Estos logros fueron los que lo pusieron en la mira de algunos interesantes realizadores internacionales. Ese fue el caso del consagrado Paul Schrader, quien lo convirtió en protagonista de la que sin duda es su película más importante como director: Mishima. Esta biografía del genial y maldito escritor nipón era de una construcción barroca y fascinante, en cuyo centro destacaba Ogata como una presencia obsesiva y demencial, que apenas si se dejaba evidenciar en ese pétreo y macizo exterior. Posteriormente, su carrera no tuvo tantos brillos aunque gozaba de un lugar respetado dentro de su profesión. Por ahí algunos títulos lo mantuvieron en actividad hasta años recientes como Love and Honor. Acá los dejamos con imágenes de su trabajo:
La venganza es mía (1979)
(Vía Variety)
Esta entrada fue modificada por última vez en 7 de octubre de 2008 0:52
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Una verdadera lástima lo de Ogata. Solo lo pude ver en Mishima pero estuvo excelente en ese papel.