Esas son algunas de las preguntas que atraviesan esta compilación dirigida (editada) por Juan Carlos Ubilluz, quien con una decena de académicos analizan en seis secuencias (capítulos) distintos géneros cinematográficos: películas del fin del mundo, comedias romántica, cine infantil, películas de nazis, de asesinos en serie y de superhéroes.
Conversamos con Ubilluz a propósito de esta publicación:
«La pantalla detrás del mundo» no es una película con muchos directores. Si hay algo que distingue a este libro, es que los autores comparten una misma visión. Me explico. En nuestro medio, los libros colectivos tienden a ser compilaciones de ensayos donde diversos autores escriben sobre un tema desde sus distintas perspectivas o disciplinas. En «La pantalla detrás del mundo», por el contrario, hemos realizado la difícil tarea de explotar las singularidades de los distintos autores en beneficio de una gran visión colectiva.
Totalmente de acuerdo. Nuestra intención ha sido escribir un libro que no se quede dentro de los muros universitarios pero que tampoco renuncie a la rigurosidad universitaria. Siempre nos hemos preguntado: ¿cómo hacer para que los difíciles argumentos académicos lleguen a los no-académicos? Y nuestra respuesta es «La pantalla detrás del mundo».
A ver, para nosotros el capitalismo tardío no es el villano. Eso sería ponerle rostro a un sistema impersonal. El capitalismo no quiere hacernos ni mal ni bien; es simplemente una lógica económica que viene acompañada de una cultura (el emprendedurismo, el liberalismo, el parlamentarismo, el multiculturalismo, etc.). Ahora bien, ¿hasta qué punto Hollywood se inscribe dentro de esta lógica cultural? Todos podemos intuir la respuesta, pero la importancia de nuestro estudio radica en que hemos ubicado en seis géneros cinematográficos una serie de imágenes y narrativas que evidencia que Hollywood funciona (hasta cierto punto) como soporte de la globalización capitalista.
Efectivamente, Hollywood no puede imaginar Otro Mundo. Tan solo puede imaginar el Fin del Mundo, piénsese en la gran cantidad de películas apocalípticas alrededor del cambio de siglo. No obstante, Hollywood tiene algunas intuiciones: por ejemplo, dentro de las comedias románticas, ‘Amor a segunda vista’ intuye cómo lo femenino puede dar a luz a un nuevo tipo de comunidad que no sea regida ni por la lógica capitalista ni por la autoridad paterna. Después de todo, Hollywood no es el Ministerio de Cultura de Estados Unidos o del capitalismo corporativo. Hollywood emplea artistas y estos siempre quieren mostrar algo más allá de lo visible, es decir, a mostrar algo invisible para una cultura determinada. Y aún cuando estos artistas acepten de buena o mala gana ponerse la camisa de fuerza de la industria cinematográfica, bueno, siempre está el desliz, el yerro inconsciente, el acto fallido que elude a la ideología.
Comencemos por esto: las fascinación con el mal no es exclusiva ni del cine ni de nuestra época. Para Georges Bataille, por ejemplo, la esencia de la literatura es y ha sido siempre el mal: sin el mal, la literatura es aburrida, insípida. Este es un punto importante: uno va al cine para consumir un goce prohibido. En el caso del cine de los asesinos en serie, por ejemplo, las películas más comerciales permiten que el espectador goce del mal sin culpa alguna. A través de su identificación con el asesino en serie, el espectador da rienda sueltas a sus propias fantasías de romper la ley. Es esto lo que ocurre en la serie de películas producidas alrededor de Hannibal Lecter. No obstante, hay otras películas de arte (como Funny Games de Michael Hanneke) que muestran al espectador cómo él mismo goza de la identificación con el asesino. Es decir, hay películas que hacen al espectador consciente de su posición de asesino-en-la-butaca. Entonces, en resumen, un análisis estético no debe caer en el facilismo moralista de denunciar la fascinación del cine con el mal (pues esto no es exclusivo ni del cine ni de la época) sino analizar qué es lo que las distintas películas hacen con dicha fascinación.
Lo que pasa es que no podemos ocuparnos de todo, y por tanto nos ocupamos solo de algunas cosas. En lo que respecta al vínculo entre las comedias románticas y las películas infantiles, nos hemos concentrado en cómo se piensa la relación entre los deseos individualistas de la mujer y sus deseos de formar una pareja. Es decir, hemos investigado cómo estos géneros resuelven la paradoja de las mujeres de nuestra época: ser un individuo con aspiraciones profesionales/políticas o apostarlo todo al amor. Y como el tema da para largo, muy largo, mejor concentrarnos en él, que querer abarcarlo todo.
Eso depende de muchas cosas. Y hoy no traigo conmigo la bola de adivino. Sería, sin embargo, interesante analizar si es posible desarrollar dentro de la industria cinematográfica un cine antihumanista que en vez de ocuparse en las peripecias del individuo aislado, se centre en los dilemas, las decisiones y las acciones políticas de un colectivo. En otras palabras, ¿es posible introducir una estética como la del soviético Sergei Eisenstein en el cine comercial? Si eso sucede, entonces será el fin de las películas de superhéroes.
Si tuviera que hacer una lista de todas las películas que se quedaron fuera, el papel tendría que ser kilométrico. Una vez más, todo no lo podemos hacer. Por el momento no hay ningún plan de secuela. Veamos primero cómo responde la taquilla a nuestra opera prima.
Tu pregunta es excelente. Déjame dividirla en tres. Primero, ¿recoge el cine peruano los deseos de los peruanos que no son parte del mundito de la cultura y del arte limeños? No me refiero a sus deseos de espectáculo –de eso se encarga bastante bien Hollywood. Me refiero al deseo de ver sus conflictos representados, discutidos, desarrollados.
Segundo, ¿existe un cine peruano que sea realmente arte de masas (y por arte de masas me refiero a la maravillosa paradoja de un arte visto por millones que siga siendo realmente arte, a diferencia de mero entretenimiento?
Y por último, ¿es absolutamente necesaria la industria para la existencia de un arte de masas? ¿O es que Otro Mundo es posible? En vez de responder a estas preguntas ahora mismo, dejémoslas resonar un poco.
Entrevista: Antolín Prieto
Edición: Laslo Rojas
Esta entrada fue modificada por última vez en 15 de octubre de 2012 13:27
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