Por siete meses, el cineasta iraní Jafar Panahi estuvo en prisión, entre 2022 y 2023. Al salir en libertad, grabó clandestinamente Un simple accidente (2025), película que se llevó la Palma de Oro de la edición de este año del Festival de Cannes.
La cinta emplea al humor como vehículo para hablar de la persecución, torturas y encarcelamiento a los opositores al régimen en Irán. Diversos aspectos de los personajes del filme se nutren de los testimonios que los compañeros de prisión de Panahi le compartieron, junto a los aportes directos al guion de Mehdi Mahmoudian, periodista y activista por los derechos humanos en Irán (quien vivió encarcelamientos antes y después del rodaje).
(Foto de portada: Panahi posa en el escenario después de ganar la Palma de Oro de Cannes, el 24 de mayo de 2025 – Valery Hache/AFP via Getty Images – CNN.com)
En Un simple accidente, cinco personajes se irán sumando uno a uno a un viaje en una furgoneta en la que se encuentra capturado quien aparentemente es el hombre que los torturó alguna vez. Sabemos de su presencia, aunque ni ellos ni nosotros lo veamos directamente. La forma en la que Eghbal, el torturador, llega a ser retenido, no es producto de una persecución calculada, sino del azar, tras atropellar a un perro en la carretera. Ese simple accidente al que se refiere el título nos lleva también a recordar que los habitantes del régimen autoritario se ven obligados a minimizar el trauma vivido por la represión gubernamental con tal de seguir con su día a día. Entre el deseo de justicia, de venganza y de reparación, los personajes siguen un viaje por avenidas y carreteras que, cinematográficamente, es también un recorrido por diferentes registros narrativos que culminan en una potente secuencia. Sobre esto pudimos conversar brevemente con Jafar Panahi, para Cinencuentro:

Mariale Bernedo: Coméntenos por favor sobre la escena del interrogatorio a Eghbal, en la que solo vemos su rostro cubierto. ¿Cómo se construyó esta escena y cómo se decidió centrarla alrededor de pocos elementos visuales?
Jafar Panahi: Empezamos por pensar por qué necesitamos un plano medio cerrado durante 13 minutos en una película como esta. Un plano así nunca se habría realizado si el decoupage [desglosar una secuencia en planos] y su estructura no estuvieran diseñados correctamente. Si prestas atención a lo largo de la película, te darás cuenta de que los personajes suelen estar todos ahí y no paran de hablar de un personaje ausente. Pensé que, para lograr justicia visual, debía tener un plano en el que ese personaje que siempre estaba ausente estuviera ahora presente y el resto de los personajes estuvieran ausentes. E incluso si otros personajes entraran en este plano, no los seguiría con la cámara. Simplemente me quedaría en primer plano con este personaje. Así que le hice un plano medio, que parece ser lo más fácil del cine, pero resultó ser nuestro plano más difícil, porque la actuación del actor en esos 13 minutos tenía que ser tan perfecta que, incluso si faltaran uno o dos segundos, todo el plano se arruinaría. Hice varias tomas durante una noche hasta la mañana, y aún no tenía un buen presentimiento al respecto. Me preguntaba cuál era el problema. Me preguntaba si era la actuación o si había otro problema, y entonces me di cuenta de que, en realidad, el problema era yo, porque no conocía a ese personaje lo suficiente, porque no había lidiado con los interrogadores lo suficiente como para conocerlos bien. Así que fui a buscar el consejo de un amigo que pasó una cuarta parte de su vida en prisión. Ese amigo, Mehdi Mahmoudian, también me había ayudado a escribir los diálogos del guion. Le pedí a Mehdi que viniera al set y nos contara, según su experiencia, cómo actuaba un interrogador. ¿Cuándo se enojaba? ¿Cuándo se volvía indiferente? ¿Cuándo se derrumbaba? ¿Cuándo se ponía furioso? ¿Cuándo manipulaba? Cuando estos puntos se le dieron al actor -cuya actuación es tan buena y es un actor tan capaz- en dos o tres intentos, la toma se concretó esa noche. La gente en el set sugirió que quizás debería hacer otras tomas de los demás personajes. Les dije que no quería hacerlo porque no quería caer en la tentación de dividir la escena en tomas más pequeñas durante la edición. Solo quería que fuera una toma larga. Porque el impacto de esta toma residió en que fue una sola toma, larga y toda en un solo plano. Y por suerte, lo logramos.
Mariale Bernedo: En Latinoamérica, países como Perú, Argentina o Paraguay también enfrentan la represión de sus gobiernos hacia el cine o hacia los espacios culturales, lo que genera miedo en la comunidad. En su experiencia, ¿qué es lo que lo empuja a seguir creando a pesar de este contexto?
Jafar Panahi: Por supuesto, cada lugar tiene sus propios problemas y luchas. Hay que estar en una geografía determinada para comprender cuáles son sus problemas y poder resolverlos. El arte, por su naturaleza, no permite recetar una fórmula universal, y no podemos decir que todos deban actuar de una manera determinada. Dicho esto, hay muchas dictaduras en todo el mundo que actúan de forma similar. Y la forma en que tratan a la gente es similar en otros lugares. Claro que, según la situación, cada uno sabe cómo encontrar la manera de crear su obra y su arte. Tales regímenes y poderes parecen aterradores e impenetrables desde fuera, pero cuando vives en esas situaciones y regímenes, automáticamente encuentras maneras que te permiten respirar, crear tu obra y escapar de la presión.
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Un simple accidente (It Was Just an Accident, 2025) se encuentra como representante de Francia para la categoría de Mejor Película Internacional para la 98 edición de los Premios Oscar, en 2026, por ser una coproducción entre Irán, Francia y Luxemburgo. En conversación en rueda de prensa virtual, como respuesta al periodista bangladés Johny Hoque, Panahi comentó que él viene objetando las reglas de la academia estadounidense desde hace mucho, la cual considera que no comprende la situación que están pasando los cineastas que viven en regímenes autoritarios. Su deseo es que su película pueda figurar como representante de su país, pero le ha sido imposible proyectar su película en salas de cine iraníes. Por ello no logró cumplir con la regla de esa academia, que exige al menos una semana de exhibición comercial en el país de origen para ser elegible como su candidata nacional, cosa que sí sucedió con sus películas anteriores El círculo (2000) y Offside (2006), indica el cineasta. Sin embargo, sigue existiendo el requerimiento de tener un aval gubernamental para ser considerada como una película que procede de determinado país. La facilidad con la que envía sus películas a festivales, afirma Panahi, contrasta con las dificultades que las políticas de la academia estadouniense mantiene sin excepción a pesar de la realidad política de muchos países.
La carrera en la temporada de premios parece avanzar de forma positiva para la película, a pesar de las limitaciones que impiden que, en los registros, sea nombrada como una cinta de Irán. Un simple accidente goza de una buena recepción por parte de la crítica y prensa especializada, quienes la reconocemos como una gran coproducción, pero en esencia un filme de identidad iraní, hablada en farsi, desde el territorio que en algún momento podrá volver a ver las cintas de Panahi exhibidas en sus salas, y que continúa luchando por la libertad contra la opresión.



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