Entrevista con Alejandro Cárdenas-Amelio


2. Encuentro en prisión

Alejandro Cárdenas

¿Tuviste ocasión de hablar con la gente del otro bando para tu documental?

Quería tener y trate bastante de obtener una entrevista con el general de la cárcel de El Callao para que me cuente también el otro punto de vista, desde el punto de vista militar de ese tiempo, y no hubo forma. Y en el documental siempre se ve porque yo soy el que está hinchando las pelotas, preguntando pero qué hizo, me cuentan muchas cosas positivas pero no puede ser, por algo él está en la cárcel, qué es lo que hizo. Y al último nadie me pudo en serio contar bien de qué lo están acusando y ni él me lo contó. Trate también pero…

¿Trataste de comunicarte con algún ex compañero (del MRTA) de tu padre?

No. Encontré en Callao a los ex compañeros y los conocí.

¿O con algún ex miembro del MRTA?

No. Para mí era muy importante que el documental sea muy familiar, que la gente de su familia me cuente qué persona era él. Y es bastante difícil encontrar otros compañeros en el exilio, porque no tengo casi contactos, es muy difícil entrar en contactos con esa gente. Y después ya tenía tanto material, tuve más de 70 horas de material para hacer una película de 90 minutos. Bueno, pero en fin, espero que la gente que pude entrevistar pueda explicar un poco qué persona era él. Era un punto muy familiar, eso es más o menos lo que viví yo.

No es un documental político o histórico, aunque claro que aborda cosas de la historia reciente del país inevitablemente, pero es un documental bastante íntimo.

Usted lo vio, qué diría usted (risas). Yo no le puedo decir muy bien si es político. En este documental no quise hablar mucho de la política porque no sé bastante en serio lo que pasó en Perú en los años 60, 70 ú 80. Para eso no tenía bastante información de la cúpula del MRTA, de Sendero Luminoso. Recién acá en Perú hablando con mucha gente me di cuenta de muchas cosas, pero también hay que saber cuál es la historia de un país. No empieza en los años 70 sino mucho más antes, y hay que relativizar siempre el porqué se llegó hasta el punto en que grupos como el MRTA o Sendero se arman juntos y hacen lo que hicieron. Siempre es un tema muy grande. Ese es mi punto de vista, digamos, hay que ir a las raíces de la historia, de la cultura en un país para llegar al punto de entender porqué pasó y está pasando en este momento. Porque pienso que casi siempre es así, a lo menos en Argentina, por ejemplo, la historia siempre es la misma.

¿Has tenido contacto con tu padre después de que terminaste tu documental?

Sí, él vio la película. Y cuando estuve acá haciendo el documental lo vi cuatro veces. Lo cuento en el documental cuando entro (a la cárcel) y lo veo a él, ese momento está en el dibujo animado. Y después estuve tres veces más. Fue muy loco porque me di cuenta de dónde vienen muchas cosas de mi personalidad, son cosas que uno dice que no existen, pero había dos sillas y nos sentamos al mismo tiempo de la misma manera, con el mismo timing, así que nos miramos y era como si me hubiera visto en un espejo solo 20 años más grande, y nos cagamos de risa. O te das cuenta así como de cosas de carácter. Él es muy cabeza dura, yo soy también muy cabeza dura en las cosas que son muy importantes. Por ejemplo, para él es muy importante cuando dice que da su palabra, entonces una cosa es una ley. Y para mi también, cuando doy mi palabra es porque tiene un valor grande, uno no tiene otra cosa en su vida que su palabra, no tienes plata, no tienes materia, lo que te queda es tu palabra.

¿Sigues o te mantienes informado de la situación judicial de tu padre?

Más o menos, lo que se puede. Hicieron de nuevo el proceso y le dieron 25 años que fue una de las penas más menores. A Víctor Polay le dieron 38, a otro 32 años, una cosa así.

¿Y a tu padre le ha gustado el documental?

Sí, le gustó mucho, está bastante orgulloso. Él me puede llamar a veces por teléfono y me contó una anécdota, que no sé si se puede. Cuando estaba en el juicio agarró el videocasete y se lo quería dar al juez, y el juez le dijo: sí, ya vi la película. Lo felicito (risas).

¿Como así lo hicieron? ¿La base de El Callao permite que ellos puedan ver televisión?

Sí, al menos cuando estuve ahí tenían un TV, podían ver noticias, leer un par de diarios, escuchar radio y todavía se podía entrar y estar con ellos físicamente. Ahora creo que hay un locutorio. Para mí fue una gran suerte poder entrar, poder abrazarlo, tener un contacto físico, conocer a los otros. Increíble, creo que esa cárcel es atroz, estuve en la celda y es un metro por un metro 50 o dos metros. La primera vez cuando salí me di cuenta de lo que es libertad, porque unos de repente escuchan y allí en la cárcel no se escucha absolutamente nada. Uno de repente puede ver un horizonte, ver el mar, lo que es oler, ver las cosas, los colores de otra manera, y allí todo es gris, es asfalto. Y allí me di cuenta de lo terrible, de lo atroz que es ese agujero.

Entrevista con Alejandro Cárdenas-Amelio

  1. En busca de sus propias raíces
  2. Encuentro en prisión
  3. Un ciudadano de mundo

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