Y aún así, a pesar de que Tarkovsky tenía un gran interés por la pintura y la conocía bien, sintió su influencia solo de manera indirecta. Evitó trazar paralelos entre formas de artes e intento aislar el lenguaje fílmico. El no creía que este lenguaje era, de alguna forma, secundario para la literatura o la pintura. Nunca consideró que el cine era una síntesis de varias formas de arte. Él despreciaba intensamente el término «film poético» que los críticos habían vinculado a sus primeros trabajos.
Tarkovsky estaba siempre interesado en el tema de la nostalgia y está presente en casi todos sus filmes. Tiene, incluso, uno con ese nombre. En un momento es un anhelo por el hogar, en otro, por la patria. En Solaris es una nostalgia por la civilización humana en general.
En cada película de Tarkovsky hay, sin falta, la presencia de un cuadro que de una manera concentrada expresa la idea completa del filme. En La Infancia de Iván es el Apocalipsis de Albrecht Dürer; en Andrei Rublev, los iconos de Rublev; En Solaris, las pinturas de Brueghel y en Nostalgia, la Madonna de Piero della Francesca. En su cinta final El sacrificio hay pinturas de Leonardo Da Vinci e íconos rusos.
De esta manera, la imagen fílmica, que está tan influenciada con el sentido de la pintura y luego transformada en lenguaje fílmico, regresa a la pantalla en su forma primaria, de un cuadro pictórico.
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Esta entrada fue modificada por última vez en 14 de marzo de 2008 19:26
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El solaris original es lo máximo!