BAFICI 2012: “Snowtown”, infierno grande

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Snowtown (2011), de Justin Kurzel.

Todo lo que empieza como un drama puede convertirse en una película de terror. Llena de una crueldad desenfrenada, este filme australiano toma la idea de la venganza por mano propia y la designación de quienes deben ser “castigados” por violentar a los seres que representan la inocencia misma, como son los jóvenes y los niños.

La película de Justin Kurzel es inquietante e intensa conforme los personajes se van desenvolviendo en una imagen pálida y una cámara en constante movimiento casi propia del reportaje televisivo. Se crea un ambiente angustiante para la historia de una madre (que siempre vive alterada y entregada al vicio del cigarro) que tiene que cuidar a sus tres hijos, pues viven en un pequeño barrio, parecidos a los suburbios estadounidenses, donde los perversos y violadores rondan cerca.

Un personaje extraño y carismático, que aparecerá repentinamente, entrará en la vida de esta familia carente de figura paterna. Su figura agradable y su buen humor, esconden al demonio mismo, y así lentamente comenzará a ganarse la simpatía de uno de los hijos, Jamie, que dicho sea de paso, da el punto de vista de la película. Le mostrará la venganza y la muerte. Sin embargo; Jamie es carente de decisiones, y es débil. Encarna la figura del «muchacho-esponja», que todo lo absorbe, tanto la maldad y la tristeza, la amistad y el rencor, y cada sentimiento lo vive al extremo.

Al mismo tiempo la intensidad crece, por lo que sabemos como también por lo que se esconde. Este personaje que viene a ser el padre postizo para los hijos y en particular para Jamie, suplanta a Dios (cabe resaltar que la película también tiene presente el tema religioso) y comienza a asesinar a los “innecesarios” de este mundo. Construye una red y se vuelve una especie de cazador. Jamie lo acompaña muy sin saber si está bien o mal lo que están haciendo. Lo interesante es cómo el espectador se va dando cuenta sin necesidad de ver ningún acto de barbarie hasta que la misma necesidad de la trama empuja a deslumbrar lo que no se podía ver. La relación que se puede hacer uno por la manera gustosa con la que comen después de cada asesinato es una imagen muy potente.

Una mezcla entre el cine Michael Haneke, David Lynch, David Fincher y hasta un toque de Roman Polanski, esta película con tintes oníricos, casi de cine gore y realistas (finaliza diciendo que está basada en hechos reales). Empuja a sus personajes, acompañados por un leitmotiv musical excelente, hacia la pesadilla misma. El pueblo de Snowtown se convierte en el infierno mismo, y la violencia y la crueldad son extremas. Película muy dura de ver, pero imposible perdérsela.

Esta entrada fue modificada por última vez en 25 de abril de 2012 15:25

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