Balance 2013, según Javier H. Estrada


Cada final de año suelo pensar lo mismo: vivimos una era cinematográfica magnífica, uno se siente afortunado de ser testigo de la tremenda variedad de propuestas que llegan desde cualquier lugar del mundo. 2013 no ha sido una excepción. Algunos entenderán este comentario como una muestra de idealismo excesivo, pero en este sentido soy tajante: los que piensan que el cine está en crisis (en términos cualitativos) deben culparse a sí mismos por no saber buscar.

2013 fue un año tan bueno como cualquier otro. Pensamos que el cine atraviesa una edad dorada cuando nuestra cinefilia se mantiene en pleno apogeo, cuando tenemos la fortuna de movernos para buscar películas y la curiosidad para introducirnos en todo tipo de cinematografías, de géneros y duraciones (tantas veces obviamos injustamente y para nuestro propio perjuicio a los cortos y mediometrajes…).

Norte the End of History, de Lav Diaz.

Sí, 2013 fue tan apasionante como cualquier otro año de cine, pero al mismo tiempo tuvo un buen número de peculiaridades. En primer lugar, el pasado mes de febrero murió el gran maestro ruso Aleksei German. El festival de Roma proyectó después su película póstuma, Hard To Be a God, obra maestra de ciencia–ficción ambientada en un planeta lejano que en realidad funciona como una lúcida advertencia sobre lo que sucederá en la Tierra si seguimos menospreciando la cultura y maltratando a los artistas.

Mi otra película favorita del año (y el filme más importante del festival de Cannes) fue Norte, the End of History, del genial Lav Diaz, una trasposición del Crimen y castigo de Dostoievski a las Filipinas contemporáneas, la obra más exigente en términos éticos y formales. Justo por detrás situaría Zanj Revolution, del argelino Tariq Teguia. Se trata de una reflexión profunda y furiosa sobre el pensamiento árabe contemporáneo, sus contradicciones y encrucijadas, la película que el cine magrebí necesitaba en estos momentos turbulentos.

También querría valorar el comportamiento de tres cinematografías concretas. Aparte de Hard to Be a God, Rusia exportó trabajos tan importantes como la excelente puesta al día del realismo socialista, For Marx… (Svetlana Baskova); la comedia documental Nepal Forever (Aliona Polunina); o la delirante crítica a los poderosos de cualquier lugar del mundo, Birmingham Ornament 2 (Andrey Silvestrov,Yury Leiderman).

Como cada temporada, Francia volvió a demostrar que su cultura fílmica está claramente por delante del resto. El respeto por este arte que demuestran tanto sus instituciones como sus medios de comunicación, el ímpetu por integrar el cine en su modelo educativo y sus sistemas de ayudas estatales y regionales tienen mucho que ver a este respecto. La cosecha fue de nuevo impresionante, y agrupó a cineastas veteranos como Claude Lanzmann (Le dernier des injustes), Jacques Doillon (Mes séances de lutte) o Claire Denis (Les Salauds); maravillosas revelaciones que vimos en Cannes como La Bataille de Solférino (Justine Triet), Les rencontres d’après minuit (Yann Gonzalez), La fille du 14 Juillet (Antonin Peretjatko) y Grand Central (Rebecca Zlotowski); y también autores de mediana edad que han alcanzado el esplendor de su cine: Camille Claudel 1915 (Bruno Dumont), L’Inconnu du lac (Alain Guiraudie) y White Epilepsy (Philippe Grandrieux).

Finalmente, un reconocimiento a los realizadores españoles que durante este año han constatado el esperanzador momento de esta cinematografía (todos ellos, por supuesto, trabajando fuera de la industria y desafiando los modelos tradicionales). Destacaría cuatro títulos soberbios, cada uno hablado en una lengua diferente (con ello podríamos incidir además en la noción de España como un estado formado por varias identidades): euskera: Emak Bakia baita (Oskar Alegria), catalán: Història de la meva mort (Albert Serra), gallego: O Quinto Evanxeo de Gaspar Hauser (Alberto Gracia) y español: El futuro (Luis López Carrasco).

Hard To Be a God, de Alexei German.

