Una swing bout es una pelea de box utilizada para rellenar los tiempos muertos que quedan luego de una serie de knockouts consecutivos. Es decir, son combates de reserva, en los que se enfrentan peleadores de poca experiencia pero mucho potencial. Lógicamente, la película apropiadamente titulada Swing Bout, dirigida por Maurice O’Carroll, desarrolla la historia de una de aquellas atletas, en el contexto de las horas previas a la pelea en la que les tocará participar. A pesar de contar con un presupuesto claramente limitado, esta producción irlandesa termina cautivando gracias a la tensión que desarrolla, a los diversos conflictos que presenta, y a lo verosímil que se termina sintiendo.
La protagonista del film es la “Terrible” Toni (Ciara Berkeley, pronta a protagonizar el esperado videojuego The Witcher 4), una boxeadora de peso ligero que se encuentra en los vestidores de un estadio, justamente esperando a que sea su turno de pelear. Casi siempre escuchando un podcast inspirador en sus audífonos, la seguimos mientras interactúa a con una serie de personajes involucrados en la organización de los swing bouts, cada uno con sus problemas y conflictos. La película, no obstante, nunca pierde de vista a la decidida Toni.

Tenemos, entonces, al corrupto Micko Casey (Frank Prendergast), el dueño de la organización, y a su violento y cocainómano hermano, Jack (Ben Condron); a Emma (Sinead O’Riordan, también productora de la película), la entrenadora de Toni, y su esposo, el periodista deportivo endeudado Gary (Gerard Kearney); a la agresiva Vicki (Chrissie Cronin), la otra boxeadora con la que se supone Toni peleará; a Flann (Baz Black), un boxeador que no participa de un encuentro hace meses, e incluso a Mary Malicious (Megan Haly), una luchadora que sale malherida de un combate y dice no necesitar de un doctor. Cada uno de estos personajes cuenta con sus propios problemas e intereses, los cuales se van presentando y desarrollando dentro de los cambiadores, baños, pasillos y cuartos de descanso del estadio.
Es así que Swing Bout se lleva a cabo sin presentar ninguna pelea de box, lo cual ya de por sí es bastante arriesgado. Se nota que la producción no contaba con mucho presupuesto, por lo que no podían incluir cientos de extras en un estadio, ni secuencias complejas de violencia bien coreografiada. No obstante, por más de que la cinta cuente con aquellas claras limitaciones, esta nunca se ve barata. De hecho, los interiores alrededor del estadio, así como los conflictos entre todos los personajes ya mencionados, son bien aprovechados para desarrollar una narrativa que no carece de suspenso, y que pinta de cuerpo entero a una industria que, en muchos casos, resulta ser ridículamente corrupta.
Consideren, sino, cómo la película nos presenta a un Micko que está siendo buscado por la policía. O a un Jack que necesita que Toni pierda la pelea con Vicki, solo por el hecho de que quieren favorecer la carrera de una boxeadora por sobre la de la otra. O a un Gary y una Emma que se aprovechan de la pelea arreglada para apostar toda su plata y así salir de sus considerables deudas. Si Swing Bout no nos muestra ni un combate, es porque trata sobre todo menos el box en sí. Más bien, el filme se enfoca en todo lo que rodea al deporte; en los intereses de todos los involucrados en la organización de los encuentros, y en los sucesos turbios que involucran grandes cantidades de dinero, intimidación, violencia y agresión.

En medio de todo aquello, se encuentra Toni. Es nuestra protagonista la única que parece estar interesada en el deporte en sí, siempre enfocada en mejorarse, escuchando con frecuencia su podcast inspiracional, entrenando mientras gente como Vicki no hace más que insultarla, incluso mentándole la madre. Ciara Berkeley interpreta a Toni con convicción; no como una chica perfecta (igual tiene ciertas tendencias agresivas, y casi no tiene correa), sino como alguien enfocado, a quien poco le importa la política del deporte. Y del reparto secundario, destacan Sinead O’Riordan como Emma (humana, compleja, dudosa), Ben Condron como Jack (caricaturescamente desagradable), y Frank Prendergast como Micko (corrupto, nervioso).
Si hay algo que traiciona las considerables ambiciones de Maurice O’Carroll es el contraste entre el pulcro acabado audiovisual y el blocking algo repetitivo de las escenas. Swing Bout consiste principalmente de momentos de conversación y discusión, muchos de los cuales son presentados con primeros planos o planos medios de los personajes, generalmente hablando sin moverse mucho. No hay nada malo en la dirección de fotografía, color o banda sonora de la película, pero creo que el producto final se hubiese visto beneficiado de un blocking más interesante, personajes más móviles, y una menor dependencia del plano-contraplano. Momentos como cierto plano secuencia al inicio del filme destacan precisamente porque el resto de la experiencia no es igual de interesante a nivel visual.

No obstante, el balance es positivo. Admirable lo que se logró con poco presupuesto y, me imagino, en poco tiempo. Swing Bout demuestra que no es necesario tener cientos de extras ni mucha violencia para desarrollar una historia sobre el box de forma efectiva. La película funciona gracias a sus personajes, las actuaciones, y la tensión que se desarrolla en un ambiente claustrofóbico y hostil, en el que una atleta que solo quiere destacar se siente, por momentos, incómoda y agredida. Espero que Maurice O’Carroll y compañía pasen a proyectos de mayor envergadura; considerando lo que han sido capaces de hacer con Swing Bout, estoy seguro con algo más de presupuesto y recursos, llegarían a entregarnos algo incluso más efectivo y emocionante.
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