Cinencuentro

La crítica se manifiesta sobre «El premio»


el premio

El premio, la nueva película peruana dirigida por Alberto «Chicho» Durant pasó su primera semana en cartelera con opiniones encontradas por una parte de la prensa especializada. Por un lado algunos la destacan como una cinta de vocación narrativa, bien contada, y actuaciones solventes. Mientras que otros la distinguen como una película en resumen fallida y defectuosa.

En la primera esquina tenemos a Enrique Silva y su reseña publicada en el diario Correo:

El premio aparece como un relato bastante curioso, en el que se nota el buen empeño del realizador por contar lo más fluidamente posible una historia de lazos familiares entrecortados, de deseos y frustraciones, de desconfianzas y ambigüedades. Que nadie espere ningún virtuosismo o brillo especial en la puesta en escena. Chicho Durant apuesta por la solvencia narrativa sin más pretensión que la de desarrollar con convicción las relaciones entre los personajes y reflexionar sobre ciertas rupturas personales que tal vez puedan remediarse. Y lo hace con actuaciones competentes y una buena fotografía de Juan Durán.

Lo que mejor hace Chicho Durant es nunca dar por sentado lo que muestra, ni lo que hacen o dicen los personajes. No hay intensidad, pero sí la intención de ilustrar una cierta ambigüedad en la conducta de varios de ellos. En ese sentido, la escena del robo del maletín de Antonio insinúa la posible complicidad de Freddy, pero nada queda claro.

En la otra esquina tenemos a Alonso Izaguirre de Perú21, quien deja clara opinión de que se trata de otro fracaso del cine nacional:

El premio muestra esa dicotomía pueblo/ciudad tan complicada y atractiva a la vez –sobre todo para realidades como la nuestra—, pero apenas la profundiza. Este es, pues, el talón de Aquiles del largometraje: todo queda en lo superficial y, más bien, explota el lado ofensivamente simplista de lo melodramático y humorístico.

En pocas palabras, y esto no es broma, El premio parece una cinta deudora de ‘Betito’ Aguilar, el creador de Al fondo hay sitio y de otros mejunjes televisivos. La puesta en escena del filme de Durant se asemeja a la inmediatez y a la funcionalidad de esos programas que solo apuntan al rating total.

En este caso, se quiere espectadores: allí está la escena erótica que nada tenía que hacer en el conjunto, para todos los gustos.

Con películas como El premio, cuyo final abrupto y torpe indicaría una segunda parte próximamente, no se trata de apoyar al cine peruano porque sí.


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