[Netflix] «Solo una mirada»: una canción fatal


Si deseas pasar unas horas entretenido y te gustan los thrillers, una buena opción puede ser Solo una mirada (2025), miniserie polaca basada en una novela de Harlan Coben. Dirigida por Bartosz Konopka, Marek Lechki y Monika Filipowicz, tiene un argumento intenso que combina suspenso psicológico, secretos familiares, amnesia (in)oportuna, crímenes del pasado y asesinatos en serie. 

La protagonista, Greta Remiewska (Maria Dębska), es una diseñadora de joyas cuya pacífica vida se ve trastornada al recibir una antigua fotografía de su esposo, Jacek (Cezary Łukaszewicz), de joven, junto a otros miembros de una banda musical, uno de los cuales tiene el rostro tachado. Esta inesperada imagen genera una serie de situaciones que la llevarán a enfrentar un hecho traumático de su pasado: el incendio durante un concierto en 2009 con 28 fallecidos y del que Greta fue la única sobreviviente, a consecuencia de lo cual perdió parcialmente la memoria.

La misteriosa desaparición de Jacek obliga a la protagonista a iniciar una investigación, junto con la policía, que atraerá a diversos personajes (que atizarán la curiosidad y mantendrán el interés, al estar) involucrados con la tragedia del concierto, revelando asesinatos encubiertos 15 años antes y produciendo la ejecución de otros en el presente. Sobre todo, Berta descubrirá que su esposo no era quien ella pensaba y que su cuñada estuvo envuelta en los acontecimientos traumáticos de aquel siniestro; cuyos detalles decisivos ella, gradualmente, irá recordando. Los cuales, además, giran en torno a una canción que da título a la serie: “Solo una mirada”.

La estructura de este policial tiene un aspecto original e interesante. Los cinco primeros capítulos giran en torno a Mirosław  (Robert Bończyk), un asesino serial que, en realidad, tiene un papel secundario pues ha sido contratado por el misterioso autor intelectual. De allí que la serie se focalice en una persecución en la cual el criminal estará siempre un paso delante respecto a sus perseguidores. Y solo en el último capítulo se desentrañan completamente los hechos ocurridos décadas atrás y que se reflejan en la enigmática imagen inicial. 

De hecho, el sexto y último capítulo está casi íntegramente dedicado a explicar todos los interrogantes planteados desde el comienzo y a lo largo de los capítulos previos; mientras que durante la mayor parte de la trama estamos enganchados a la citada persecución que sería lo más convencional, salvo por que en esta ocurren los episodios de violencia y crímenes –voluntarios e involuntarios– perpetrados por el profesional que los ejecuta. Lo que es una invitación a ver los seis capítulos seguidos. 

Como en el caso de La dama de los muertos, la actuación de la protagonista es la que sostiene la acción, mientras que el resto del reparto cumple sus roles algo convencionales. Maria Dębska exhibe satisfactoriamente la vulnerabilidad y determinación de la protagonista. En suma, una miniserie de corte policial y suspenso sicológico, eficaz en su manejo de la tensión sicológica y violencia criminal, así como bien realizada.


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