Libro «El cine de animación en el Perú», una publicación indispensable

Libro “El cine de animación en el Perú”

Libro “El cine de animación en el Perú”Con mucha sorpresa nos enteramos de la reciente publicación del libro de Raúl Rivera Escobar, un enorme esfuerzo de investigación de la producción animada en el Perú.

Proyectos como este son indispensables para conocer nuestra historia audiovisual, y conocer sobre todo a los creadores que pusieron los cimientos de una industria que aún sigue en proceso de desarrollo.

En las 315 páginas del libro «El cine de animación en el Perú» abundan las revelaciones.
Por ejemplo nos enteramos que fue en 1952 que se realizó la primera producción animada en el país y que el primer largometraje de animación es anterior a «Piratas en el Callao».

Luego de contactar al autor, un entusiasta historiador del arte, nos reunimos con él, en un café, para conversar y adentrarnos en el mundo de la animación peruana.

Raúl, cuéntanos un poco de ti.
He publicado algunos libros anteriormente: “La caricatura en el Perú. El periodo clásico” (2005) y “La era silente del dibujo animado” (2007). También colaboré como dibujante en diarios y en la revista “Monos y Monadas”.
Siempre me ha gustado la animación, desde chico, sobre todo la animación de Hanna-Barbera, me impacta mucho su sencillez. Creo que lo sencillo impacta más que lo complejo, visualmente hablando. Como los diseños que hacia Ed Benedict, de “Los Picapiedras” o “Don Gato y su pandilla”, todos elementales, basados en la animación limitada de los años 40 y 50, y el uso de esa línea gruesa que tiene un peso visual bastante acentuado. Y naturalmente Walt Disney y la animación de inicio de los 60, todo eso me fascina.

¿Cómo empezó la elaboración del libro? ¿Cómo encaraste un trabajo tan complejo, que además no tenía precedentes?
Precisamente por eso, en realidad no había precedentes en términos de lo que es investigación sobre dibujos animados o historia de los dibujos animados en el Perú. Los únicos antecedentes que tenemos son los trabajos de Nelson García, quien escribió artículos sueltos, principalmente sobre los cortos a partir de la ley de 1972. Pero anterior a eso no había nada.

Necesitaba un tema para mi tesis de graduación y encontré que este era un aspecto poco estudiado dentro de la historia del arte. Comencé a investigar, sin saber prácticamente nada sobre la animación peruana. Lo primero que hice fue visitar a Benicio Vicente, un conocido productor de animación, uno de los más grandes que tenemos. Y fue él quien me dio datos sobre Nelson García y ahí empecé la investigación. Buscaba información y a veces hasta buscaba en la guía telefónica, en la Reniec, como en el caso de Rafael Seminario, que fue mi hallazgo más importante.

¿Cuánto tiempo te demoró realizar el libro?
Desde que empezó el proyecto fueron dos años. Alrededor de un año haciendo entrevistas, sobre todo tratando de encontrar gente. Por suerte, una gran mayoría de personas que han participado en la historia de la animación desde el año 1952, viven todavía y muchos me han ayudado de una manera muy desinteresada, con entrevistas por teléfono, en persona, por internet con gente que no está en Perú. A veces también recurrí a archivos, principalmente de la Universidad de San Marcos, del archivo de El Comercio -bastante grande para poder investigar- la biblioteca del Instituto Peruano de Publicidad – IPP, que también me dio muchos datos sobre animación en los 90. Felizmente en esos años había una revista sobre publicidad, «17.65%», que hasta ahora existe, esa fue una fuente importante de datos sobre animación publicitaria, la cual tiene una relación bastante directa con la animación de entretenimiento, van paralelas.

Entonces, en el año 2009 ya tenías terminado el libro y sólo necesitabas un editor.
Inicialmente el libro había sido acogido por el Instituto de Investigación de las Comunicaciones de la Universidad San Martín, pero no salió nada. De ahí lo presenté a la Universidad Alas Peruanas, donde tuvo buena acogida. Demoró un poco el proceso porque hubo cambio de director, pero finalmente se publicó en el 2011. Tuve el apoyo decidido de Omar Aramayo, el director del Fondo Editorial.

