Más que un documental que retrata la personalidad y trayectoria de una banda, la nueva película de Antonio Rodríguez Romaní resulta ser un retrato a su líder. La imagen de Freddy Ortiz, cantautor de Uchpa («cenizas», en quechua), se convertirá en el centro de testimonios asociados al grupo musical y a una época de tensión política y tragedia nacional. Uchpa, la película (2025) resulta atractiva consecuencia de esa referencia histórica. Ahora, esto no significa que sea menos interesante el conocer las raíces y cruces del estilo musical de esta agrupación quechuahablante, aquella que ha sabido asociar géneros tan clásicos como el rock y distintivos como el blues con los instrumentos, melodías, líricas y tópicos andinos. Sucede que esos momentos en que el documental decide aproximarse a la música de la banda, lo hace de una manera esquemática, no aprovechándose un desarrollo que, por ejemplo, apunte a una visión melómana, en donde lo creativo, referencial y analítico, así como los datos bajo llave, se expongan al espectador. Esto cambia para cuando el documental se refiere a las fuentes orales de un sobreviviente del conflicto armado.
Para quienes lo ignoraban, resulta curioso que el líder de la banda hard rock fue tiempo atrás miembro activo de la policía. Pero eso es solo el principio. Ortiz, natural de Ayacucho, fue uno de los tantos policías destinados al interior del país a luchar contra el terrorismo en su momento más agrio. Para la década de los 80, antes de formarse el grupo, el protagonista de Uchpa tuvo que ser parte y testigo de una serie de intervenciones violentas que transcendieron a posteridad. Luego de que reconozcamos su sensible testimonio, es cuando toma más sentido el origen y orientación de la agrupación que fundó junto a Igor Montoya.
Entonces no solo se trataba de hacer trascender la herencia andina siempre vinculada a una sensibilidad melancólica. Uchpa en gran medida manifiesta una búsqueda terapéutica. Ortiz desfoga el dolor reprimido en su momento. Varias de las letras de su agrupación se convierten en uno de los tantos discursos de la posguerra al ser relatos que rememoran el pesar colectivo desde el pesar íntimo. Uchpa, la película se convierte así en la historia de un personaje muy triste, aunque dispuesto a encontrar el consuelo a través de su memoria y la del resto. Si bien Freddy Ortiz es el único personaje recurrente en todo este derrotero, este mismo no deja de dialogar o intercambiar testimonios con otros, siendo los más poderosos el de comuneros recordando los abusos de la policía nacional. Hay un rastro de conciencia autocrítica en esos instantes.
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