Entrevista con Enrique Vivar y Jorge Ayala


Jorge Ayala y Enrique Vivar

Enrique Vivar es el responsable del sello Ver O No Ver. Jorge Ayala es un profesor universitario, psicólogo de profesión, que está apuntalando las actividades cineclubísticas en la Universidad César Vallejo. Conversamos con ellos por el inicio de la muestra Primera Piel, un grupo de cintas dedicadas a la infancia y la adolescencia en el cine.

La muestra Primera piel va a desarrollarse en la Universidad César Vallejo, en Los Olivos. ¿Cuál es la premisa de esta selección, qué perfil tiene?

E.V.: Primera piel es la cuarta entrega de Ver o no Ver y en esta ocasión el objeto de análisis son dos estados muy particulares en la vida del hombre: la infancia y la adolescencia, y cómo estas etapas han sido fuente de inspiración para autores que han conseguido realizar filmes de gran calidad. En el cine hay imágenes que te marcan para toda la vida. Esas imágenes en mi caso se confunden también con experiencias personales y de alguna forma estos dos planos llegan a ser transferibles. Y con esta muestra quiero compartir algunos de estos fragmentos de cine tan bellos como misteriosos: los ojazos verdes de Victoire Thivison, la niña protagonista de Ponette, el grisáceo cielo proletario surcado por el halcón en Kes, los amaneceres de El sur, los rostros esculpidos en yeso como santos encarnados de los personajes de La vida de Jesús de Bruno Dumont. La longitud del espacio y el tiempo que se estira por los corredores de la escuela en Elephant. Momentos que recuerdo como estados de una vida pasada. Es la memoria cinéfila y es esta sensación la que quiero trasmitir a los espectadores de Primera Piel. Un tiempo adormecido en el pasado. Una época que ya fue.

¿Por qué un ciclo debería tener ese grado de variedad y organicidad, poco usual, que no resalta cronología ni nacionalidad?

E.V.: Me gusta pensar la muestra como un cuerpo afectado por distintos impulsos, jaloneado por distintas emociones. Evidentemente esta técnica de selección tiene necesariamente que romper con la lógica cronológica. El orden interno de la muestra lo dicta la intuición audiovisual y el ritmo que subyace como base. Es como componer una canción. Además creo que es un buen método debido al tema de la muestra. Le da coherencia y sentido. Si bien es cierto la muestra se divide en dos bloques, que al mismo tiempo resumen dos formas distintas de mirar el mundo de la infancia y la juventud, busco otro tipo de conexiones para el análisis. Pongo sólo un ejemplo: el alucinante último fotograma de El largo día acaba y la primera pista de sonido en off de La promesa de los hermanos Luc y Jean–Pierre Dardenne, ahí se ha pasado de una dimensión a otra, de un estilo de filmar perdido en otro siglo a la aspereza de la cámara nerviosa de la realidad contemporánea. La ensoñación y la calle intersecadas por unos segundos. El sueño de un poeta y la precisión moral del testigo de una realidad con hematomas.

J.A.: Ni nuestro trabajo ni la obra de los artistas los pensamos en términos cronológicos. No necesariamente lo anterior en todo un conjunto de obras tiene que ser lo más primitivo, ni lo que vendrá después tendrá que ser “algo más maduro”. De ninguna manera. No es necesario recurrir al tiempo para formular ordenadamente una propuesta. Podríamos decir que hoy, todo es más contemporáneo de todo. Y precisamente pensamos que hay en la obra de estos cineastas una lógica menos crono–lógica y quizá mucho más pato–lógica. Lo que viene después para un director no es necesariamente mejor que lo que hizo antes. Para ilustrar esta idea podría mencionar el trabajo de Víctor Erice y la lógica que maneja una propuesta obsesionada con la perfección, como es el caso de El sur y todos los inconvenientes que la rodearon. Hoy, hacer El sur tomaría el mismo grado de complejidad que tuvo en su época. Y así hay muchas otras obras con relaciones tan caprichosas que parecen estar configuradas para entenderse sólo después.

¿Qué conexiones puede encontrar el público? ¿Por ejemplo entre las miradas del clásico Jean Vigo, poeta pulcro y subversivo a la vez, y el contemporáneo Gregg Araki, narrador agreste y radical? ¿O entre la fina contemplación de Víctor Erice y la complicidad emotiva de los hermanos Dardenne?

E.V.: Es relativo, como te decía hay más de un tipo de conexión para empezar a indagar. En Jean Vigo hay tal desmadre y libertad que contrasta con el corazón comprometido del primer Ken Loach. Es un comentario que se hacen las dos películas. Se susurran cosas pero no se ayudan. Complejísimo el asunto. Pero hablando de conexiones hay otro personaje que tiene que jugar, el mismo espectador, que pueda con la muestra confrontar su propia existencia, su experiencia cinéfila y su propia vida con las sensaciones que está experimentando, particularmente es lo que me interesa más. Y si no las conoce, pues que las descubra.