Raúl Rivera
Raúl Rivera Escobar, autor del libro "El cine de animación en el Perú".

Los inicios

En el libro indicas que para ti la animación peruana se inicia de alguna manera en las cuevas de Lauricocha. ¿Cómo es eso?
Sorprendente pero real. No hay una conexión directa con toda la evolución a partir de la creación del cine (a fines del s. XIX), pero sí se puede consignar como parte del desarrollo de la animación, incluso hay algunos libros que hablan del arte mochica como un antecedente lejano de lo que es animación, comparable incluso con lo que se hacía en Roma, o en Grecia, donde había mucha tendencia a plasmar el movimiento de las imágenes en cerámicas.

Está por ejemplo esa imagen mochica de la hominización del frejol, que es como una secuencia de animación.
Es extraordinario. Justamente ahora un animador, Rafael Besaccia, ha hecho una serie de trabajos sobre arte moche las cuales ha animado. Porque el arte moche es extraordinario, pues se presta mucho al movimiento. Uno ve las escenas y parecen listas para cobrar vida, son como instantes de vida que están ahí, detenidos en el tiempo.

¿Qué te llevó a incluir la animación publicitaria dentro del cine de animación? Antes no se le había tomado en cuenta, por ejemplo en los trabajos de Nelson García.
Sí, Nelson García reconoce que cometió un error al no tomar en cuenta el cine publicitario anterior a 1972 como parte de la historia de la animación. Yo tenía una duda al comienzo, pues no sabía si dividir el trabajo en animación publicitaria, y de entretenimiento. En primer lugar, la primera película de animación que se hace aquí es publicitaria: “Sorpresas limeñas”. A partir de ahí me di cuenta que tanto la animación publicitaria como la de entretenimiento han ido de la mano.

Justamente quería hablar sobre eso, según tu investigación lo que da inicio al cine de animación en el Perú es “Sorpresas limeñas”, de Rafael Seminario.
Así es, aparentemente la película es del año 1952, pero es un dato no confirmado. Sorpresas limeñas se estrena públicamente en 1957, pero el año 1953 se menciona en el diario Última Hora una película de animación de Rafael Seminario del año anterior, y esa sería la primera película de animación que se hace en el Perú, con animación en colores, con sonido y todo. Y además muy bien hecha, pues Seminario es muy buen artista. Pero él mismo no lo recuerda, pues ha hecho tanta animación publicitaria. Son cientos de animaciones que produjo en esos años.

Es decir que, dentro de la investigación, ese sería el disparador del cine de animación.
Si, antes de 1952 no se ha hecho nada, aunque hubo proyectos fallidos, como “El Perú ante el mundo”, que era un proyecto cinematográfico que abarcaba documentales, que iban a reflejar al mundo lo que era el Perú evolucionado de la época de Leguía. Eso fue en 1924, auspiciado por el diario “La Prensa”, y finalmente resultó ser una estafa: el encargado -un español llamado Gabriel España- iba a las locaciones con una cámara sin rollo (risas). Uno de los proyectos era hacer dibujos en movimiento y finalmente no se hizo nada.

Lo que si se puede ver es el cortometraje animado “Pacto Andino”, que está en YouTube
Claro, el mismo Rafael Seminario dirigió la primera película no publicitaria, “Pacto Andino”, en 1976, que fue mandada a hacer por el Acuerdo de Cartagena (la actual Comunidad Andina de Naciones).

Es sorprendente, porque tiene vitalidad, el dibujo animado está bien desarrollado.
Tiene gracia, sobre todo en el diseño de los personajes, el tratamiento de la acción es muy bueno. Seminario es un artista extraordinario, comenzó como caricaturista de periódicos, era pintor al óleo, un gran pintor.

