Berlinale 2008: Los días de Jonatan en el Talent Campus

Publicado por

Frío. Berlín. Acabo de tener una noche pésima viajando casi doce horas en bus. Un bus es un bus, así te cobren en euros. Dejo mis cosas donde un amigo y salgo a recoger la acreditación del festival. Estación de metro Alexanderplatz. Busco los carteles de la ruta U2 hacia Ruhleben. Escaleras, pasillos, tiendas, punks, escaleras. Toca esperar cinco minutos para el tren. Adentro ya no se siente frío. Faltan seis o cinco estaciones para mi destino. Cuando salimos a la superficie en algún tramo, veo una ciudad casi desierta. Un cielo azul donde los aviones dejan una estela al pasar, como si se tratara de una exhibición aérea.

Llegamos a Potsdamer Platz. Así que aquí están los edificios modernos de Berlín. Un arquitecto sería feliz entre tanto cemento, metal y vidrio. Pequeñas secciones del antiguo muro se mantienen en una esquina. Sólo los turistas les tomamos importancia y fotos. Miro mi mapa y veo una cola inmensa para entrar al lugar al que tengo que ir. Me hace recordar nuestro país. Se siente el frío y parece que nadie avanza. Pregunto en la puerta por la acreditación del Talent Campus. Me hacen pasar, esa cola no era mía. Alemania, bonito país. Tres minutos después estoy revisando mi credencial y salgo del edificio.

Veo la cola, no ha avanzado. Camino. No sé si dar crédito a la información retiniana de que John Malkovich se encuentra dentro de la cola. No necesito estar seguro. Sin cruzar la calle llego al Berlinale Palast (arriba en la foto), el centro neurálgico del festival. Alfombra roja, bola de espejos, fotógrafos por docenas, un oso rojo, curiosos esperando algún famoso, una pantalla gigante. Al frente una niña hurgando en la basura de McDonald’s, su madre observándola, policías riendo, botando vapor por la boca. El cansancio regresa y ya oscureció a pesar de ser las seis de la tarde.


Michel Gondry, con bufanda roja, enfrenta las cámaras

Empieza el Talent Campus, los primeros conocidos son de África, Europa y Sudamérica. Bonita reunión informal en el hotel antes de iniciar las actividades oficiales. Ceremonia de Apertura, con Dieter Kosslick, Gustavo Santaolalla y Stephen Daldry. Luego viene la recepción y vino, conversaciones y cerveza a discreción. Nos quedamos hasta que nos invitan a retirarnos. Sin querer hemos formado un grupo hispano-hablante, donde algunos se quejan de lo mal que imitan sus dejos en otros países. Salimos de paseo nocturno cerca al hotel. Entramos a galerías de artistas urbanos que toman edificios enteros y los llenan de graffiti y su arte. El hambre hace que algunos estómagos suenen. Vamos por un económico kebab o un falafel, tan populares como nuestros sanguchones.

Desayuno buffet. Un buen conversatorio sobre el cine latinoamericano con Fernando Eimbcke y Pablo Fendrik. Almuerzo con el grupo en un económico restaurant chino. No hay como nuestro chifa. Conversatorio con Stephen Daldry, director de Billy Elliot y el peor moderador del evento no lo deja hablar. Cena con los expertos (mi mesa no tuvo mucha suerte), Wim Wenders saludando y dando un premio a un cortometraje no muy bueno pero si politicamente correcto, una banda de música poco apropiada para la ocasión nos hace más dificil comer la extraña comida que tenemos en nuestros platos. Se terminan los dos primeros días.

Conversaciones con gente de 10 o más países distintos. Das y recibes consejos. Nuevos contactos, el grupo crece. Pierdes la noción del tiempo. Pocas horas de sueño. Conversatorios con Julia Jentsch (la actriz de Los Edukadores), una muy habladora Julie Delpy, Ellen Kuras (la directora de fotografía de Michel Gondry), los independientes Arim Crumley (Four Eyed Monsters) y M Dot Strange (We Are the Strange) con los que intercambié DVDs y una corta charla sobre el cine sin presupuesto y el cine guerrillero. Lo mejor fueron los maestros Andrzej Wajda, que a pesar de su edad presentaba su película número 49 en el festival, y sobretodo el ruso Dusan Makavejev, al que no conocía, pero en fragmentos proyectados de su trabajo realizado décadas atrás encontré las imágenes más poderosas del festival.

En vano trato de conseguir una invitación para la presentación especial de Be Kind Rewind, la película que más quería ver en el festival. Mi vuelo de regreso al día siguiente era muy temprano, mucho antes de las exhibiciones regulares. Pero al menos pude ver a Michel Gondry. Le tomé un par de fotos un poco movidas mientras daba una entrevista. Un auto ingresa a la alfombra roja. La joven actriz que baja se vuelve el nuevo centro de atención. También le tome fotos, a ver si alguien la conoce.

De pronto todo terminó. El grupo hispano-hablante se desintegra. Prometemos vernos pronto y realizar proyectos en conjunto. Ojalá. Ojalá tantas cosas. Ojalá terminemos nuestros proyectos y compitamos en festivales. Ojalá tengamos la oportunidad de recibir algo más de apoyo del Estado. En el festival vi cómo países más pequeños y pobres presentaban sus películas y cómo costeaban el pasaje de mis nuevos amigos de tantos países. En fin. Por ahora queda seguir como siempre, producir sin presupuesto y por cuenta propia. Aún faltan unas nueve horas para salir de Berlín. Tomo el bus al aeropuerto Tegel. Cambio de avión en Ámsterdam. 13 horas de vuelo. Lima. Calor.

Texto y fotos: Jonatan Relayze Chiang

Esta entrada fue modificada por última vez en 20 de enero de 2013 0:35

Compartir
Publicado por

Esta web usa cookies.