Dir. Tony Scott | 121 min | EEUU – Reino Unido
Intérpretes: Denzel Washington (Walter Garber), John Travolta (Ryder), Luis Guzmán (Phil Ramos), Victor Gojcaj (Bashkim), John Turturro (Camonetti), James Gandolfini (Alcalde), Michael Rispoli (John Johnson), Ramon Rodriguez (Delgado)
Estreno en España: 24 de julio de 2009
Estamos en un Nueva York treinticinco años más avanzado que el que nos mostraba Sargent en su magnífico asalto. Es una ciudad muy veloz, esa velocidad la expresa muy bien Scott en el comienzo, con secuencias desenfocadas como tomadas desde un coche en marcha, entrando directamente en materia. El Asalto de Scott al Pelham del 2009 ha intentado dotar de un cierto matiz ético-moral a los ladrones de alto estanding, aunque no por ello menos peligrosos que los de 1974. Con menor enfoque en los otros componentes de la banda, y sin aquellos nombres de colores (Sr. Verde, Sr. Rojo, Sr. Azul) que daba un aroma de excentricidad al argumento, todo el peso del lado oscuro recae en el personaje interpretado por John Travolta, autodenominándose Ryder, broker bursátil y expresidiario, además de una pequeña alusión al ladrón maquinista, latino en este caso, cuyo personaje sufre grandes cambios con respecto al original.
El cine, como todo, ha cambiado mucho en los últimos cuarenta años. Entre la falta de ideas nuevas, de ahí la deriva a las franquicias que en algunos casos llegarán, estoy segura, hasta una décima parte, (miren las secuelas Saw, ¿ya están en la VI, VII, VIII!?), y la intención de adaptar a los tiempos contemporáneos éxitos del pasado, los remakes están en auge. Si no un remake propiamente dicho, sí una expresión nostálgica del cine del pasado, concretamente atraen ahora las décadas 60-70, intentando, quizá, captar algo de aquella calidad autoral. Si ustedes no han visto Pelham 123 de Joseph Sargent, 1974, o la vieron hace tanto tiempo que apenas recuerdan los detalles, les recomiendo encarecidamente que se hagan con ella, los videoclubs la han relanzado a tenor del estreno del remake realizado por Tony Scott, Asalto al tren Pelham 123.
Todo un ejercicio, y juego, de cinefilia constituye la comparación entre una y otra, interesante desde el punto de vista sociológico, además de artístico. Siendo dos maneras de creación bien diferentes, ambas se constituyen, a mi entender, en un espejo del cambio de los tiempos, la sociedad, los parámetros morales y, cómo no, económicos. Dos formas de realización bien distintas, una artesana y televisiva, la de Sargent, estática visualmente, aunque provista de un montaje extraordinario, con un aura de tristeza anacrónica y trasnochada propia de la decadencia urbana y criminal de los setenta, tan bien mostrada, por otra parte, en American Gansgter de Ridley Scott.
Precisamente quería comentar lo que estos dos hermanos se van pareciendo en sus moldes de hacer cine. Con la superioridad artística de Ridley frente a Tony, siendo éste más mediocre se va situando en la línea de superación de su hermano. A no ser que el autor de Alien, Blade Runner, Thelma & Louise, o Gladiator descienda peldaños en su propia superación artística?, en todo caso nunca se me han parecido ambos hermanos tanto como ahora, pues Red de mentiras, el último estreno de Ridley, tiene muchos genes en común, tanto con Spy Game (2001), como con Asalto al tren Pelham 123, de Tony. Cierto tono abstracto y un look modernista a ultranza hay en las tres, además de un elaborado diseño videoclichero en el que el progreso de las tecnologías son, en realidad, casi los protagonistas absolutos
No me disgustan los Scott, en realidad me gusta mucho Ridley, y un poco menos Tony, aunque no falto a sus citas, que por lo general suben de la nota media, o del aprobado. Estamos en un Nueva York treinticinco años más avanzado que el que nos mostraba Sargent en su magnífico asalto. Es una ciudad muy veloz, esa velocidad la expresa muy bien Scott en el comienzo, con secuencias desenfocadas como tomadas desde un coche en marcha, entrando directamente en materia. Su sociedad lleva pegada a sí un artilugio de conexión con el mundo virtual, de información constante y excesiva, ya sea iPod, móviles de ultima generación o portátiles de post-última. Los pasajeros desangelados pero llenos de pura y dura vida que Sargent colocaba en el escenario del vagón de metro, son en Scott un ramillete de activos bursátiles o bonos basura, con una mirada insustancial, desprovistos de heridas.
El Asalto de Scott al Pelham del 2009 ha intentado dotar de un cierto matiz ético-moral a los ladrones de alto estanding, aunque no por ello menos peligrosos que los de 1974. Con menor enfoque en los otros componentes de la banda, y sin aquellos nombres de colores (Sr. Verde, Sr. Rojo, Sr. Azul) que daba un aroma de excentricidad al argumento, todo el peso del lado oscuro recae en el personaje interpretado por John Travolta, autodenominándose Ryder, broker bursátil y expresidiario, además de una pequeña alusión al ladrón maquinista, latino en este caso, cuyo personaje sufre grandes cambios con respecto al original. Pero para que la cinta no se convierta en una más de tantas cintas de subgénero, pueriles, fascistas, y machistas, embasadas al vacío, tenemos la presencia que exhuma humanidad de un excelso Denzel Washington, un controldador terrenal, antihéroe, y con tarjeta amarilla por algún que otro pecadillo. Washington sustituye con Matricula de Honor al genuino Walter Matthau del 74.
Esa pincelada de humor con que Sargent rociaba su artesanía está ausente en Scott, que ha hecho algo más pretenciosamente serio, aunque frío, con lo que ha restado ironía (el personaje del alcalde en Sargent es magnificamente risible, mientras que aquí James Gandolfini se muestra muy plano, sin hacer uso de su potencial majadero), dándole a su sustancia una miriada de imagen popy, una exaltación visual acentuada por una constante y machacona música de thriller posmoderno, que en algunos momentos molesta sobremanera. Las incorrecciones políticas que flotaban en la versión primera, son aquí ausencia.
Por otro lado las secuencias de pura acción están plenamente logradas en Scott, como la del accidente del coche que transporta el dinero, suprema en su espectacularidad, así como el paseo por el icono de tanto cartel decorativo, el Puente de Brooklyn, al igual que el montaje dentro de la centralita de mandos de los trenes, y el personaje añadido del mediador, un John Turturro/Sr. Espaguetti muy burocrático.
Algún guiño se cuela en esta versión en referencia a la anterior, como la alusión de Ryder a que no van a ser tan ridículos de pedir un millón de dólares (la cantidad demandada por los asaltantes en la cinta del 74), puesto que la actualidad económica exige otros más altos beneficios, acorde con los tiempos que corren. Pero esto dejo que lo descubran ustedes mismos, es parte de las novedades de lo aportado por el segundo Scott.
Ah, los finales con la simpleza de un estornudo, son hoy día impensables, en estos Films de festines visuales y manierismo alter-pop.
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La verdad que Joseph Sargent, realizador efectivamente salido de la pantalla chica, con todo lo televisivo que pueda ser, me parece mucho más interesante y creativo que el videoclipero de Tony Scott, y su vieja versión del Pelham 1,2,3 es mejor que la nueva, salvando las distancias de tiempo y forma.