En esas primeras décadas hubo mucha gente trabajando, pero hay algunos personajes clave sobre los que vuelves siempre (Sadi Robles, Rafael Seminario, Félix Nakamura, Benicio Vicente, Hugo Guevara, Pedro Vivas). Ellos eran básicamente autodidactas, incluso mencionas que alguien aprendió a través de cursos por correspondencia de Continental Schools.
Sí pues, en ese tiempo no había escuelas. El primero que funda una escuela es Seminario, en 1976 o 77, en la avenida Arenales, un sitio donde él enseñaba animación a gente que finalmente acababa reclutando para sus películas. Él trató de hacer un largometraje llamado “Sigfrido”, de ese largo solo queda una presentación de un minuto en blanco y negro, aunque iba a ser a colores. Lo que se ve es una animación muy buena.

Después, en 1976 está Fernando Gagliuffi que hace “Facundo”, que lo mencionas como la primera película de autor.
Yo no, fue Nelson García quien lo menciona como el primer cineasta de autor. Como se ha dado muchas veces es un corto de un estudiante. Él estudiaba arquitectura en Inglaterra y en un curso se le ocurrió hacer una descripción de las viviendas populares en Lima. Es un corto pequeño, a las justas dura 5 minutos, y efectivamente es una interpretación personal del autor, ya no es por encargo de nadie, sino una visión personal acerca de la realidad nacional en esa época, algo muy importante, casi un hito.

Esa es la historia de los 70, donde todos trataban de hacerse de un espacio, incluso algunos de los animadores emigraron, como por ejemplo Nakamura que se fue a Venezuela.
Es verdad, y esto porque de otros países contrataban empresas peruanas para realizar cortos publicitarios de animación. Ellos generalmente no te mencionan «corto», sino “cuña”, que es de una duración menor. Son breves segundos de animación, pero la calidad es muy buena. De los años 60 se conserva poco pero he visto cosas muy buenas. Sadí Robles es quien tiene bastantes cuñas de esa época.
Hablando de Nakamura, él tenía información de lo que se hacía en estudios como los de Jorge Caro, que es un argentino que estuvo desde 1955 hasta el 61 haciendo películas de animación en Perú. Notable animador y poco reconocido.

También se puede ver en internet la secuencia inicial animada de la película El embajador y yo (1966).
Claro, muy bueno. Esa es de Seminario, él tenía un estilo muy ágil para hacer animación, daba mucha vida a los personajes.

Otro tema a mencionar es la ley 19327 de 1972, que es la que da el impulso a la producción de animación no publicitaria. Precisamente la primera película de animación no publicitaria («Pacto Andino») se da bajo la ley. Durante todo ese periodo en que la ley ha tenido vigencia, se han rodado una serie de cortometrajes precisamente gracias a ella, cosa que de otra manera hubiera sido difícil. Con sus pros y sus contras la ley de cine 19327 ha sido buena en el Perú, pues ha producido cine.

En 1975 llega, de manera un poco azarosa, el uruguayo Walter Tournier quien vivió acá diez años. Trabaja la animación desde otra óptica. ¿Influyó su trabajo en otros?
Hasta ahora recuerdan mucho a Tournier pues él en realidad comienza el proceso de diversificación en la producción de animación. Originalmente todo era la animación de dibujos, hasta el año 1980 cuando Tournier hizo su película “El cóndor y el zorro”. Entonces la animación de recortes, muñecos de plastilina y la explosión artística comienza a raíz de la llegada de Tournier, y eso incentiva mucho a otros artistas de los 80 y 90.

Un corto como Nuestro pequeño paraíso es simple pero potente.
Es una puesta en escena sencilla. Es solamente un personaje que se mueve frente a un televisor, y al final ya se vuelve un poco más compleja, pero la mayor parte es una animación bastante elemental. Es también por eso que tuvo un efecto tan contundente en el público, el hecho que sea una cosa tan sencilla, tan elemental, pero a la vez tan cargada de significado.

