A través de los ojos vivaces de una niña de 8 años, el drama Happy Birthday (Egipto, 2025) ofrece un retrato del trabajo infantil y nos muestra las profundas grietas sociales causadas por el clasismo y la exclusión en la sociedad egipcia contemporánea, que bien pueden extrapolarse a gran parte de la sociedad latinoamericana y occidental.
La pequeña Toha (Doha Ramadan) trabaja como empleada doméstica en la casa de Laila (Nelly Karim), una mujer que está separada de su esposo y está preparando la mudanza a otro hogar. Nelly (Khadija Ahmed), la hija de Laila, tiene la misma edad de Toha, 8 años, y espera con ilusión su cumpleaños. Aunque su madre y su abuela no quieren hacerle una fiesta este año, Toha las convence de llevar a cabo la celebración porque Nelly le ha prometido que le reservará una vela de la torta, para que así pueda pedir un deseo.
La directora Sarah Goher y su coguionista Mohamed Diab estructuran el relato de la travesía de Doha a lo largo de tres actos que ocurren a lo largo de un solo día. En el primero, conocemos la rutina de Toha en su centro de trabajo y vemos los preparativos para la fiesta de cumpleaños; en el segundo acto, seguimos a Toha de regreso en la casa de su madre, una pescadora de escasos recursos que vive junto a sus cinco hijos en una vivienda precaria en los márgenes de El Cairo; y en el último tercio, Toha llega a la lujosa fiesta de Nelly, pero las cosas no salen ni como ella ni como Laila esperan.

Algunas películas recientes han explorado las historias de personas que se dedican al trabajo doméstico en casas de personas con muchos privilegios, desde La teta asustada hasta Parasite pasando por The Help y Roma. No obstante, Happy Birthday se diferencia de todas ellas por la edad de la protagonista. Al ser una pequeña niña de 8 años, no solo se evidencian las marcadas diferencias de la jerarquía social en base al poder adquisitivo, sino también la problemática del trabajo infantil, en países en vías de desarrollo donde las niñas y los niños son obligados a laborar para ser el sustento económico de sus familias.
Durante gran parte del metraje, la película sortea los estereotipos y las caracterizaciones fáciles, al otorgarles ciertos matices a los personajes de Toha y Laila, mostrando las contradicciones y complejidades de esta última. Aunque en una escena Laila defiende a Toha en un centro comercial cuando la vendedora se niega a dejar que la niña se pruebe una prenda, también la obliga a empujar luego el carrito de compras y es consciente de que contratar a un niño es algo inapropiado, que puede ser visto como condenable ante los ojos de otras personas, como los de su ex pareja. Laila sabe que lo que hace está mal, pero igual se aprovecha de la situación de emplear a una menor de edad y para aplacar su culpa, tiene ocasiones actos de generosidad hacia ella.
Aunque Happy Birthday destila una mirada empática y solidaria hacia su pequeña protagonista, también suele optar por un tono un poco naíf para describir el recorrido de Toha y su descubrimiento de las injusticias y desigualdades del mundo de los adultos. Sin embargo, nuestra mirada está siempre puesta en la magnética actriz principal Doha Ramadan, quien desborda carisma, naturalidad y determinación durante todas sus escenas, hasta llegar a un desenlace catártico y devastador, en el que las emociones de Toha se chocan contra el muro de la realidad y son apagadas de golpe, como las velas de una torta de cumpleaños.
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