Ya que vivimos una etapa de absoluto descreimiento hacia nuestros políticos (y, sin duda, con toda la razón), en lugar de elaborar un «Top» de películas numerado, he preferido crear mi propio (y poco ortodoxo) equipo de gobierno. Si hay algo que une a todas las obras incluidas (varias de ellas estarán, por cierto, en la próxima edición del Festival Lima Independiente, permanezcan atentos…), es su honestidad, su valentía y su lucidez. Por tanto, poco tienen que ver con los políticos que permanecen en el poder en cualquier rincón del mundo…

Presidente en la Tierra: Norte, the End of History (Lav Diaz)
Presidente espiritual: Hard to Be a God (Aleksei German)

Vicepresidente: Zanj Revolution (Tariq Teguia)

Ministro de Desarrollo: El futuro (Luis López Carrasco)
Ministro de Defensa: Les Salauds (Claire Denis)
Ministro del Ejército: Mes séances de lutte (Jacques Doillon)
Ministro de Trabajo: For Marx… (Svetlana Baskova)
Ministro de Economía: A Touch of Sin (Jia Zhangke)
Ministro de Justicia: Django Unchained (Quentin Tarantino)
Ministro de Educación: Educação sentimental (Júlio Bressane)
Ministro de Sanidad: Til Madness Do Us Apart (Wang Bing)
Ministro de Familia: La Bataille de Solférino (Justine Triet)
Ministro de Resurrección: Història de la meva mort (Albert Serra)
Ministro de las Artes: Camille Claudel 1915 (Bruno Dumont)
Ministro de la Juventud: Redemption (Miguel Gomes)
Ministro de la Fe: E Agora? Lembra–Me (Joaquim Pinto)
Ministro de la Verdad: Le dernier des injustes (Claude Lanzmann)
Ministro del Tiempo Libre: Frances Ha (Noah Baumbach)

Consejeros

The Buried Alive Videos (Roee Rosen), Emak Bakia baita (Oskar Alegría), Faces + Easy Rider + Stemple Pass (James Benning), O Quinto Evanxeo de Gaspar Hauser (Alberto Gracia), L’Inconnu du lac (Alain Guiraudie), It’s All So Quiet (Nanouk Leopold), Jîn (Reha Erdem), Nepal Forever (Aliona Polunina), Rangbhoomi (Kamal Swaroop), Les rencontres d’après minuit (Yann Gonzalez), El rostro (Gustavo Fontán), Seventh Code + Beautiful New Bay Area Project (Kiyoshi Kurosawa), Shirley – Visions of Reality (Gustav Deutsch), Viola (Matías Piñeiro), White Epilepsy (Philippe Grandrieux), Young Detective Dee: Rise of the Sea Dragon (Tsui Hark).

Asistentes

36 (Nawapol Thamrongrattanarit), 2012 (Takashi Makino), A vida invisível (Vítor Gonçalves), Birmingham Ornament 2 (Andrey Silvestrov,Yury Leiderman), Bloody Beans (Narimane Mari), The Chimney (Laila Pakalnina), Computer Chess (Andrew Bujalski), The Daughter (Thanos Anastopoulos), Don’t Dare to Stop Love (Yoko Oguchi), Double Play (Gabe Klinger), Fango + Fantasmas de la ruta (José Celestino Campusano), La fille du 14 Juillet (Antonin Peretjatko), Grand Central (Rebecca Zlotowski), I Used to Be Darker (Matt Porterfield), I’m not Him (Tayfun Pirselimoglu), La imagen arde (Lois Patiño), The Incomplete (Jan Soldat), Jimmy P. (Arnaud Desplechin), Mille Soleils (Mati Diop), Nobody’s Daughter Haewon (Hong Sang-soo), Only God Forgives (Nicolas Winding Refn), Six Day Run (Mika Taanila), The Strange Little Cat (Ramon Zürcher), Stray Dogs (Tsai Ming–liang).

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Una respuesta

  1. […] el cine, y de nuevo uno pésimo en términos políticos, al menos desde la perspectiva europea. Mi balance de 2013 para Cinencuentro incluía, en lugar de la clásica enumeración de títulos imprescindibles, una […]

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