Creo que ahora existe un ambiente más propicio, aparece por ejemplo “Turn On” de Henry Gates, que es un buen trabajo.
Él es un animador muy creativo, y si hubiera una manera de financiar sus ideas de animación sería extraordinario, así como Jossie Malis, que también es muy bueno, de lo mejor. Henry ahora está más metido en lo que es publicidad, y no tanto en entretenimiento.

La animación digital

Llegamos a los años 80, donde entra la animación por computadora y se empieza a encarar de una nueva forma el proceso de animación. ¿A partir de entonces la cosa se amplifica tanto que ya es difícil seguir la pista de todo lo que se hizo?
En realidad es a partir de los 90; porque en los 80 queda el testimonio de gente y los escritos de Nelson García. Los 90 tienen tal auge en el nivel de animación que aparecen estudios por todos lados, pequeños, grandes, medianos, y no se puede hacer estadística de lo que producen dentro de la publicidad. Entre 1984 y 1985, Hugo Guevara es uno de los primeros que trae computadoras. Hay que tener en cuenta que en ese tiempo las computadoras eran pesadas, caras y aparatosas. Hacer un logotipo era todo un triunfo, uno se trasnochaba para eso. Sin embargo la gente maravillada, porque era un gran logro ver un logotipo dando vueltas (risas).

Pero me olvidaba que en 1987 hay un corto que es “El perfil de lo invisible” de Gonzalo Pflücker. ¿Has podido verlo?
Hasta donde sé no se conservan copias. Tal vez la tenga Telecine. Lo que sí vi es una serie de diseños que Gonzalo usó como base de arte para la película, que consiste en contrastes de blanco y negro que es lo más resaltante, la presencia de animales, felinos. Ese corto también recibió un premio.

También está Pepe San Martín, que desarrolló una labor de enseñanza en los talleres del Centro Cultural de la Universidad Católica.
Si, él enseñó mucho de animación en la Católica y en varios sitios, creo que también en la Toulouse Lautrec, junto con Javier Prado. Además hizo animaciones en los años 90, con dibujos, muñecos y otras técnicas, creo que hizo algo sobre los Derechos del niño.

Hizo un mediometraje que se llamaba “Pintando nuestros derechos”.
Claro, lo de los Derechos del niño fue con Juan Acevedo.

Hay un dato en el libro que quería mencionar, el caso de la actual congresista Lourdes Alcorta que estuvo inmersa en la animación hace tiempo.
Si pues, nadie se lo imagina, ella era guionista. Lo que pasa es que había un estudio pequeño de animación en canal 7, en lo que era Enrad Perú, se fundó en los años 70. Ahí ella hacía guiones. Se había planeado hacer presentaciones de programas, publicidad, pero al final hicieron muy poco.

«Al encuentro con Jesús», el primer largometraje animado hecho en el Perú.

De acuerdo a tu investigación es Javier Prado quien realiza el primer largometraje animado, Al encuentro con Jesús, un año antes de “Piratas en el Callao”. Ese es un datazo.
Claro fue en 2004, era una película animada hecha en 2D.

Incluso se pasó por televisión, por América Televisión, dices que duraba 74 minutos.
Así es, hicieron un trabajo bueno, a pesar de tener poca preparación. Fue por encargo por supuesto, por encargo de la iglesia católica, La iglesia supervisaba permanentemente como iba la película, para prevenir cualquier exceso (risas). Esto lo habían planeado inicialmente como una serie de animaciones independientes para CDs multimedia, pero luego lo juntaron.

Tenemos que hacer un especial de esa película, buscaremos a Javier Prado de hecho.
Claro, va por partes pero es una historia completa, sobre la búsqueda de un niño de las cuatro partes de un corazón, y ahí entraban secuencias de la vida de Cristo.

