Descarrilados (2005)

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Derailed
Dir. Mikael Håfström | 112 min. | EE.UU.

Intérpretes:
Clive Owen (Charles Schine), Jennifer Aniston (Lucinda Harris), Vincent Cassel (Philippe LaRoche), Melissa George (Deanna Schine), Addison Timlin (Amy Schine), RZA (Winston Boyko), Xzibit (Dexter)

Estreno en Perú: 16 de marzo del 2006

Eficaz y más bien desapercibido thriller realizado el año pasado que tenemos la oportunidad de presenciar. El juego de asedio extremo a la seguridad dentro de la vida de un hombre creído de que su buena posición lo ha aislado, como en una burbuja, de las maldades ajenas, es aquí conseguido con mucha mejor fortuna que en otras cacareadas muestras del género (la última es la mediocre Firewall). Mecanismos originales o no pero que con oficio y criterio siempre llegan a buen puerto. Tal es el caso de esta incursión americana del hábil realizador sueco Håfström (Solo contra sí mismo).

Un exitoso y esforzado miembro de una agencia de publicidad (Clive Owen) es el protagonista de este ejercicio de progresiva zozobra integral. Precio a pagar por contemplar un espejismo y querer saborear las delicias del oasis en medio de la rutina y el desfallecimiento espiritual correspondiente. Entre pocos satisfactorios momentos profesionales y una familia afectada por la enfermedad de la hija, el buen hombre de casa americano encontrará en medio de los paisajes grises y acerados a una visión despertadora (móvil por excelencia, el señuelo y perdición de los hombres).

Una guapa, y para colmo con personalidad, mujer de negocios (Aniston guapísima) se convertirá en el imán que como abeja al panal atraerá a nuestro héroe a una aventura que de menos a más lo hará replantearse el sentido de la vida que lleva. La órbita de la situación límite que encontrará lo llevará más queriendo que sin querer a una intriga de la cual una vez iniciada la partida no podrá escapar. Historia que se mueve así dentro de lo más visto y nutrido dentro del espectro de la vida americana sin sorpresas que no obstante en sus clásicos ha sabido entregar verdaderos cuadros de la disolución humana y social (no mencionemos las películas del gordo Hitch pero sí entre otras a la de ese otro gran gordo del celuloide que fue Orson Welles).

El director se mueve con solvencia desde el arranque para configurarnos bien su historia, delinear sus criaturas y sus orientaciones vitales. No se la juega a ambiciones u originalidades de deconstructores o matadores de tiempos, ni mucho menos a los alardes inexpertos y desbocados prospectos de directores de videos. Intenta sustentarse sobretodo en la solidez de su guión y sus giros suficientemente envolventes como para brindarnos toda una inquietante sensación de verdadero desequilibrio y compromiso con las correrías del protagonista. Mucho de otros cultores del cine de acción y suspenso se ven acá (Soderbergh o la limpieza del Eastwood policial a la cabeza).

Entre las maniobras clásicas del género logra deslizarse cierta mirada particular con moralina que no logra complejizarse demasiado (ni lo intenta). El castigo al atrevimiento del ego de la edad mediana llegará en la figura de una especie de ángel vengador con pinta de gárgola (Vincent Cassel haciendo uso de todo su desenfrenado repertorio que ya le hemos visto antes) quien le hará saber a cada instante que la torre desde la cual mira el mundo puede ser también de la cual se puede caer. La tosquedad de este personaje caricatural aporta fuerza al giro central de la cinta pero no la saca indemne de las obligaciones comerciales. Así contemplamos esta delirante farsa de acoso (hábilmente cercana a cierta mitología de western con bandidos volviendo una y otra vez a instaurar el asedio hasta darse por satisfechos) hasta el final con su consiguiente clímax que sugiere cierta influencia de Taxi Driver y otros menos espirituales como Don Siegel o Sidney Lumet.

Si de referencias se trata, Mikael Håfström las posee y con buen tino las añade a su ficción. Un encargo de este tipo por él que muchos no dan demasiado pero que resulta dándonos un buen sabor de boca que esperamos repetir de vez en cuando en algún proyecto semejante. Aunque el estirado desenlace no me lo trago del todo, me hace esperar con curiosidad el siguiente film de este artesano de los géneros interesado en mostrarnos un campo de acción, pasión y muerte como diría Sam Fuller.

Jorge Esponda

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