José Toledo, un propietario de cine español, se topó hace tres años, por casualidad, con una forma de evitar la piratería dentro de las salas de cine. Sucedió que mientras estaba grabando con su cámara de video en casa, estuvo jugando con el control remoto del televisor. Cuando revisó las imágenes grabadas vio que aparecía una luz parpadeante de vez en cuando. Era el infrarrojo del control remoto. Toledo pensó en las posibilidades de su hallazgo y lo potenció.

Al día siguiente probó con cuatro mandos a distancia dentro de la sala de cine que regentaba, y prendió la cámara con los controles tras la pantalla. Las luces se volvían a registrar en el video. Luego de perfeccionar el invento junto a su amigo José Rada, lo registró como Karina Anticopia en la Oficina Española de Patentes y Marcas.

El aparato perturbador de vídeo y fotografía, consiste de varios diodos que emiten luz infrarroja, imperceptible a la vista, pero no para el objetivo de la cámara. Los diodos pueden ser programados para emitir en diferentes longitudes de onda para perturbar a cualquier modelo de cámara. Ubicado tras una pantalla de cine, las grabaciones realizadas dentro de los cines recogerian las señales intrusas, obteniendo una copia llena de flashes que la harían inservible para una exhibición medianamente decente. También se podría usar en conciertos y otros espectáculos en vivo.

Pero, a pesar de que Toledo ha mostrado su invento a las distribuidoras españolas e incluso a un asesor del ministro de cultura, nadie se ha mostrado interesado en comprarle la patente. Luego, el que padece por su gusto, que no se queje. Si hay herramientas para reducir la piratería, las casas matrices deberían de usarlas, en vez de endosarnos su terrible «20 pirata«.

(Vía El Mundo)