Léolo

Léolo de Jean-Claude Lauzon

En la selección figura el filme Léolo, que forma parte de las 75 Joyas Escondidas de la Historia del Cine, como resultado de una encuesta internacional de críticos realizada por la legendaria revista británica Sight and Sound. ¿Qué significación tiene esa inclusión? ¿Qué elementos definirían a Léolo como joya?

E.V.: Es sorprenderte saber este detalle de Léolo, un filme único en su concepción y desarrollo. Obsesivo, visceral, reiterativo, desordenado. Libre. Y con música de Tom Waits. Es una grata coincidencia. Primera piel se gestó como proyecto hace unos cuatro meses y desde esa fecha está seleccionada, me parece buen síntoma estar sintonizado. Pero hay también otros títulos soberbios que recomiendo: El largo día acaba de Terence Davies, travelling virtuoso al interior de las memorias infantiles del cineasta, donde, a diferencia de Voces distantes aún viven, las sombras dejan espacio a un poco de luz, la de la composición visual. Tiene la cadencia de un libro de cuentos, dibujado por un gran artista. Puede sentirse hasta el olor de las hojas al pasar. Hay que agradecer a Davies que haya logrado plasmar tal evocación, delicada y dolorosa hasta más no poder. Mysterious Skin de Gregg Araki, es otro paseo, éste más salvaje, aquí también hay colores, pero Araki tiene el buen tino de invertir la fórmula pop que lo había encasillado. Es su mejor película, sexualidad periférica incluida, contada con la voz de la experiencia.

Hablemos de la sede de Primera Piel. ¿Cuánto potencial le ves a Los Olivos en la difusión cinematográfica?

E.V.: El potencial está en todos lados, sólo hay que conceptualizar el trabajo de selección. Ahora que con Jorge se trabaja el proyecto de Mal de Ojo en la zona de Los Olivos descubrimos fascinados cómo el cine puede motivar muchísimo a gente que no tenía cómo acceder a cine de calidad. Creemos en el cineclub como una experiencia catártica y fuente de mucha especulación. El alto potencial artístico de los filmes que presentamos debe devolver también un alto nivel de exigencia en los espectadores. Deben a acostumbrase a exigir siempre lo mejor de lo mejor. Sólo así podrán elevar su juicio crítico y eventualmente crear.

Cineclub UCV¿Cómo está surgiendo la movida cinéfila en la Universidad César Vallejo, cómo se ha concebido la presentación de este cine de calidad en el ámbito universitario?

J.A.: Junto a lo que señala Enrique, lo más interesante que ha surgido es la caída de una vieja tradición disciplinaria que señala siempre cualquier trabajo creativo: el saber interrogando al cine. Aquí no son los saberes los que interrogan al cine como puede suceder y lo vivimos en otros espacios: aquí es la vida misma, la propia subjetividad sin escalas y su propia ficción la que interpela al cine. E incluso al propio saber. El espacio que de alguna forma Mal de Ojo y sus espectadores han construido, es el de un acercamiento a partir de la vida misma y su propia humanidad y experiencia, y obviamente los rasgos con que se acercan (y se apartan) del audiovisual. Creemos que no existe ni existió divorcio entre cultura y entretenimiento. Este es el principal conflicto que somete inicialmente un proyecto como cineclub en una institución educativa que pretende entretener a sus alumnos. Este divorcio imaginario signa el proceso de aprendizaje–formación–cultura y entretenimiento–diversión. La práctica del cine comercial y la producción excesiva de productos superficiales marcan la pauta con que la mayor parte de los alumnos se acercan al cine como espectáculo. Las visiones del mercado dejan fuera la idea de una cinematografía como espacio de experimentación, conceptos e ideas. De un desarrollo artístico formado y una conceptualización del trabajo realizado.

Primera piel tiene lo necesario para comprender todo el complejo de las construcciones en las que se apoyan estas dos etapas de desarrollo tan importante como son la infancia y la adolescencia. Es una gráfica inmejorable para estos conceptos. Lo mismo sucede con la curaduría en Mal de Ojo, pensamos que las muestras mensuales no tienen que ser pensadas únicamente como una alternativa cinéfila. Primera Piel bien podría suceder como un embrión para la psicología. Aquí tendremos a todos los estudiantes del curso de Psicología del desarrollo, como apoyo para el curso, por ejemplo. El cine ha demostrado ser una plataforma tan funcional como lo son la literatura o cualquier texto de ensayo. Los discursos del cine y la literatura tienen que ser espacios que aspiren el valor que puede tener un ensayo. Una película puede ilustrar tan bien o mejor un panorama y una realidad.

Cineclub UCV¿Qué visión tienen en la UCV de la difusión local del cine y qué aportan en este campo?

