Intérpretes: Toni Collette (Arden), Piper Laurie (Madre de Arden), Giovanni Ribisi (Rudy), Rose Byrne (Leah), Joanie Tomsky (Terapista), James Franco (Derek), Christopher Allen Nelson (Murray), Mary Steenburgen (Madre de Leah), Bruce Davison (Padre de Leah), Kate Mulligan (Party Girl), Brittany Murphy (Krista)
Estreno en España: 30 de mayo de 2008
La fuerza de esta más que interesante cinta reposa en las grandiosas actuaciones de Toni Collette y compañia, sin atrezzo, sin malabarismos visuales, exclusivamente con sus performances, sus experiencias, plasmando a la perfección lo que la realizadora y guionista les ha encomendado. Chapeau. Pero The Dead Girl no es solo un trabajo de estupendos actores y una directora con las ideas muy claras, es también la puesta en escena de una temática que se nos escurre de los ojos al pasar las hojas de los diarios o las imágenes de los noticieros de todo el mundo con pasmosa rapidez.
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Como directora, guionista y actriz, Karen Moncrieff se ha movido por la aspereza argumental y expresar la muerte no le es ajeno en absoluto, ya sea en episodios televisivos, series como Six Feet Under y Touching Evil, o películas de propia cosecha, como Blue Car. Una talentosa realizadora que pasó por las luces y coronas de ser Miss (Illinois) y de telenovelas a lo Yanki, de esas llamadas soap operas, (Santa Barbara). Moncrieff se remueve (y remueve conciencias) en las oscuridades y desolación de la condición femenina de nuestra ultramodena sociedad, tan avanzada tecnológica y científicamente.
Esta realizadora de Sacramento, localidad marcada por la fiebre del oro, se ha subido a la pantalla grande, (hace dos años), demarcándose de la realización televisiva, con The Dead Girl, una mirada penetrante y punzante sobre la vida de muchas mujeres de la sociedad rica del primer mundo. Precisamente cuando alzamos voces y piedras contra otras culturas que encierran a la mujer detrás de velos, estaría bien revisar el dolor y el horror que se agazapa en nuestras esquinas, sin velo.
Así, con sus formas personales de hacer cine y su mirada desnuda, Moncrieff exhibe un suceso, mejor aún, cinco sucesos que viven dentro de un oscuro túnel en el que no parece haber salida, si acaso unas pequeñas ventanas de luz.
Y la cineasta lo ha hecho con su firma y trazo personal. Rescatando algunos twists de un cine que recordamos aún, por ejemplo, la desagradable madre de Carrie (de Brian de Palma), o los lugares comunes y opresivos en torno a la violencia desatada de este país que no es para viejos, como sentencia en sus obras Cormar McCarthy. Moncrieff ha hecho un trabajo sin miedos, ni suaves deslizamientos. No, ella ha pasado de epatar con frivolidades cinéfilas y se ha ceñido a sus criaturas, a sus rostros, sus miradas, sus amarguras, y sus contradicciones.
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La fuerza de esta más que interesante cinta reposa en estas grandiosas actuaciones, sin atrezzo, sin malabarismos visuales, exclusivamente con sus performances, sus experiencias, plasmando a la perfección lo que la realizadora y guionista les ha encomendado. Chapeau.
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Con este poderoso argumento sociológico como eje central, The Dead Girl ha sabido mantener un atractivo encaje visual, tal que manifiesta una absoluta coherencia con la seriedad de lo que trata. La cineasta exhibe una admirable sensibilidad con el envoltorio más posmoderno, provisto con más oscuros que claros en la fotografía. Demuestra buen tacto en la textura de la piel de estas mujeres heridas. Visualiza las formas femeninas con absoluta naturalidad. Primando el contenido, no olvida las formas, que se mueven entre sketches, cada uno siguiendo su propio camino, en una deconstrucción que va desde la aparición del cadáver en cuestión hasta pocos minutos antes de que la chica sea asesinada violentamente. La propensión de primeros planos sobre estos rostros rotos catalizan al espectador. Es en definitiva una visión minimalista y poco festiva que se posa sobre personajes heridos y monstruos vacuos de todo afecto, y pesando la extensa experiencia televisiva de la realizadora, su fotografía se aleja, sin duda, de todo carácter televisivo.
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“Mi esperanza es que la gente vea The Dead Girl e incremente su concienciación sobre lo que puede significar la vida de otra persona detrás de la etiqueta de Extraña, Hermana, Esposa, Madre o Chica Muerta –y quizá sienta el tirón de una humanidad compartida”, resume Moncrieff sobre su trabajo. Dividida en cinco piezas o cinco mujeres, cuyo nexo de unión es el cadáver de la joven Krista, The Dead Girl (agradecemos no se le haya colgado un título traducido quizá en puerilidad comercial) es una pieza de cine extraño, riguroso y conmovedor realizado con inteligencia. Se desliza por cinco personajes vapuleados: la Extraña esclavizada por su madre que encuentra el cadáver; la forense que examina el cadáver, con la esperanza que sea la hermana desaparecida hace años, que dejó su vida familiar y personal tristemente ensombrecida en una búsqueda angustiosa; la Esposa de un asesino en serie con quién tropieza la chica muerta; la Madre de Krista, que trata de comprender lo que no vio en su momento, y que sin embargo no se va de vacío. Cerrando la cinta con la chica muerta y sus penosas circunstancias.
No dejen pasar este buen trabajo.
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