«A Machu Picchu Proposal»: Cusco según Hallmark


Interesante ver una película como A Machu Picchu Proposal (2025) que, a pesar de tener mucho menos presupuesto y recursos que algo como la decepcionante Paddington en Perú, termina siendo una mejor representación de nuestra cultura, costumbres y gente. Mientras que aquella aventura millonaria fue grabada en Colombia, no incluía actores peruanos (fuera de un cameo o dos) y parecía no estar interesada en lo absoluto en dar una representación fidedigna del Perú, esta producción de Hallmark Channel se va de lleno con la peruanidad. Esto resulta en un filme que, evidentemente, muestra una visión muy norteamericana de lo que es nuestro país, pero igual se siente más cercano y verosímil que lo usualmente vemos en producciones de aquel país.S

El film se supone que comienza en Michigan (en una escena en realidad grabada acá, en un local del colegio Innova School, y cómo se nota), y nos muestra a nuestros dos protagonistas, los mellizos Katie (Rhiannon Fish, gran nombre) y Dan (Chris Vieira). Emocionado porque planea pedirle matrimonio a su novia peruana, Luciana (la local Michelle Rosselló), el segundo convence a la primera de viajar a Cusco, para así encontrar el lugar romántico perfecto para cumplir con sus planes.

Es así que, al llegar a dicha ciudad, se encuentran no solo con Luciana, sino también con Carlos (el brasileño Alec Santos), un chef mexicano amigo de esta última, que ha llegado a Cusco para buscar los ingredientes y recetas perfectas para usar en el restaurante que está a punto de abrir en los Estados Unidos. Juntos, el grupo paseará por Cusco y sus alrededores, yendo a Machu Picchu (lógicamente), pero también a lugares como Ollantaytambo, la Montaña de los Siete Colores (bueno, más o menos), o el Salar de Maras. Pero mientras Dan busca el lugar perfecto para pedirle matrimonio a Luciana, Katie se irá enamorando gradualmente de Carlos, lo cual, considerando su experiencia previa con un ex deshonesto, le preocupa bastante.

A Machu Picchu Proposal es una producción de Hallmark al cien por ciento, y por ende, debe ser percibida y evaluada siempre teniendo eso en mente. No tiene caso compararla con películas “regulares” para cine o streaming. Hallmark maneja su propio estilo de hacer las cosas, desarrollando con envidiable frecuencia películas centradas en romance, temas familiares y mucha inocencia, haciendo uso de recursos que generalmente encontraríamos en telenovelas o las soap opera de Estados Unidos o Inglaterra. Todo lo que hacen es bien vanilla (a propósito), enfocándose en un público mayoritariamente femenino y mayor.

Todo eso para decir que, si se animan a ver esta película, no deberían esperar nada demasiado complejo. Hay romance, por ejemplo, pero no hay sexo (y con las justas hay besos). Hay conflicto, pero no es nada muy grave, y se resuelve con relativa simpleza. Hay una propuesta audiovisual, definitivamente, pero es bien directa al grano, con una cámara que parece flotar constantemente alrededor de nuestros personajes, y el ocasional plano de dron para mostrar la majestuosidad de los parajes cuzqueños. Y los personajes son todos personas gentiles y tranquilas, que no beben ni fuman ni bailan pegado (la única escena de baile muestra a los dos protagonistas masculinos haciendo la coreografía de la “Macarena”). Todo esto puede sonar en extremo tradicional, pero felizmente, hasta donde me pude dar cuenta, no hay nada en A Machu Picchu Proposal que se sienta políticamente ultraconservador —de hecho, parte de su propuesta es su neutralidad política y social, desarrollándose como “entretenimiento puro y sano” y literalmente nada más.

Pues bien, habiendo dicho todo aquello, y viendo el filme tomando el contexto en el que ha salido en cuenta, A Machu Picchu Proposal no está mal. En ningún momento intenta ser una historia completamente peruana, como lo que se supone iba a ser Paddington en Perú (protagonizada por un osito supuestamente peruano pero en realidad británico, con nombre inglés y sin conocimiento de nuestros idiomas). La película de Hallkmark es enteramente sobre la visita de turistas estadounidenses (y un mexicano) a nuestras tierras, y sobre cómo encuentran acá algo de inspiración (romántica, espiritual, culinaria) para seguir adelante y ser felices juntos.

