido, sí (sello característico de los personajes de Fuguet), pero no solamente por razones emocionales.

En Nashville la vida suena y pasa a ritmo de country. Entre moteles y freeways, en comida rápida, pero también con melodía. «Música campesina» tiene una poderosa banda sonora, una selección inspirada propia del género, pero sobre todo a partir de los silencios, el ruido de las calles, el susurro doliente y emergente de las tardes y, claro está, los bailes a punta de guitarra y voces aguardentosas. Pero un desarraigado –que padece de incomunicación– siempre vuelve a sus orígenes, navega en ellos en momentos de urgencia (y en modo bilingüe).

Una escena inolvidable es aquella en que suena Leonardo Favio, mientras Tazo desparrama sus recuerdos y sus divagaciones ante una argentina en un paseo campestre. La última escena, en cambio, con el protagonista encaramado en un bar semi desierto, con una guitarra, en la incertidumbre del retorno, cantando una cueca chilena, es desagarradora y demuestra la destreza de Fuguet tanto para componer profundos retratos de melancolía, sino un oído envidiable para captar melodía y procesarla para el espectador.

«Música campesina» recuerda en varios momentos a «Missing», libro increíble y de inclasificable género, que cuenta en varios tiempos (y con espectacular sentido del tempo) la búsqueda que Fuguet hace sobre de su tío Carlos, extraviado/exiliado por voluntad propia en medio del american dream. Pero también es devota/debitante del espíritu de las road movies, esos largos paseos en los cuales interactúa, los diálogos casi autistas con aquellos slackers con quienes convive, esas escenas de bares con humo y gente que escucha country. Ese aroma melancólico, donde el protagonista agudiza su sensación de desaliento y su anhelo por conectar, son el terreno donde todo conspira en su contra (aunque parezca lo contrario): el idioma, la falta de dinero, la falta de papeles, la falta de emoción.

Alejandro Tazo quiere amar América, no tanto por América en sí, sino por un lugar para reconectar. Pero la vida sigue, la gente sigue. Alejandro se queda solo, mientras la música sigue. Él canta, pero su voz es solo un murmullo, que a lo sumo se convertirá en testimonio de su propia pesadumbre. «Música campesina» es sobre ir y venir, sobre tratar de volver (pero en el fondo nunca más volver). El tiempo, finalmente, siempre lo destruye todo.

Musica campesinaDir y guion: Alberto Fuguet | 100 min. | Chile | 2011
Director de fotografía: Ashley Zeigler
Edición: Sebastián Arriagada
Música: Gustavo Leon-Capedeville

Intérpretes: Pablo Cerda, James Cathcart, Cole Kinnear, Ezra Fitz, Karen Davidovich Whitehouse


Funciones en el Festival de Lima, agosto 2011:
– Centro Cultural PUCP – Sala Azul, domingo 7, 6:15 p.m.
– Centro Cultural PUCP – Sala Azul, martes 9, 10:00 p.m.


4 respuestas

  1. […] dos películas como presentaciones especiales: Música campesina, del chileno Alberto Fuguet; y la española Kalte de Ramón […]

  2. Avatar de Rómel Zulka Ricra
    Rómel Zulka Ricra

    La escena donde Alejandro Tazo (Pablo Cerda) camina por medio de la pista entre los vehículos se parece mucha a la escena donde Don Fico (Carlos Gassols) en Octubre camina por el paseo de la república en medio de los carros, asado de su vida.

  3. […] This post was Twitted by sientemag […]

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