«El día que la Tierra explotó: una película de Looney Tunes» (2024): el absurdismo contra la Warner


Todavía tengo recuerdos terribles de lo que fue la última aparición de los Looney Tunes en los cines con Space Jam: A New Legacy (2021), que, más que una secuela de la popular cinta de los años 90, era una excusa de Warner Bros. para resaltar el arsenal de franquicias que posee. Entre referencias y cameos de otros títulos, Bugs Bunny y compañía quedaban relegados al armario de antigüedades de la empresa. Sin embargo, años después llega El día que la Tierra explotó (2024), animada completamente en 2D —un formato ya poco habitual en salas—, y que marca el regreso del humor característico y la presencia protagónica de los Looney Tunes, tras años de haber sido desplazados por Warner Bros.

Esta aventura tiene como protagonistas a Porky y el Pato Lucas, y muestra libremente el origen de su amistad mientras satiriza a su principal rival animado: Disney (incluyendo una parodia de El Rey León). Desde el inicio, la película deja clara su identidad irreverente y su humor poco infantil, que abarca desde la doble intención y la violencia hasta un gran despliegue de humor físico.

Resulta gratificante también que el dúo animado no se siente anticuado frente a los tiempos modernos donde la historia se remonta, sino que su absurdo frente a las situaciones estrella con la monotonía de una sociedad ligada al consumo y placer recurrente. Con un claro homenaje al slapstick y a la ironía presentes en el humor de los Hermanos Marx o Buster Keaton, El día que la Tierra explotó evita caer en lo anticuado y se acopla perfectamente a lo que quiere burlarse en la actualidad.

Finalmente la que considero que es la gran burla que tiene esta película es hacia sus propios jefes. Con una subtrama de un chicle que intenta encontrar un sabor original y auténtico, El día que la Tierra explotó se coloca como una crítica al propio trato que han recibido los Looney Tunes de parte de la Warner todos estos años, en los que se han enfocado más en lanzar productos que explotan su valor como franquicia que en crear obras cuidadas y con personalidad, como esta nueva película.

La nueva cinta de los Looney Tunes en solitario, sin humanos o parte de algún universo compartido de referencias, demuestra el peso histórico y cinematográfico que tienen donde no traicionan su tipo de comedia y que todavía es divertida aún para audiencias distintas como comprobé en mi visita al cine donde generaciones diferentes se entregaban a esta nueva historia. Pienso entonces en una frase que escuché recientemente en una serie: “Lo viejo funciona”.


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