Cannes 2014: El día de Jean–Luc Godard

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Me fui a dormir temprano la noche anterior. Fue un lujo y un sacrificio. Mi plan era despertarme temprano, ir a la función de las 8:30, luego a la de las 11:30, hacer una nota e irme a hacer la fila. Me desperté de madrugada, aún oscuro. No era admisible el insomnio. Planchas, dos cervezas. Lógicamente me desperté tarde. Ducha, correr a la función. En medio de la segunda película me acordé que tenía que pagar el hospedaje. ¿Volver y pagar? No hay forma. Desde la ventana de la redacción vi una cola de dos cuadras. Eran 10 para las 3 y la función era a las 4.

Adieu au language Jean–Luc Godard

El aforo del Gran Theatre Lumiere tiene capacidad para 2500 personas, luego hay 4500 acreditaciones para periodistas y habría que sumarle las invitaciones y el sencillo hecho de que la función en cuestión es un estreno de JLG. Jean–Luc Godard. Bajé volando. Quizá lo del estreno haya sido lo más lindo: para ser un estreno mundial de un director tan conocido la pompa ha sido lo más remoto. Todos quienes fuimos hemos cruzado la alfombra roja, embutidos en nuestros harapos en algunos casos, y hemos sido retransmitidos en vivo, aunque generalmente eso haya consistido en un plano general con un 50mm y haya parecido más que nada una cámara de seguridad.

Afuera decenas de personas con carteles seguían pululando por una invitación caritativa, curiosos se apretaban contra las barras de seguridad, los fotógrafos se interrogaban qué tomar, mientras resonaba el rap que alguno decidió poner de fondo con un acertadísimo criterio de lo que se estaba proponiendo, para que luego lleguen los actores en relucientes autos negros y descender lentamente para ver que tendrían que esperar su turno para fotografiarse en la alfombra porque a su costado dos señoras se tomaban unos selfies en el punto más soleado de la escalera. Y adentro los parlantes anunciaban la llegada de los actores de Adiós al lenguaje, algunos vestidos con polos, uno con un gran estampado de Batman, y al ingresar la ovación ha sido enorme, aunque JLG no haya venido, pero haya sido recordado por un grito seguido por una más larga ovación, porque tal vez en casa deba andar tranquilo sabiendo que acá en Cannes lo logró, que es lo más nacional y popular que hay.

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