Dir. Antonio Luigi Grimaldi | 105 min. | Italia – Reino Unido
Intérpretes: Nanni Moretti (Pietro Paladini), Valeria Golino (Marta), Alessandro Gassman (Carlo), Isabella Ferrari (Eleonora Simoncini), Silvio Orlando (Samuele), Blu Di Martino (Claudia), Hippolyte Girardot (Jean Claude)
Estreno en España: 20 de junio de 2008
Caos calmo es una corriente de ventilación natural en este, y otros veranos, de estrenos indolentes con la inteligencia del espectador. Tal que pareciera en verano tuviéramos que tragarnos ligeros sainetes de mujeres urbanas bien alimentadas, doctoradas por la Universidad del Cosmopolitan, donde el sexo, aquí sí, es más que ridículo, artificial hasta la nausea. El trabajo de Grimaldi y el carismático Moretti hacen honor al inteligente cine europeo, ese de Mungiu, Frears, Akin, Tornatore, Sheridan, Salvatore, Kieslowski… y nos equilibran el aura dolida de tanto analfabetismo tecnológico.
El blues del viudo ensimismado
Recuerdo hace años como se quedó grabado en nuestras mentes lo que supuso la salvación final del protagonista, ya casi con un pie en la luna, de la impactante película de Alan Parker, El expreso de medianoche (1976). El poco sexo que le pudo “dar” su novia a través de las barreras de la cárcel fue el detonante que le despertó a la vida de nuevo y puso en marcha su salvación para adoptar iniciativas que lo llevaron a la huida del infierno.
Viene esto a cuento por Caos calmo, el reciente estreno de Nanni Moretti. Excusas, quiero decir de Antonio L. Grimaldi, quién debe estar ya acostumbrado a este tropezón, pues en realidad la grabamos en el inconsciente como la película de Moretti, tal es la fuerza de este actor y director en el panorama del (buen) cine italiano, y orgullo del cine europeo. Y hablaba de ese asociacionismo con la cinta de Parker porque es precisamente el sexo (tratado con sorprendente y agradecida naturalidad) el que reordena el caos tranquilo del protagonista, Pietro. O sea, la terapia de un buen polvo.
Grimaldi es un director cuya experiencia se asienta en la televisión. Nanni Moretti, cuya influencia en el filme llega más allá de lo puramente actoral, habiendo colaborado asimismo en el guión junto al autor de la obra escrita, Sandro Veronesi, tiene por detrás una exitosa carrera de director que comenzó en 1973 y fue desde Caro Diario (1993) cuando se convirtió en un fenómeno, probablemente más allá de sus propias expectativas. Prestigio que alimentó bien con posteriores sobresalientes, como La habitación del hijo, (Palma de Oro en Cannes 2001), o Abril, también en clave de diario con absoluto protagonismo de Moretti. He aquí donde surge cierta polémica (mal infundada a mi parecer) con referencia a este “Woody Allen italiano” o “nuevo Fellini” como se le ha tildado. Polémica centrada en altas dosis de egocentrismo, como si el resto de los sujetos y sujetas que se mueven alrededor del séptimo arte fueran humildes y apocados contribuyentes al dicho arte.
Caos calmo es una corriente de ventilación natural en este, y otros veranos, de estrenos indolentes con la inteligencia del espectador. Tal que pareciera en verano tuviéramos que tragarnos ligeros sainetes de mujeres urbanas bien alimentadas, doctoradas por la Universidad del Cosmopolitan, donde el sexo, aquí sí, es más que ridículo, artificial hasta la nausea. El trabajo de Grimaldi y el carismático Moretti hacen honor al inteligente cine europeo, ese de Mungiu, Frears, Akin, Tornatore, Sheridan, Salvatore, Kieslowski…y nos equilibran el aura dolida de tanto analfabetismo tecnológico. Resulta, pues, una grata sorpresa que gana en la batalla del box-office. Y aunque la gran pantalla simplifica muchos aspectos de la novela, como es habitual en las adaptaciones, no deja de ser una cinta de una sensibilidad callada, de extraordinario microcosmos, tranquila en el detalle cotidiano, de gran profundidad con una apariencia de pasividad simple, donde pasa mucho.
A modo de monólogo, un alto ejecutivo nos susurra el caos interior que le asalta, apenas perfectible, cuando su mujer muere repentinamente y él no se encuentra junto a ella. A partir de entonces se le trastoca la jerarquía de valores que tenía montada, (la del hombre de éxito de la sociedad actual) y comienza a mirar de frente la vida minúscula que se mueve a su alrededor. Alrededor, por ejemplo, del parque que está frente al colegio de su hija. Con una banda sonora de extrema calidad, esta película intimista está repleta de pequeños cuadros, personajes y situaciones muy humanas, con algún que otro mínimo lapso surrealista, algo que nunca falta, aunque no reparemos en ello, en la vida cotidiana.
Destacan, cosa curiosa, actores conocidos especialmente por su sex appeal como Alessandro Gassman o Isabella Ferrari, así como profesionales de la talla de Silvio Orlando y Valeria Golino. Con la participación sorpresa de Roman Polanski, como un alto ejecutivo judío, la película produce cierto toque de pasmo, además de la mencionada escena de sexo tan exageradamente publicitada por el Vaticano, cuyas exorcista-ciones siempre ayudan a alcanzar altas cuotas de taquilla.
Déjense perder en esta mini road movie, en este blues tan atractivo como para dejar poso de debate posterior, y confirmar la riqueza que envuelve el cine europeo, al que acudimos para confortarnos como los personajes de Caos calmo acuden al abrazo en el parque de un Pedro bíblico.
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