[Críticas] Festival Transcinema: «Stinking Heaven», «Le beau danger» y «Juanicas»

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Stinking Heaven

Nathan Silver
EEUU, 2015

En una casa, un grupo de ex drogadictos conviven para curarse. Ellos han establecido sus propias reglas, han creado su propio programa de rutina. Es decir, han disciplinado su vida. Todo, sin embargo, cambia con la llegada de una nueva inquilina. Stinking heaven (2015), de Nathan Silver, es una historia en donde aparentemente las cosas caen por su propio peso.

La trama inicia con la unión matrimonial de dos de sus miembros y termina con la desintegración de todo este concepto de rehabilitación que parecía funcionar. Es una simulación de la tragedia humana. La estabilidad y su estrepitoso descenso. Silver al retratar personajes con antecedentes precarios tiene para ser pueril, muy a pesar existe una calidez humana en estos, esas ansias de querer recuperarse, la ayuda mutua, esa fraternidad que soslaya, por ejemplo, en la ducha diaria del grupo, que cual simbolización hippie comparten el baño como en familia frente a la naturaleza. Esa humanidad es lo que hace la caída sea más fuerte.

«Stinking heaven» a medida que va caminando con aire optimista, va siendo víctima de tropiezos. ¿Qué es lo que causó el fracaso de esta empresa? ¿Fue acaso la intromisión de una mujer en medio de una relación, la cual fue símbolo de lo redimido para la comunidad? ¿O fue tal vez el exilio a alguien que debió ser protegido para cuando más lo necesitaba? En respuesta a la consecuencia de este ascenso trágico; Silver crea esta casa de rehabilitación “utópica” en donde si bien sus miembros desean escapar de su pasado, a diario usan como método de terapia el registrarse frente a una cámara para representar sus momentos más deplorables, acción que puede ser traducido como una convivencia con el pasado.

No bastando con la memoria, estos personajes registran sus dramas en la ficción. Ellos abrazan inconscientemente a sus antecedentes; la causa de su caída. Para donde vayan, sea el mundo real o representado, el pasado ahí los aguarda. Ya sea en un supermercado encontrándose con un conocido, entre los matorrales en donde se encuentra una botella de licor camuflada, en un álbum de fotos o una grabación de VHS.

Le beau danger

René Frolke
Alemania, 2014

Le beau danger (2014) es un documental empeñado en promover el concepto de un ensayo literario. Es decir, es la alianza entre la literatura y el cine a fin de fijar cada uno sus propios significados. Tanto la palabra como la imagen no pierden sus esencias, pero adicionalmente sirven como herramientas para complementar su mutua comprensión. René Frolke realiza un filme en donde decide abordar la literatura de Norman Manae, escritor de origen rumano, víctima del Holocausto y, posteriormente, de la represión comunista en su país.

Para ello el director compone su ensayo bajo tres focos: la biografía, la rutina literaria y el universo literario del escritor. Comprender uno de ellos, es introducirse al resto. La producción literaria de Manae es el fruto de su biografía y los conceptos, lingüísticos o existenciales, que ha venido captando a través de los años.

En principio veremos al rumano internado en su domicilio. Dicho contexto parece evocar esa soledad plasmada, por ejemplo, en los testimonios de un personaje exiliado, versos que pertenecen a Manae, y en donde se manifiesta esa incertidumbre por el olvido de su terruño, esa no pertenencia a un nuevo contexto o a una nueva “palabra” (o idioma), algo que lo ve representado en un bosque en donde continuamente se pierde y se encuentra.

Le beau danger registra además algunas charlas impartidas en giras literarias que Manae va promoviendo en distintos países o diálogos sueltos, los cuales van montando el imaginario del escritor. Todo esto es la cuota del cine representando la literatura del escritor. Sin embargo, está también la inserción de lo literario. Son los rótulos de sus poemas, no dictados, sino transcritos en la pantalla, como simulando una plataforma de lectura. Es la palabra que se manifiesta mediante su propio lenguaje. Es decir, que no pasa por el filtro de la representación provocada por el cine.

Juanicas

Karina García Casanova
México, 2105

En Juanicas (2015) observamos al cine como medio de depuración y curación del drama íntimo dentro de un círculo familiar. El filme inicia con dos mujeres rebuscando las pertenencias de alguien que no se encuentra en escena. Entre los objetos se observan libros de historietas, videos pornográficos y registros médicos. Es una antesala a la intimidad hurgada. Lo que sigue es lo que aconteció ocho años atrás. Una madre y su hija (las mismas que vimos en el inicio) se reencuentran después de tiempo con Juan, hijo y hermano de las mencionadas.

Se abre de esta forma una historia en donde el recién llegado, además de ser centro de atención, es el centro de tensiones y conflictos entre los implicados. La directora Karina García Casanova no hace registro sobre una enfermedad mental, esto a propósito del mal bipolar que comparten su madre y hermano. Ella filma con la intención de cuestionar las decisiones y acciones que sus familiares cercanos provocaron en un pasado y, al parecer, siguen cosechando, especialmente Juan, en su entonces presente.

A través del relato, que va saltándose fechas y temporadas, sabremos del declive mental por el que va pasando Juan, un joven del que se cuenta es hábil e inteligente en sus momentos de lucidez, mientras que el resto de sus días es hostil y violento. En paralelo, seremos testigos también de la frustración de la madre e hija. Lo curioso y más atractivo de «Juanicas» es que siendo Juan el “punto de atracción”, poco lo vemos en foco. Su única aparición fue para cuando su salud era estable. Ya después el lente no vuelve a captarlo con esa misma claridad. Entonces esa ausencia parcial, irónicamente, hace de su presencia más enérgica.

El documental de García Casanova sabe a filme de terror. Juan genera ansiedad y temor sin aparecer. Es su misma ausencia la que carcome pues sabemos es una bombilla a punto de explotar. Todo lo impredecible es arriesgado. Es por esto mismo que la cámara incluso ha tomado distancia; esta le teme. Sabe que acercarse a Juan implica estar expuesto al peligro. Al final de «Juanicas» la directora y hermana le abre las puertas a la reconciliación, muy a pesar, queda registrado el signo del miedo por aproximarse a lo que no se pudo controlar.

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