Luego ya viene el trabajo de Alpamayo y llegamos al presente. ¿Cómo ves el escenario actual de la animación en el Perú? Muchos tienen un proyecto de largometraje bajo el brazo.
Claro, hay por ejemplo un proyecto muy bueno: Magus ex Machina.
Pero sabes, lo importante es que hay iniciativa. Mucho se ha criticado las películas de Alpamayo, con toda razón, pero justo hablaba la vez pasada con Nelson García que aquí lo que hace falta es una escuela de guionistas. Las películas de Eduardo Schuldt, por ejemplo, que cuentan con todos los recursos posibles, pero posiblemente les hace falta un mayor desarrollo del argumento, del guión, y el manejo de situaciones humorísticas que es muy importante en una película de animación. Le falta un poco de madurez. Pero todo nos sirve, incluso los errores que se cometen nos sirven como aprendizaje para hacer un mejor cine. Posiblemente escogiendo mejores temas, mejores argumentos y guiones se pueda mejorara mucho.

Además ahora es más fácil acceder a la realización.
En general hay mucha creatividad de la gente y los recursos que ahora tenemos son mejores que en el pasado, cuando el acetato era carísimo. Ahora todos tenemos una computadora en casa, todos pueden hacer animaciones simples con sus propios personajes. Pero no debemos detenernos en eso, hay gente que hace stop motion como Henry Gates, recursos hay, pero hay que encaminarlos bien. Hay inversión, hay financiamiento para hacer largometrajes y eso es extraordinario.
Otra cosa importante es la organización de festivales de animación, eso sirve mucho para promover el trabajo de la gente que recién se inicia, para conocerlos.

¿Y en relación a las historias?
Creo que la gente le tiene mucho miedo a lo que son historias locales, sin embargo vemos que el cine mexicano, el cine chileno, utilizan elementos autóctonos y los internacionalizan. Nosotros tenemos miedo de eso, por eso nos centramos en temas como «Valentino y el clan del can», ese tipo de argumentos. Yo pienso que podrían rescatarse temas de acá, temas locales, de repente a partir de leyendas antiguas. Hay un montón de historias muy buenas que pueden llevarse a la animación. El trabajo de Tournier por ejemplo, «El cóndor y el zorro» es una historia de acá y tuvo éxito internacional, incluso tuvo un premio en el Festival de La Habana.

Está por ejemplo el proyecto Qary Layqa, de Erick Alí y Roberto Barba.
Sí, hay trabajos muy buenos, Yawarpampa, campo de sangre, de Luis Domínguez y Roberto de la Puente por ejemplo, donde han utilizado un estilo tipo anime, pero tocando temas locales. Hay que hacer eso, yo no sé porque se tiene miedo de tomar leyendas, nuestro folklore es riquísimo como para tomarlo como argumento para películas de animación.

Y ya para terminar, ¿dónde podemos encontrar el libro?
Cuesta 35 soles, y se puede encontrar en la cadena Zeta Bookstore, en la librería Época del Óvalo Gutiérrez y en la cadena de libros El Virrey.
También quiero hacer un ciclo de animación peruana histórica en el ICPNA de Miraflores, estoy viendo si se puede programar uno o dos días, las cosas más antiguas, cosas que tiene en su archivo Sadi Robles, las animaciones de Seminario y otros.

Muy bien, estaremos al tanto de ese evento y muchas gracias por contarnos cosas tan valiosas del cine peruano.
Gracias a ustedes.

Libro: «El cine de animación en el Perú. Bases para una historia» (Fondo Editorial Universidad Alas Peruanas. Lima, 2011), de Raúl Rivera Escobar (Lima, 1968).

Raúl Rivera
Raúl Rivera, entrevistado por Luis Ramos.

Entrevista y edición: Luis Ramos y Laslo Rojas
Fotos: Laslo Rojas
Transcripción: José Carlos Ramos


4 respuestas

  1. […] Escobar, un peruano que conoce tanto como él del tema. Por si no lo saben, Rivera es autor de “El Cine de animación en el Perú. Bases para una historia”, publicado en 2011, libro donde revela muchos detalles de la evolución del cine animado en nuestro […]

  2. Avatar de Retro
    Retro

    Y dónde quedó PROCESCA FILMS el primer Instituto Superior de Cine Animado en el Perú en 1978??????

