Chris Stuckmann es de aquellos youtubers que parecen haber estado publicando videoreseñas por una eternidad. No solo es de los más populares influencers de cine en los Estados Unidos, sino también una figura importante en el mundo de los sobrevivientes a cultos religiosos. Todo este background se hace evidente en Terror en Shelby Oaks (Shelby Oaks, 2024), su primera película como director y guionista, y una producción independiente financiada casi enteramente a través del crowdfunding y que eventualmente fue comprada por la distribuidora Neon. Una historia de éxito para un hombre que ha estado viviendo y respirando cine desde que era niño.
Es además una historia de relativo éxito a nivel creativo. Porque aunque las influencias de Stuckmann se hacen más que evidentes en su ópera prima, el resultado final termina siendo, felizmente, más que la suma de sus partes (al menos hasta su confuso desenlace). Lo que tenemos acá es una cinta que, lógicamente, combina sus intereses y preocupaciones en un paquete satánico, haciendo uso de youtubers e influencers como personajes secundarios, y poniendo de protagonista a una mujer que, al buscar a su desaparecida hermana, se encuentra con un culto peligroso y sanguinario. Como muchas otras óperas primas, Terror en Shelby Oaks contiene mucho de lo que a Stuckmann le interesa a nivel personal, lo cual puede llegar a resultar tanto abrumador como fascinante.

Lo mejor de Terror en Shelby Oaks está en el inicio, cuando intenta presentarse como un mockumentary de horror, centrado en el caso de los “Paranormal Paranoids”, un grupo de youtubers de investigación paranormal que, doce años atrás, desaparecieron en la ciudad abandonada de Shelby Oaks. Entre ellos se encontraba Riley (Sarah Durn), la hermana menor de Mia Brennan-Walker (Camille Sullivan), quien ahora aun se dedica a buscar a la chica, por más que la policía ya se haya rendido.
Es en estos primeros momentos que el film logra atrapar al espectador, sumergiéndolo en un contexto perturbador y misterioso, que curiosamente le resultaría familiar a cualquiera que haya pasado por un periodo de obsesión con youtubers paranormales (en el caso de vuestro servidor, por años me dediqué a ver el canal Buzzfeed Unsolved). Es luego de aquel inicio, sin embargo, que Terror en Shelby Oaks se torna más convencional, con una presentación de película “regular”, ahora más enfocada en seguir a Mia mientras intenta encontrar a su hermana luego de que un suicida le entrega un videocasete con nuevas pistas.
Hay que admitir que, a pesar de que no es igual de atractivo y original que el prólogo, el resto de Terror en Shelby Oaks funciona bastante bien como un filme de horror sobrenatural y suspenso. Seguir a Mia en su investigación resulta suficientemente intrigante, y aunque el reparto secundario nunca llega a ser particularmente interesante (por más que cuente con el gran Keith David, quien lamentablemente solo sale en una escena), esto se ve compensado por el trabajo de Camille Sullivan. La actriz canadiense logra transmitir con efectividad el dolor y la confusión que nuestra protagonista va sintiendo a medida que va descubriendo la verdad. Y mientras va siendo perseguida por siluetas satánicas y perros violentos, por supuesto.

Es hacia el final, más bien, donde la película comienza a perder a su público, concluyendo de forma algo confusa, haciendo que el espectador promedio se quede con más preguntas que respuestas. Una vez que Stuckmann se dedica a explicar —aunque sea sutilmente— quiénes están detrás de la desaparición de Riley y por qué, el suspenso se esfuma y los personajes comienzan a tomar decisiones algo inexplicables. Adicionalmente, es aquí donde se incluye un momento —no tan breve— de gore chocante que, considerando el tono del resto de la cinta, se siente un poco fuera de lugar. No debería resultar sorprendente, entonces, enterarse de que aquella escena —entre otras— fue agregada en regrabaciones luego del estreno de Terror en Shelby Oaks en el Festival de Fantasia de 2024.
A pesar de contar con algunas considerables deficiencias, sin embargo, no puedo dejar de admirar lo que Stuckmann ha logrado con la película. Que transmita muchas de sus preocupaciones, y esté vinculada a experiencias de su propia vida, ciertamente ayuda a que la experiencia en general se sienta menos genérica. Y como película de miedo, Terror en Shelby Oaks está sobre el promedio, incluyendo diversas escenas de tensión pura, en las que uno entrecierra los ojos para no ver lo que está a punto de atacar a nuestra protagonista o aparecer justo detrás de ella, entre las sombras.

De hecho, Stuckmann utiliza muy bien el espacio negativo en sus encuadres, así como de la oscuridad y elementos y personajes fuera de foco. Y en general, logra desarrollar una atmósfera palpable de pavor, la cual obviamente comienza en el prólogo ya mencionado estilo falso documental, pero felizmente se mantiene durante buena parte de la historia. Destacan, además, locaciones como bosques, cabañas, parques de diversión abandonados y hasta una cárcel destruida y completamente vacía. Son lugares que quizás han visto representados en otros filmes de terror, pero que aquí igual contribuyen al tono que Stuckmann va desarrollando con paciencia.
Terror en Shelby Oaks no es la mejor película de terror que vayan a ver este año. De hecho, no creo que sea ni particularmente original ni particularmente memorable, incluyendo referencias a otros filmes más conocidos como El proyecto de la Bruja de Blair o el clásico El bebé de Rosemary. En pocas palabras: si han visto cualquier otra cinta sobre cultos satánicos, sacrificios humanos, gente desaparecida y demonios en la oscuridad, sabrán exactamente qué esperar de este film. Pero por más que sea algo previsible, lo que el autor nos entrega acá está bien hecho, es frecuentemente tenso y aterrador, y más importante aún, se siente personal. Puede que todavía tenga que mejorar un poco, pero es justo por eso que no puedo esperar a ver lo que Stuckmann será capaz de hacer con su siguiente película.
Nota: Vi este film gracias a un screener cortesía de NEON.


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