Como sucedió hace unos años con la irrupción de Top Gun: Maverick (2022) en medio de un sinfín de cintas que querían traspasar nuevas narrativas o se transgresores sobre los géneros en que navegaban, el estreno más “clásico” del año podría ser el de F1: The Movie (2025), dirigido nuevamente por Joseph Kosinski, donde explora la vida de quien podría haber sido una leyenda del automovilismo e intenta tener un último baile en aquello que nunca logró.
La cinta desde un inicio se pone en la perspectiva de lo que es ser un conductor y el ruido que lo rodea, tanto en su elemento como fuera de este. A través de este paralelismo entre Sonny (Brad Pitt, ex joven promesa) y Joshua (la nueva sensación), hay dos narrativas que maneja F1 sobre los riesgos del oficio, lo mediático que resulta y la búsqueda de la gloria no solo en los trofeos, sino en el placer que es conducir.

Sin embargo, la cinta maneja principalmente el viaje de Sonny con el arquetipo del vaquero añejo que vuelve a su tierra (las carreras de Fórmula 1) donde todo ha cambiado alrededor de su pasión, menos esta. Así como las historias, esta no ha cambiado y solo posee otro modus operandi en la que aún así las bases de lo clásico representados por Sonny terminan siendo cruciales en la competencia.
La cinta no pretende más que ser una relectura del cowboy. Así como en su tiempo Martin Scorsese lo llevó a la figura de un taxista con problemas bélicos y emocionales en su pasado, Kosinski extrapola este personaje donde ya no hay caballos, sino autos. Además, el carácter relajado, pero alerta de Brad Pitt en la película hace reminiscencia a estas actuaciones antiguas donde el protagonista con su personalidad domina o controla el tiempo de la escena y que logra hacer simbiosis con lo adrenalínico de las carreras.
Hay una magia clásica que Kosinski sigue conservando en F1, que se encarga nuevamente de agarrar a las estrellas del cine de otra época para valorarlos en una historia de nueva juventud, y que en este caso permite dar una nueva oportunidad para alcanzar el estatus de leyenda, al contrario de lo que se puede pensar que uno solo puede alcanzar la gloria en su mejor momento.
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