J.A.: Queremos producir valor, que el público note que detrás de un ciclo no existe alguien al que minúsculamente llaman “programador” (hay que cuidar el lenguaje que usamos para definir las cosas y las funciones que desempeñamos), sino que detrás de cada muestra, donde tienes materiales tan diversos y cada uno tan complejo en su contexto, existe una labor curatorial: no un “programador” sino un curador. Yo no pienso en el trabajo de Enrique como el trabajo de un programador, para nada, yo siento su trabajo como siento el trabajo de un curador (en la medida misma con que aprecio el trabajo de un curador de una muestra pictórica o fotográfica en una galería de arte) que piensa en un tema, selecciona y elige las mejores obras para su exhibición. Que se apasiona y obsesiona con todo lo que hay detrás, que es evidentemente un discurso, un cuerpo que fracturar, herir, cortar, dividir y volver a armar para comulgar finalmente en esa santa comunión que es el espacio oscuro de la luz.

Además hay un grado educativo que hay que complementar con información de las películas, los directores, el cuerpo técnico y el discurso de la crítica. En ese sentido creo que hay un espacio por intervenir, porque el principal aporte de un cineclub –y además y fundamentalmente de la crítica– es la educación e información, renovar un sistemas de valores, en eso tenemos especial cuidado. Hay un público que formar y respetar, que no necesita salir de su entorno para apreciar muestras de calidad. Esto es paradójico, porque en algunas proyecciones hemos tenido asistencia de personas que no son de la zona y han venido especialmente de otros distritos que tienen hasta una hora de distancia, para poder observar cine de calidad. Yo invito a todos a despercudirse de ese prejuicio aledaño: nuestra zona es segura.

Hace un momento mencionabas el grado de variedad y organicidad de Primera Piel, poco usual como mencionas: pues eso queremos generar aquí en la Universidad César Vallejo, desde el espacio de Mal de Ojo, una vez que rompemos con las jerarquías y estructuras convencionales –que son sistemas de valores que nunca han sido discutidos–, tenemos que producir valor. Frente a la indiferencia, diferencia.

KILLER OF SHEEP (1977)

Killer of Sheep de Charles Burnett

En la Universidad César Vallejo, habrá una muestra más en setiembre, Un mundo casi perfecto.

J.A.: Este será un mes de revoluciones, tendremos una proyección especial que es de Killer of Sheep, el filme que Charles Burnett no pudo estrenar en su época, una obra maestra del cine sobre la realidad de la vida en los ghettos y la periferia, que será precisamente el tema de esta muestra. Nosotros nos ubicamos de alguna manera en la periferia, “fuera de Lima”, como señalan aún algunos. Entonces, la realidad de un filme argentino (Bolivia, de Israel Adrián Caetano), chino (Xiao Wu, de Jia Zhang Ke), iraní (Crimson Gold, de Jafar Panahi), belga (Rosetta, de los hermanos Dardenne, que ha originado en Bélgica un «Plan Rosetta» que cambió el salario mínimo de los adolescentes), francés (La ciudad está tranquila, de Robert Guediguian), pueden generar sentimientos de cercanía y pertenencia sobre un contexto de valores, exclusión y marginación, y su universalidad.

Además contaremos con un conversatorio, donde tendremos como invitada a Rossana Díaz Costa, guionista peruana radicada en España, ganadora reciente del 1er Premio para el desarrollo de Guión del Programa Ibermedia con el proyecto Calle vacía, becada además por Casa de Américas 2007, que estará con nuestros alumnos el miércoles 3 de octubre en la proyección de La ciudad está tranquila, compartiendo sus conocimientos sobre herramientas para la elaboración de un guión y montaje cinematográfico, además de ofrecer su visión sobre la actualidad social europea, en la línea del discurso planteado por la muestra. También contaremos con la participación de uno de nuestros docentes, Andreas Stefaniak, encargado del curso de Civilización Europea y coordinador de la Escuela de Idiomas, que nos acompañará en la proyección de Rosetta y se apoyará de la muestra para ilustrar su curso.

Para octubre tenemos preparado ya un ciclo denominado El Amor (Primera Parte), y para noviembre Stardust, un ciclo de conciertos musicales.

¿Cuál ha sido la reacción del alumnado ante determinados filmes? ¿Cuáles son los incentivos que la universidad otorga a los alumnos asistentes?

J.A.: Son interesantes las reacciones que han surgido de nuestros alumnos en cada una de nuestras proyecciones (pueden leer un testimonio interesante aquí). Todas opiniones muy diversas, quizá por la identificación con cada uno de estos temas. Uno de los más productivos por cercanos fue In God We Trust, donde veíamos las relaciones que el cine había creado con el tema del vínculo con la divinidad. El apoyo brindado por la Universidad César Vallejo ha buscado estimular a los alumnos con un espacio cómodo (las proyecciones son en el auditorio, que tiene capacidad para 450 personas) y con algunos premios por su asistencia a las proyecciones, como el codiciado sweatshirt con la figura de Gena Rowlands, la engreída de todos en nuestro primer ciclo La Performance. Actrices. Este mes, el premio mayor será la presencia de Rossana Díaz.

Entrevista: Gabriel Quispe
Fotos: Mary Panta y Rodrigo Portales
Edición: Antolín Prieto

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