  3. Avatar de Pero
    Pero

    Nose si en ese libro mencionen a John Polar de Arequipa, pero sino deberian, el es un veterano y genio de la animacion y la historieta en el Perú.

  4. Avatar de Ricardo Bedoya
    Ricardo Bedoya

    Hola Luis y Raúl

    En efecto, el libro de Raúl es verdaderamente indispensable.

    Les envío una pequeña ficha de «Sorpresas limeñas» y el comentario que publicó «Extra» sobre la película de Rafael Seminario el día 8 de mayo de 1957.

    «Sorpresas Limeñas». Cortometraje de animación. Dirigido por Rafael Seminario Quiroga. Producida por J.R. Lindley e Hijos S.A. Argumento de Johnny Lindley. Música de José Morelli. Duración: 5.30 minutos.

    Comentario de «Extra»

    «Quien ha convertido en una realidad los dibujos animados nacionales es un joven limeño, que recientemente ha cumplido los 28 años de edad. Rafael Seminario Quiroga -el artista de quien tratamos- jamás ha asistido a escuela de arte alguna, pero su producción artística es sorprendente. Rafael pinta cuadros al óleo, al pastel y a la témpera; dibuja, crea, modela e ilustra historietas proyecta campañas publicitarias y ejecuta caricaturas internacionales, esculpe en mármol, modela en arcilla y -por ultimo- ha producido una pelicula de dibujos animados de corto metraje y en colores, explotando íntegramente motivos y personajes peruanos, cuya calidad nada tiene que envidiar a los mejores cartones cómicos del cine norteamericano y es superior, por otra parte, a muchas de las producciones comerciales que en esta especialidad exhiben ias salas cinematográficas de Lima.
    (…) Muy pocos son los que conocen la gigantesca obra de Rafael Seminario. Su produccion se inició hace catorce años y continúa incesante. Una de sus primeras concepciones fue un Cristo Crucificado, pintura que está considerada por los artistas más destacados del Perú, como una de las mejores producidas en nuestro país. Rafael posee una gran sensibilidad por todas las manifestaciones románticas. La música y la belleza lo absorben casi siempre.
    Pero afirmar que Seminario es un romántico en todo momento es una equivocación, pues su romanticismo no es ninguna barrera para que se cotice como uno de los dibujantes publicitarios mas caros del país. Tal vez debido a sus elevados honorarios, sus producciones son costeadas sólo por grandes empresas.
    «Yo creo -explica R. sobre este punto- que todos los dibujantes peruanos deben hacer valer sus producciones, ya que éstas, cuando están bien logradas, se supone que van a rendir enormes beneficios económicos a las empresas comerciales».
    El auspicio de una importante firma nacional, fabricante de bebidas gaseosas, ha permitida a Rafael Seminario lograr su primera película de dibujos animados y la primera a su vez con que cuenta la cinematografia nacional. Es curioso anotar que la cámara ha trabajado con buenos enfoques en esta producción animada en colores. El costo de Sorpresas limeñas -asi ha titulado R.S. a su primera producción- está estimado en más de 150 mil soles, pero sus ventajas publicitarias han de superar esa cifra.
    (…) De cabellos ondulados, ojos oscuros, labios gruesos y sin ninguna de las astumbres que se atribuye a los artistas: beber, fumar, tomar café o llevar una vida bohemia, Rafael Seminario, confiesa tener un gran defecto: abarcarlo todo y sentir temor por no dominar nada. Rafael tiene una gran indiferencia por la ortografia y sostiene con ella una encarnizada lucha. Dice ser pesimista, pero a pesar de sus «tardes nostálgicas» -como él las llama- es un gran artista, un verdadero artista que no cree en la incompatibildad del arte recreativo y del arte comercial. Este último concepto lo ha llevado a hacer realidad el sueño de los dibujos animados en el Perú.» (Extra, 8 de mayo de 1957).

    Lo he tomado del libro «El cine sonoro en el Perú».

    Saludos

    Ricardo Bedoya

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