¿Se podría decir que nos están utilizando y que están trivializando nuestra cultura? Pues sí. ¿Pero viene esto de un lugar maligno, oscuro, colonial? No lo creo. A Machu Picchu Proposal es demasiado inocentona para eso, y considerando que, al fin y al cabo, está estructurada igual que la mayoría de filmes del Hallmark Channel, no resulta difícil rendirse antes sus simples encantos. Por lo menos se siente un considerable respeto hacia nuestra cultura, gastronomía y gente (a excepción de cuando los protagonistas intentan -por un breve momento- ir de Cusco a la Huacachina en carro), poniendo en roles importantes a actrices peruanas, y obligando a los protagonistas a actuar con personajes secundarios locales, muchos de los cuales parecen haber sido interpretados por cuzqueños reales de poca experiencia actoral.

Lamento seguir con la comparación, pero a diferencia del filme de Paddington, que invisibilizaba al peruano y lo reemplazaba con secundarios británicos (o en el caso de Antonio Banderas y su hija, españoles), A Machu Picchu Proposal se lleva a cabo en un Cusco más o menos realista poblado por cuzqueños, que sí, están todos al servicio de los protagonistas… a excepción de la Luciana de Michelle Rosselló (enérgica, carismática, hablando un inglés correcto) y su familia. El haber puesto a una actriz local en un papel importante para la historia es un golazo, y ayuda a que la película se sienta más auténtica en sus intenciones, y de paso ayuda a justificar la llegada de Katie y Dan al Cusco.

Y hablando de Katie, la canadiense-australiana Rhiannon Fish (caserita del Hallmark Channel) interpreta a nuestra protagonista con encanto y verosimilitud, por más que en buena parte del guion, esté escrita de forma un poco antipática. Lamentablemente, su romance con el Carlos de Alec Santos no es el más creíble o apasionado del mundo. Entiendo que “del odio al amor hay un solo paso”, pero aquí ni siquiera hay odio; Katie se pasa la mayor parte del tiempo simplemente evitando a Carlos (claramente con miedo de repetir los errores del pasado) por lo que, cuando finalmente decide rendirse antes sus encantos (spoiler que no es spoiler), se siente poco justificado, hasta un poco forzado. Por otro lado, Chris Vieira desataca como un Dan algo caricaturesco pero entretenido —un chico al que, a pesar de sus considerables torpezas, queremos ver cumplir con su cometido.

Mención aparte, por supuesto, a las actrices locales que cuentan con roles importantes en A Machu Picchu Proposal. Aparte de Michelle Rosselló (a quien espero se le abran más puertas luego de aparecer aquí), están Lucía Caravedo como María, la mamá de Luciana, y Valentina Saba (de Cuadrilátero), como Flores (¿?), la dueña de una granja de alpacas (¿¿??). La primera convence en un papel relativamente breve pero relevante para la trama, y la segunda hace un buen trabajo, como siempre, por más de que para un público peruano se le va ligeramente fuera de lugar. En todo caso, da gusto ver como la producción no tuvo miedo de usar talento local, tanto para una protagonista como para los personajes secundarios y hasta los figurantes (como Luis el guía, interpretado por Fernando Cavero Farfán).

A Machu Picchu Proposal hace exactamente lo que uno esperaría de una película de Hallmark. A nivel narrativo, cuenta con cero sorpresas y personajes delineados con crudeza pero bastante inocencia. Es a nivel de representación peruana, más bien, donde el filme me sorprendió —haciendo lo mínimo indispensable, por supuesto, pero como la valla está tan baja (gracias a filmes como la ya mencionada Paddington en Perú o Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal), el filme termina destacando. Evidentemente lo que tenemos acá es una visión gringa y fantasiosa de nuestro país, bien de Marca Perú y algo superficial en cómo trata nuestra cultura. Pero nuevamente: esta es una producción de Hallmark, por lo que hay que considerarla como lo que es, no como lo que nos gustaría que fuese o lo, que según algunos, debería ser. En ese sentido, se trata de una propuesta divertida y ligera, como para ver luego de un largo día de trabajo sin mayores expectativas. Nada más, ni nada menos.

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