La coproducción venezolano–peruana Pelo malo, ganadora de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián 2013, se estrenó la semana pasada en Lima.

La película dirigida por la cineasta venezolana Mariana Rondón, y producida por la peruana Marité Ugás se puede ver desde el 25 de setiembre en el CCPUCP. A propósito de ello conversamos con la directora de Pelo malo:

¿De dónde nace «Pelo malo» y el interés por abordar los apremios que suele haber al ser parte de una minoría sexual o racial?
Pelo malo es una cinta sobre la violencia del gesto, la violencia de las miradas. La construí desde lo íntimo, desde lo familiar, para poder hablar de lo grave que puede llegar a ser no respetar al otro, no respetar las diferencias.
En el tiempo que lleva de recorrido por festivales la película me ha descubierto que, según el espectador que la vea, el conflicto va mutando. A veces es una historia sobre el racismo, otras veces es la homofobia o la intolerancia política.
Creo que Pelo malo es una historia universal. Habla sobre la libertad del individuo y el derecho de descubrir su propia identidad, sin pasar por el juicio de los otros.

¿Cómo fue la selección y el rodaje con el pequeño Samuel y los otros niños, como su amiga, que también destaca y se roba más de una escena?
Samuel fue el primero en hacer el casting, luego vi unos 300 niños más. El volvió varias veces, lo hizo junto a otros niños y como es muy inteligente, entendió qué era lo que yo estaba buscando, qué me gustaba de los otros niños, lo tomó para sí y lo hizo.
Luego nos tocó construir el personaje que era muy distinto a él. Los ensayos y el rodaje fueron como un gran juego, siempre improvisando.
Los actores y el equipo adulto tenían que estar a la altura de los que sabían jugar, que eran los niños, y eso nos garantizó un rodaje muy divertido.

¿Cómo consideras que parte de la represión estatal –militar en el caso de Venezuela– se filtra en la sociedad en general, y afecta aún más a las minorías sexuales y raciales? ¿Esto también quisiste transmitir en tu obra?
Venezuela es un país que está atrapado en una polarización política muy fuerte y los extremos presionan para evitar los espacios de encuentro. Esto genera un clima de no respeto y de intolerancia hacia el que es distinto y piensa distinto.
Quiero hablar de la intolerancia dentro de un contexto social cargado de dogmas, que no acepta lo distinto, donde lo público se extiende a la vida privada. Mis personajes viven rodeados de referentes que los excluyen. Una iconografía que los alimenta de mesianismo político y certámenes de belleza. Modelos vacuos que los devuelven, finalmente, a su desesperanza.

¿Puedes contarnos sobre el aporte peruano (Micaela Cajahuaringa, Marité Ugás, etc.) en la realización de la cinta?
Siempre trabajamos juntas. Marité y yo somos directoras, y nos intercambiamos roles, cuando una dirige, la otra produce. En este momento empiezo a producir la película de Marité. Y Micaela siempre es la directora de fotografía de nuestras películas.

En Pelo malo trabajaron mucho más peruanos. Está Beto Benites como jefe de casting y actor, Matías Durán en el foco, John Figueroa como sonidista, con un gran trabajo de supervisión de Rosa María Oliart.

¿Contemplabas que la película provocara polémicas en Venezuela, o fue una sorpresa para ti?
La verdadera polémica es la que se tiene que dar dentro de las salas de cine, cuando cada espectador se enfrenta con sus propios miedos y deseos con un filme. Esa es una polémica silenciosa, pero contundente. Esa me gusta, esa la espera todo director de cine. Me siento afortunada que eso ocurrió con la cinta.

Es verdad que me tocó una polémica pública, pero fue más mediática que otra cosa, porque no partió de ver la película sino de unas declaraciones que hice, por eso le resto importancia.

Entrevista: Laslo Rojas y Gabriel Quispe.